La octava mujer de Barba Azul

Con guión de Charles Brackett y Billy Wilder, para mí no es el mejor Lubitsch, quien funcionaba mejor visualmente y sin sujeción a diálogos (aquí espléndidos pero prolijos), pero es de las mejores de su última época.

Cooper está verdaderamente gracioso y se ve que disfruta; y la Colbert, en su salsa, feúcha pero charmant y deslumbrante en su papel de ingenuo artefacto explosivo.

Un millonario americano de visita en la Riviera discute con una noble arruinada por la compra de un pijama (situación icónica en la historia del cine) lo que les lleva a un matrimonio requeteconvenido y erizado de cláusulas … de ahí a la guerra entre enamorados sólo hay un paso … Un clásico.

El tema de los pantalones, Chekoslobakya o como se escriba, me encanta. El dúo de ellos dos es maravilloso, pero en la segunda parte del filme sentí una gran bajada en cuanto a ritmo, y todo el mundo sabe que el rey de la comedia es el ritmo. Aun y con todo es una muy buena película que recomendaría a cualquiera que fuera reticente a lo clásico.

Mi nota 8.46/10.

Aunque es probable que no sueltes ninguna carcajada, la película te mantiene con una sonrisa permanente durante todo el metraje. Tiene un buen número de gags, en general buenos, pero que la elegancia habitual del director (y los corsés de la época) hacen que provoquen más una sonrisa amplia que una risa desatada.

Varias escenas muy Lúbitsch, como la de la de solicitud de una decisión a los mandos superiores en los grandes almacenes o las puertas que se cierran para no mostrar lo que el espectador adivina... (qué pena que la comedia americana actual no tome ejemplo y lo explique todo para que el espectador "no se haga líos").

La pareja Cooper / Colbert funciona muy bien, aunque él está un punto mejor que ella. Los secundarios, a un gran nivel, especialmente un jovencísimo (y con pelo) David Niven y Edward Everett Horton.

Pero, aunque en su conjunto se puede calificar de una deliciosa comedia, está aún lejos de las mejoras obras del director, como "Ninotchka", "El bazar de las sorpresas" o "Ser o no ser".

Cuando Lubitsch se encontró a Wilder y Brackett (por vez primera) dieron rienda suelta a la guerra de sexos que tanto prodigaban por los tres lados. El comienzo es una declaración de intenciones: la compra de un pijama de un excéntrico millonario y la decisión salomónica de los almacenes, tras la oferta de una encantadora dama. Cooper hace de Cooper y Colbert de encantadora de serpientes, todo aderezado por caracteres secundarios precisos y que salpican el tono de comedia.

Es un buen comienzo con diálogos chispeantes pero que deviene en pasado tras la evolución de la igualdad de sexos. Aquí el hombre ejerce de macho y la mujer de florero. El fondo es como una canción de reguetón pero envuelto en sedas y terciopelo.