Baarìa

Tornatore es uno de los pocos representantes del llamado 'cine nostalgia'. El director italiano habla siempre de un pasado mejor y sus historias inspiran una morriña hacia un tipo de cine que ya no se realiza: las superproducciones de época con ecos de comedia amable y western. Baarìa es ambiciosa pero a la antigua: ya nadie se atreve a contar en orden cronológico y con dos horas y media de margen el romance entre un joven comunista y la chica más guapa del pueblo. Y pocos, todo sea dicho, se atreven a pautar con incontables fundidos en negro una historia que parece el montaje sin fin de una sucesión de anécdotas y ñoñerías varias. Baarìa, para ser fiel y digna de esos títulos que evoca, debería ser épica, entretenida, deslumbrante... y no lo es, básicamente porque Tornatore, emborrachado aún de su Cinema Paradiso, ha confundido la memoria con la repetición, el recuerdo con la anacronía. Compendio de trama política y familiar, dignificación de la vida de barrio e imitadora del surrealismo felliniano, Baarìa llega tarde (inauguró el Festival de Venecia 2008 y se estrenó en el 2010) y a destiempo (hubiera entusiasmado cincuenta años atrás, en esas sesiones contínuas tan movidas que a Tornatore le encanta filmar).

No creo que la Italia de Beslusconi precise este retrato tan enamorado de sí mismo, triunfalista y lacrimógeno de la vida rural de antaño. Baarìa se deja ver por su cuidada escenografía y porque Tornatore, como el autor grande y veterano que es, tiene momentos de un lucimiento admirable (la narrativa circular que abre y cierra el relato es excelente). Baarìa, en definitiva, se salva de la quema, eso si logramos olvidar que el pastiche ha costado 25 millones de euros en una Europa de déficit y que nuestra Ángela Molina está sobreactuadísima.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com

Giuseppe Tornatore debió de pensar que tras el éxito y la experiencia, que es un grado, y contar con un presupuesto mayor; sería muy fácil volver a la combinación con la que alcanzó la gloria y repetir tal cosa. Por suerte o por desgracia la vida nos enseña que las segundas partes no suelen ser buenas y que no existe una receta maestra del éxito que funcione para todo orden de cosas, sean personas, películas o equipos de fútbol. Y es que la relación niños/Sicilia/posguerra no tiene necesariamente que triunfar siempre, por mucho que lleve el sello Tornatore de calidad. Posiblemente esta carece de la frescura y originalidad de la otra, la gran Cinema Paradiso, y la originalidad también es un grado.

Lo que podría haber sido una Gran película sobre la historia política y social de la Italia del siglo XX, se queda en una sucesión de pequeñas tramas, a lo largo de varias décadas, donde se mezcla erróneamente el tono humorístico con el dramático, con una banda sonora del gran Ennio Morricone , cargante y demasiado presente y alta (de volumen) en algunos pasajes.
La película intenta aprovechar el histrionismo de los italianos, el costumbrismo rural, la típica historia de amor, para convencernos de algo que no logra en casi ningún momento de su excesivo metraje, excesivo por no dosificar bien los acontecimientos reales con el metraje de la película.
Tornatore ya triunfó con una obra marstra como Cinema Paradiso. Que él ni nadie intente repetirla ni mucho menos superarla: es imposible.

(Un día cualquiera en clase de dibujo)


Profesora: Niños, os dejo tiempo libre para pintar cada uno lo que queráis. Dentro de un rato los comentamos y enseñamos a todos los compañeros.

Niños: Siiiiiiiii!!

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(30 min. más tarde)


Profesora: A ver, niños, ¿Qué dibujos me habéis hecho?
Peppino, ¿puedes mostrarnos el tuyo?

Peppino saca tres folios juntados mediante pliegues de celo horizontalmente, presentando en cada folio dibujos con rotuladores Carioca de trazo grueso. Se distinguen varios monigotes esparcidos aleatoriamente sobre el fondo blanco del folio. Estos se presentan garabateados, sin rellenar de color, seguramente por falta de tiempo.

Profesora: Peppino, explícanos un poco tu dibujo para que todos lo entendamos.

Peppino: Pues.... mi dibujo es muy chulo. Son sueños que he tenido, donde salían "crabras" por el monte y jugaba con mi peonza. En este otro salgo yo de mayor jugado a "políticos y rebeliones", es muy diver. A mi lado sale la chica que me gusta, y estos serán los futuros bebés que tengamos (se tapa la boca para reírse tímidamente). Y en este otro salgo yo de mayor y de peque, y este es el vecino al que le robamos los limones (los demás niños se ríen), y esta es la vecina que espiamos a veces (los niños se ríen de nuevo), y este otro es el loco del pueblo y su madre vidente, y este es mi amigo Luigi, y este es Paolo...

Profesora: Vaya, Peppino, pero están la mayoría sin colorear, sólo son trazos gordotes.

Peppino: Es que no me dio tiempo, profe....

Profesora: Quien mucho abarca poco aprieta, Peppino. ¿No podrías haber hecho uno sólo y no tres en uno?

Peppino (se encoje de hombros): Nu se, pensé que quedaría chulo cuanto más grande y vistoso...

Profesora: Peppino, ¿pero recuerdas aquel dibujo tuyo de la semana pasada? El de las acuarelas... Era sólo un folio, pero estuviste toda la tarde dibujando con el lápiz el paisaje, después usaste las cartulinas que te habían sobrado de otro trabajo y colocaste partes generales del paisaje, el cielo y el suelo, montañas... Y con las acuarelas terminaste de rellenarlo todo y no paraste hasta que tenías todas las manos y la cara llenas de pintura. Y todo orgulloso me lo enseñaste y ahora adorna la clase en el corcho. ¿Ves que viveza?
Recuerda siempre: en un paisaje, hasta la más ínfima piedra tiene importancia.

En mi adolescencia tenía fobia al instituto, así que enchufaba la televisión y me tragaba cualquier cosa que pusieran en los dos canales con programación únicamente cinematográfica (es decir, la desaparecida Sexta3 y Paramount Channel). Entre tantas cosas, un día tocó esta en Paramount.

Qué cargante, por favor. Una sucesión de personajes estridentes, grotescos, desagradables, y para colmo carentes de atractivo y/o carisma. Cada minuto de película estás deseando que sobre el pueblo caiga una bomba atómica tipo Hiroshima y mate hasta las vacas.

Reconozco que los italianos hacen una comida buenísima, pero realmente deberían replantearse sus dotes como directores de cine.