Bien rodada y bien interpretada, la película no deja de ser un vehículo con tufillo cristiano, en el que el protagonista es un egocéntrico metodista sobre el que gira su paciente familia y algunos de sus feligreses a traves de las vicisitudes de varias décadas. No molesta verla. Tampoco el no visionarla. Una de las pocas películas nominadas a mejor película sin ninguna nominación más.

Un personaje disparatado, de gran edad y pasmosa agilidad, convence a otro personaje que apenas conoce y bajo el amparo de ser familiar, para que le siga en una aventura. El segundo personaje accede sin rechistar. La aventura es extravagante. El espectador no se cree nada. Estamos en el año de El padrino y Cabaret y esta película nació siendo caduca.
Maggie Smith dirigida por el mejor director de actrices de Hollywood nunca estuvo peor, y ese director tampoco. La actriz inglesa en una de las nominaciones a los oscars más injustificadas, da un recital de histrionismo en un papel que ni por edad ni por físico le convienen. El resto de la historia contiene escenas dignas del sonrojo, con actores secundarios- ¡hola Cindy Williams!- realizando actuaciones patéticas. No pierdan el tiempo. Lo mejor: José Luis López Vazquez.

Abarca demasiado. La primera y última parte estiran, respectivamente, la plenitud y decrepitud de la belleza de la protagonista. Únase a esto el arco temporal en el que los aconteciminetos históricos más importantes en EEUU pasan como anécdotas por la vida de Fanny, sin que percibamos un cambio hondo en su interior. Por otro lado, y siento decir esto, la valiente Bette Davis, por mucho que sea Bette Davis, no da el tipo físico para el personaje, sobre todo en la primera parte: nadie más que sus pretendientes ven esa belleza que eclipsa.
Otro aspecto negativo a destacar es la tediosa música que subraya cada frase y que aquí es ejemplo sobresaliente de lo que no se debe hacer.
El problema es que el tono de la película es de comedia cuando en realidad es un drama. El problema es que para estar basado en una novela queda demasiado teatral todo.
Claude Reins está correcto con sus miradas que valen peso en oro y Orry -Kelly, el diseñador de vestuario, vuelve a lucirse en un amplio abanico de épocas.
Digna de una buena nueva versión para hacer capítulos en televisión.

Al menos son solo tres capítulos. El primero el más interesante y a partir de ahí decayendo. El escenario es el protagonista que saca más provecho y aún así. De los intérpretes Samantha Morton es la única creíble. Los demás están flojos, o bien por defecto (Tim Roth no era el actor para este papel por mucho que interiorice), o bien por exceso: nadie se puede creer las reacciones de Nico Miragrello ante los hechos que tiene que defender su personaje.
Otra cosa que molesta es que al inicio de cada capítulo te cuentan como va a terminar dicho capítulo.

Por un lado una mujer cabezota que no quiere irse de un lugar que le importa un bledo, por otro un sheriff corrupto que ambiciona más poder. Y ya está. El resto de los personajes son peleles que sirven a los intereses de ambos, los actores también, que mala suerte tuvo Joan Crawford eligiendo la mayoría de acompañantes masculinos en sus films. Es cierto que ella, la actriz sin culo pero de expresivos ojos, da el pego como mujer capaz de enamorar a cualquiera, pero no que tenga veinticinco años y no se despeine ni se quite glamour ni cuando "es una pobre chica sucia" con tres dolares en el bolso. Sydney Greenstreet está soberbio y David Brian cumple, pero si quieren ver una lección de malas interpretaciones observen cada escena de Zachary Scott y sobre todo de Virginia Huston. El resto es cine americano puro y duro: buenas elipsis, buena fotografía, buenos escenarios..