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Imitación a la vida

Drama Lora Meredith (Lana Turner), una actriz viuda en paro, vive con su hija adolescente (Sandra Dee) en Nueva York. Un día, conoce por casualidad a Annie, una mujer negra (Juanita Moore) a la que contrata como sirvienta. Ese mismo día conoce también a Steve (John Gavin), un fotógrafo que se enamora de ella. (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
15 de octubre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me produce una melancolía tremenda las películas de Sirk. Solo hay dos o tres directores que me provocan una sensación tan potente. Rosselini, Bergman, y Sirk. Realmente me arañan el alma. Me quedan baldado, una sensación entre amargura y añoranza. Una sensación de que el alma es algo más que lo que yo vivo. Es, realmente, una vida sustitutiva, una vida que vivir, una vida de repuesto.
El tema del racismo está tratado demasiado crudamente. No la recordaba tan escorada hacia ese aspecto. La tenía más centrada en la historia de amor entre los protagonistas adultos. La historia de la niña es muy dura, tanto como real. Desgraciadamente ha debido ser muy común, quizá todavía lo sea.
Esta es, verdaderamente, una obra de arte. Se mire como se mire.
Una Lana Turner espléndida, espectacular, bellísima, mala y pérfida como pocas. Una belleza animal, salvaje, felina, peligrosa...
Juanita Moore y las niñas: Sandra Dee, y Susan Kohner, acompañan a un John Gavin realmente muy apuesto.
El guión es de Eleanore Griffin, y Allan Scott, sobre una novela: de Fannie Hurst.
ÁAD
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17 de diciembre de 2012
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estos melodramas clásicos de los 50, a poco que tengan una historia medianamente atrayente, suelen dar unos buenos resultados. Puede que alguno encuentre "Imitación a la vida" demasiado melosa o edulcorada, incluso que haya envejecido mal. Y quizá sea cierto pero eso no le quita que sea un trabajo de bella factura, formalmente muy cuidado y con un trasfondo humano retratado con habilidad y ternura. Os confieso que hubo algún momento en el que me saltaron las lágrimas con tanto drama. Aunque tampoco hay que ocultar que el guión sea especialmente bueno y que las tramas de las cuatro protagonistas, Lora Meredith (la bella Lana Turner) y su hija Susie (Sandra Dee) y Annie Johnson (Juanita Moore) y su pequeña Sarah Jane (Susan Kohner), no están todo lo bien conjuntadas que debieran. Por ejemplo en la segunda parte las andanzas de la actriz se difuminan y las de la mulata cobran el máximo protagonismo.

A mi reconozco que me interesaba más la historia de la que no parece negra y su madre que la de la protagonista, entre otras cosas, por la gran actuación de ambas que les valió una nominación a los Oscars que sin embargo se llevó finalmente mi querida Shelley Winters. Dicho lo cual, hay que reivindicar a Susan Kohner cuyo parecido con Natalie Wood es notable. Siendo guapa es además bastante sexy, cosa que demuestra con creces en un par de atrevidos números musicales con los que nos deleita, primero con ese corsé y luego con la botella de champán y esos meneos en el sillón, en los cuales está irresistible. Lo que sí que es curioso es que siendo "Imitación a la vida" la historia en parte de una mujer dispuesta a sacrificar su vida personal en pos de su carrera, la propia Susan, se retiró cuando se casó, con tan sólo ochos años en activo. Además, el matrimonio duró 38 años hasta que su marido el escritor John Weitz falleció. Admirabe, esta Susan Kohner.

Visto lo visto, yo les diría a los protagonistas de esta película cuatro cosas. A Steve (un John Gavin diez años más joven que su pareja Lana Turner), que entiendo perfectamente que no les guste un pelo que su prometida esté sobre los escenarios y se dedique al complicado mundo de la actuación pero lo que no puede hacer es prohibírselo. Sería mezquino coartar un talento que evidentemente tiene, cosa que hace el de "El hombre que sabía demasiado", la de 1956. A Lora le explicaría que está bien que quiera labrarse una carrera y conseguir fama, prestigio y dinero, pero que tenga mucho cuidado en no dejar por el camino las cosas verdaderamente importantes. Y a Sarah trataría de convencerla de que en realidad tiene suerte con su disimulado color de piel. Porque de este modo puede detectar en el acto quién es un miserable y un cerdo: el que la rechace. Porque si fuera como Susie, ¿cómo sabría que ese novio que tiene es una auténtica basura?
Reaccionario
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13 de noviembre de 2018
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los mejores melodramas que se han hecho jamás en el cine norteamericano, dirigido por un Douglas Sirk en estado de gracia, tratando diversos temas como el alto precio para llegar a la fama que conlleva descuidar el cuidado de tus seres queridos, las relaciones amorosas o el problema social existente en la América de los años 50, un aspecto que seguro que influyó a Todd Haynes en su fabulosa "Lejos del cielo".

Lana Turner interpreta a Lora Meredith, una soñadora actriz viuda con poco éxito en su trabajo pero con una ambición desmedida por llegar a lo más alto, cueste lo que cueste, algo que le llegará de manera inesperada. A partir de ahí la película da un salto de diez años en el tiempo, retomando la acción con nuestra protagonista en lo más alto, desde donde tendrá que tomar decisiones difíciles respecto a su futuro, sobre si seguir ganando dinero o dedicar su vida a su gran amor y su hija adolescente.

Todo funciona a la perfección en esta cinta, desde unas actuaciones impresionantes, sobre todo Annie, la bondadosa criada negra, hasta una espectacular fotografía para la época.

