Vida y color

Esta película con momentos aterradores, con toques de buen cine. Y de cuento de terror. Un excelente debut de un director que promete. Ayuda mucho unos grandes actores tanto jóvenes como no. Un montaje abrumador y una fotografía tan siniestra como bella.

Siendo insuficiente, la única nominación al director novel; porque esta película es ese cuento que los de una generación vivimos de pequeños, siendo reconocibles alegrías y sobre todo temores. Tabernero nos lo ha mostrado en color en vez de en el blanco y negro con que recordamos a aquellos gitanos, aquellos niños que nos fastidiaban la vida, a aquel guaperas que todos queríamos ser, a ese corte de pelo en casa de una vecina, a ese heredero de "El cebo" de Vajda, a esas niñas que pierden su inocencia de modo brutal.
Cada personaje es un cromo de esa colección que es nuestra infancia, y el album, ese barrio de extrarradio.
Dejad de ver "Cuentamé" y ved "Vida y color"

El primer largometraje de Santiago Tabernero es un cúmulo de recuerdos de una época que no era precisamente buena, el fin de la última dictadura que hemos tenido en nuestro país, pero que podría haberla situado en otro espacio temporal, para contar la parte más interesante de la historia, ya que el hacerlo en este espacio temporal es inevitable que te recuerde a las serie “Cuéntame”.

Una historia de barrio, con personajes muy identificados, donde destacan las historias y problemas de los niños, en especial la de las chicas interpretadas por Natalia Abascal (Ramona) y Nadia de Santiago (Sara) y que Junio Valverde (Fede) trata de averiguar. Menos interesante, incluso algo metida con calzador es la del triangulo amoroso formado por los jóvenes que interpretan Silvia Abascal (Bego), Miguel Ángel Silvestre (Javi) y Fernando Cayo (Honorio), sus interpretaciones no son ni buenas ni malas, algo innecesarias.

Por todo lo anterior, se deduce que es una cinta con buenas intenciones, pero que al querer contar muchas cosas, hace aguas precisamente por eso, por no centrarse en la parte más interesante, sin el telón de fondo del fin de la dictadura. Además de los niños destaca la madre, a quien da vida Ana Wagener, una actriz que siempre está a la altura, pero no sé porque motivo no le dan un papel protagonista como se merece, igual que el resto, Joan Dalmau, Adolfo Fernández y Andrés Lima.

Una cosa no quita la otra, me explico, el que la historia se pudiera haber enclavado en otro tiempo, no es motivo, para reconocer que la ambientación de barrio de mediado de los años setenta sea digna de mención, ya que tanto las localizaciones como los pequeños detalles están muy cuidados, ese álbum, la tienda de ultramarinos, esos descampados que se empiezan a construir, están realmente bien conseguidos, así como el vestuario y maquillaje.

Una película para nostálgicos, con un fondo social interesante, pero al que se le podría haber sacado más partido, pero que se deja ver con ternura.

Interesante película para los que de mi generación teníamos la misma edad que el protagonista. Vienen al recuerdo muchos pequeños detalles de una época que se me antoja lejana, por todos los cambios que ha habido en España desde el 75.
Pero para mi gusto falla en que quieren meter demasiados personajes estereotipados: el niño bueno, la amiga buena que lo pasa mal, los chicos malos del barrio, el gitano, la niña deficiente, el pederasta/piscópta, el abuelo republicano, el vecino franquista, en fín, demasiados tópicos.
Y un Miguel Ángel Silva que no acabo de verle en un barrio marginal haciendo de chusmilla.

La película es buena y, efectivamente, nos trae recuerdos de juventud. Pero hay algún detalle que se escapa como el sacar la basura en una bolsa de plástico en un pueblo de la España de 1975!!!