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En la ciudad de Sylvia

Drama. Romance Un hombre vuelve a Estrasburgo para buscar a una mujer de la que se enamoró seis años atrás y recuperar aquel mágico momento. Es verano. El joven extranjero callejea observando y dibujando gestos y expresiones captadas azarosamente en la calle sin dejar de buscar a esa mujer, cuyo recuerdo gravita sobre la ciudad. Esa búsqueda le conduce a otra mujer y ésta a otra... siempre bajo la invocación de la ausente. (FILMAFFINITY)
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
27 de julio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las imágenes son bellísimas.
Hay momentos de tedio irritante. La cámara fija ante una calle, y gente pasando durante un minuto o dos. Fatal.
También hay algunos momentos inspirados. Me encanta la escena de dentro del tranvía.
En casi todo momento, me ha apetecido seguir viéndola. Sólo por la calidad de imagen, ya tira de ti con fuerza.
No puedo hablar del guión, porque la he visto en francés y apenas entiendo nada de ese idioma. No obstante, tampoco me ha parecido necesario entenderla, porque solamente hay una conversación entre protagonistas principales.
Intentaré encontrarla en castellano o inglés, a ver qué decían.

Por un lado, me ha gustado casi toda la peli debido a que me sentía identificado en la actitud contemplativa del protagonista en medio de una ciudad bonita y llena de chicas deslumbrantes. También, la manera de mostrar la angustia de saber que estás ante esa chica especial y la vas a perder para siempre, de un momento a otro. Refleja tantos momentos así en tantos lugares de mi vida... Eso me tiraba hacia una puntuación más alta.

Por otro lado, dices: ¡No hay apenas trama ni guión! Mi libro más odiado es "La náusea" de Sartre, precisamente porque no cuenta nada, es como un diario personal de alguien normal, sin ningún acontecimiento excepcional, ni ninguna idea extraordinaria. Lo contrario, lo que me encanta, es "Jacques el fatalista" de Diderot. Ritmo altísimo de acción, con una calidad brutal en diálogos, tramas enrevesadas, crítica social y humor, sin salirse del realismo, y un final a lo Billy Wilder.

¿Cuál es la diferencia entre esa novela de Sartre y esta peli que, como se dice en otra reseña, "se pasa de minimalista"?
Que la peli te regala imágenes disfrutables por sí mismas, y te recuerda tus propios anhelos. Evoca idénticas sensaciones que cuando el protagonista de "El lobo estepario" de Hesse traspasa el umbral de la puertecita con el letrero de "todas las chicas son tuyas" en el surrealista Teatro mágico.

A veces elegirías quedarte mirando el movimiento de las olas desde dentro del mar, en vez de meterte en el museo Dalí. Una gran película suele tener mucho más arte, grandes actuaciones y un guión brutal. Pero aquí te quedas hipnotizado por el rostro de Pilar López de Ayala, por el vaivén de su sonrisa, y cuesta salir.
IgorNoAigor
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24 de septiembre de 2007
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia de una obsesión por encontrar el amor perdido, aunque mostrada de una manera bastante simbólica en la que las palabras precisamente no sobran.

La película se centra en los detalles de cada una de las personas y los lugares que van saliendo; la sonrisa, la expresión, el ambiente... que el espectador tiene que aprender a apreciar y entender. Dado que los diálogos son escasos la fotografía está muy bien cuidada y trabajada, y como no, cargada de pequeños detalles aunque tampoco sale de la sencillez.

La verdad es que no es un historia para todos los gustos, no nos vamos a engañar. Posiblemente la mayoría de las personas la encuentren absurda y aburrida, pero como ya he dicho anteriormente, tienes que saber apreciar los pequeños detalles que hacen que la película tenga significado, y sobre todo, la gran descarga de lenguaje no verbal que hay en ella.
Gema
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25 de noviembre de 2007
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guerín nos propone en este sugerente filme jugar con el relato, si es que hay alguno. Nos redescubre el cine a través de un montaje magistral que lo dice todo sin palabras, con el "tempo" perfectamente medido, los planos definidos con exactitud.

Toda la película supone un verdadero esfuerzo intelectual del espectador para entender los ritmos de la propuesta, pero tal gozo mental alcanza su orgasmo en la escena en la que Xavier Lafitte observa a las muchachas del café hasta que se fija en el personaje de Pilar López de Ayala.