Cine para llorar, cine imposible de olvidar.
Carli
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31 de enero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si algo se debe de reconocer por los detractores (no lo son pocos en la cultura popular) del melodrama en el cine, es que pocos directores supieron presentarlo con la dignidad y la maestría de Sirk, un director, curtido entre las bambalinas del teatro, que supo entender como nadie, los intrínculis de la introspección en las debilidades humanas, el amor, el desamor, y las mezquindades sociales que traspasan estos sentimientos.

Haciendo honor a su formación inicial, Sirk hace de "Imitación a la vida" una perfecta simbiosis, en la que el "casi" teatro filmado no renuncia a la grandilocuencia de la puesta en escena, y viceversa, construyendo con la precisión de un artista-artesano, un maravillosamente orquestado drama racial, extraordinariamente innovador y atrevido, diez años antes de que un apuesto Sidney Poitier paseara su apostura por los hostiles campos del Sur, en la muy oscarizada "in the heat of the nigth", aunque desde mi punto de vista al menos, Sirk explora el conflicto con más fuerza y elegancia, ahondando en las miserias y grandezas humanas sin caer en el sentimentalismo o la autocomplacencia (brutal, y a la vez impagable, por su anticipada denuncia, la paliza sufrida por Susan Khoner-Sara Jane, en una escena que rompe moldes y hoy día resulta de más actualidad que nunca, dados los tiempor que corren)
Que Sirk sabía sacar intensidad de cualquier actor, lo demuestra el hecho de que el autor de tan horrenda agresión, fuera un Troy Donahue, que ese mismo año, sería popular entre las adolescentes, por incorporar al "pavisieso" Parrish, en la por otra parte, muy estimable película homónima.

Una "Turner", luciendo carrocería y buen hacer, una Sandra Lee, que no volvió a estar mejor en toda su vida, incluso el normalmente inexpresivo Gabin (que, por otra parte, esl el "clom" casi perfecto de un Rock Hudson, que llegaría a ser actor "fetiche de Sirk), actúa y asume el papel razonablemente bien.

La sorpresa, sin duda fue una magistral Juanita Moore, que acabó siendo, no ya el ama de llaves de la estrella, sino de toda la trama, comiéndose con descaro a los demás intérpretes. (Con excepción quizás, de la también extraordinaria Susan Khoner). Ambas estuvieron nominadas a los Oscars por tan inmensas interpretaciones, y a ambas les fue arrebatado, por Shelly Winters, en esta ocasión, a mi parecer, injustamente, en un alarde de "caucasismo" académico que ponía de manifiesto en la vida real lo expresado en la ficción.

Un drama, en definitiva, magnífico, que gracias al tándem Griffitt-Scott, superó las limitaciones de la novela original, situando a la protagonista, en una escala incluso superior de la cumbre del éxito, que ponía de manifiesto los desequilibrios de una sociedad multirracial, en la que en las calles se instalaban aún fuentes para el solo uso de negros. (Como botón de muestra, véase la estupenda "Figuras ocultas" de Theodore Melfi, cuyos hechos descritos transcurren apenas dos años después de los narrados en ésta.)

"Imitación a la vida", es sin duda, el legado póstumo de un Sirk, que de este modo da su requiebro final a los últimos estertores del "macarthismo", y lo hace de una forma soberbia, anticipándose casi diez años a Norman Jerwison,, y más de sesenta a Melfi. Muy recomendable.
el feroz
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27 de agosto de 2020
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mancha humana. Moulin Rouge.
Despelotada y tosca historia contada con unción matemática y milimétrico poderío.
Huir de los antepasados, escupir a tu estirpe, es lo más antiguo del mundo si quieres trepar, hacerte un hueco, abrirte camino, chapotear como si fueras marrano en mundo extraño, un clásico, desde etarras Martínez matando a mansalva para borrar su origen impuro hasta judíos del cine que se cambian el apellido para triunfar y gustar más así a su querido público, te obligaron, tú no querías, toda la gama, de lo siniestro a lo ridículo, en este caso contado de forma histérica y abrupta, sin contexto, a lo bestia, sin complejos, con grandeza.
La psicología de los personajes es igual de chillona que los colores que adornan a esta película con las mejores galas y a horcajadas, obra pintada a brochazos gruesos de belleza bruta.
Salvajada, sofisticada, helado fuego cabalga de nuevo, que tiene su estremecimiento en lo medido y bien dosificado que está todo, tanta golfada y disparate fríamente mostrados, esa locura enfermiza dentro de camisa de once varas de fuerza, trabajo bien hecho que aguanta tanto tremebundo, que maneja material dañado con manos de sabio cirujano.
El pagafantas, la actriz egoísta, nunca me preguntó, señorita, y sin escrúpulos, la hija rubia como un girasol, mimada y caprichosa que compite con su madre a muerte, la criada negra pelma que nadie soporta y de la que hasta su pobre hija huye como alma que lleva el diablo, y esta última tan descastada, desagradecida y arribista, vaya panorama desde el puente, maquillaje hasta en el corazón, que decía la canción.
O no, o todos santos y buenos aunque no quieran, aunque la niña mestiza de sangre impía les salga demoníaca a su entendible manera. Qué importa.
Mulholland Drive antes de tiempo. El melodrama bestia, por el lado salvaje de la vida, siempre tuvo el corazón oscuro, moreno de solárium, supurando muerte y maldad. Prostitución, tráfico de esclavos, drogadicción, pedofilia, gerontofilia, satrapía.
Todo alienta en el sótano ponzoñoso de esta cosa sucia, de contrabando, herida en el alma, raya que chirría con llave oxidada en coche nuevo, larvas malas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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