En ese microcosmos, Guerín es capaz de contar y recontar varias historias simultáneas por la fuerza del plano, sin contemplaciones de otro tipo. Cierra plano en una primera secuencia. Lo abre más. El significado de la escena cambia.

Lo mismo hace el protagonista en su cuaderno durante todo el filme. Esboza, como Guerín, pero nunca acaba. Va hacia delante, vuelve atrás, otra vez hacia delante; lo mismo que el director en su intento de dibujar una ciudad en el celuloide, donde apenas queda fijado un espectro que nos seduce por lo que tiene de metafísico.

A través de lo figurativo, Guerín alcanza un estadio no palpable y, cuando quiere, se caga en su cuaderno, borra los mensajes de sus paredes, y vuelve a empezar, en un ejercicio de construcción fílmica sin igual.

El tercer acto se me antoja desechable, pero que quede claro: "El la ciudad del Sylvia" es una película incomparable que se vuelve más interesante cada vez que la repienso. Una obra mayor llamada a convertirse en un referente para cierto tipo de cineastas.
Vic_Olié
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27 de septiembre de 2008
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que lo mejor define la película es su título "EN LA CIUDAD..." porque el ritmo de la historia, los encuadres o las puestas en escena pretenden ser vacíos de espacio y tiempo. Aunque, como en este caso, sean vacíos para una obsesión. Es un ritmo que puede llegar a ser cansino y por ello no es recomendable ver esta película con pocas horas de sueño a cuestas. Pero si se logra entrar de lleno, puede resultar un canto a los sentidos, al menos vista y oído. Formidables de paso la fotografía, el sonido y la banda sonora (incluso la comercial).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
trivijuan
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2 de julio de 2013
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
José Luis Guerín juega una vez más con el tiempo en esta comedia desternillante plena de acción y ritmo endiablado. Y es que el futuro ya no es lo que era.
Todo comenzó cuando Jose (ebrio de Espronceda) llamó a mi padre pensando que me llamaba a mí. Esa identificación inconsciente padre-hijo, pasado-futuro, Tomás-cabreo, Ford Focus-triciclo produjo un tomate en el calcetín espaciotemporal de la realidad. La línea normal de continuidad de sucesos se rompió. Pocos saben que los dos hombres del polo del cine capitol son la misma persona, de joven y de mayor. Ni siquiera ellos lo saben. De tal manera que si al hombre de polo joven le das con el palo destroza fémur porque ya no te deja pasar a ver la película, al hombre de polo mayor le aparecerá inmediatamente una cicatriz en la pierna. También si al hombre de polo joven le depilas el sobaco derecho, al hombre de polo mayor se le pondrá el pelo de ese sobaco más recio. Estos son experimentos comprobados. Y es que el tiempo se retuerce sobre sí mismo, entra en bucle, se vuelve cíclico, Jorge vomita dos veces en unas pocas semanas. Y sólo un hombre puede normalizar y recomponer la cronología perdida: el archiconocido escopeta. El escopeta ha inventado una máquina del tiempo, que consiste en que te persigan por el puente del rodeo con una espiga. Así puedes viajar a cualquier lugar y a cualquier época, incluso a los años 30 que siempre fueron buenos. Pero escopeta no ha utilizado su invento para hacer el bien, sino que ha viajado a 1997 y ha obligado a James Cameron, tirándole insistentemente durante meses bolas de papel, a que ruede otro final de Titanic. En la versión de escopeta Leo Di Caprio se pone en el madero con Rose (porque había sitio para los dos) y se queda boca abajo diciendo cosas bonitas pero llega la marejadilla y le baja el pantalón, viéndosele el culo. Luego muere engañado por una medusa. Y eso fue lo que en la Historia modificada por escopeta quedó registrado, hasta que Cameron estaba una tarde paseando por el puente del rodeo y le persiguió Marcos con una espiga y pudo volver a principios de los años 90 que siempre fueron buenos y matar a escopeta niño echándole gasolina en el biberón. Y por eso Titanic es el truño que todos conocemos en esta dimensión de la Historia, donde Leo no enseña nada. En la ciudad de Sylvia las cosas pasan así.
Alter_ego
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