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Yo, Cristina F.

Drama Christiane F. es una muchacha de 14 años que vive con su madre en un típico piso colmena en Berlín a mediados de los años 70. Su mayor deseo es escapar de esa realidad e ir al Sound, la discoteca más moderna de Berlín. Un día su amiga Kessi se cuela dentro con ella. En el Sound conoce a Detlev, de quien se enamora, y su grupo de amigos, que se dedican a trapichear con drogas. Para sentirse a la misma altura de Detlev y no quedarse ... [+]
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Críticas 60
Críticas ordenadas por utilidad
21 de mayo de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que este filme alemán me produjo mas escalofríos que un ejercito de hombres lobo sentados sobre los fantasmas de unos niños decapitados. Estamos ante una peli de 1981, adaptación del libro de una joven que se prostituye, trafica y consume drogas. Un menú difícil de digerir.
Se narra la historia de Christiane, una preadolescente de tan solo trece años que se ve sumergida en una espiral de drogas, depravación y dolor. La joven descubre el consumo de heroína al mismo tiempo que conoce el amor, los celos y el deseo sexual, todo ello contado al ritmo de David Bowle, el cual, acepto participar en el filme, interpretándose a sí mismo debido a la personal implicación de la protagonista con el músico. Su primer consumo fue después de asistir a un concierto del artista.
Estamos seguramente ante el filme más auténtico y descarnado sobre el mundo de las drogas, por lo menos en comparación con todas las películas que he visto que han sido miles. Un autentico descenso a los infiernos alejado de las concesiones estéticas de películas como “Trainsportting” o “Réquiem por un sueño”. Olvídense de las drogas cool, de los drogatas con carisma arropados en grandes discursos. Aquí solo vais a ver zombies andantes, con la cara picada, los ojos rojos y la mirada perdida. Gente jodida de verdad, y lo que es peor, todos son chavales. Los actores tienen la autentica edad de los personajes por lo que el realismo de la película resulta aterrador.
El espectador es incapaz de permanecer impasible según avanza el metraje. Todos los elementos, desde la puesta de escena, hasta el vestuario, juegan la baza de la verisimilitud y el filme no ahorra en planos sobre inyecciones, picos y jeringuillas llenas de sangre. De verdad que pone muy mal cuerpo.
La actriz protagonista, Natja Brunckhorst, pone los pelos de punta en su progresivo deterioro físico y emocional. Su conversión en adicta es totalmente creíble, y tiene doble mérito teniendo en cuenta la juventud de la actriz. El resto del plantel, cumple con su papel, sin grandes histrionismos, en busca de esa sensación de realidad.
Si se me permite una concesión al humor diría que lo más terrorífico de todo son los bigotes prepúberes de algunos protagonistas. Pero lo cierto es que estamos ante un perfecto ejemplo del cine sobre drogas.
David Mudarra
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25 de noviembre de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de entrar en detalle, resumiré como ver esta obra. Y es que has de tener paciencia para ver el gran resultado.

Lo mejor de esta obra es su crudeza. Excesiva para algunos, necesaria para otros. No dice nada nuevo sobre el mundo de la droga y la juventud con su eslogan "yo lo dejo cuando quiera tronco". Es más, esto lo hace con un ritmo muy lento e incluso con falta de este.
Pero el amigo Edel nos da la recompensa.
A falta de argumento y ritmo nos da imagen. Y lo hace de forma genial.
Nos envuelve en una atmósfera sucia, decadente, asfixiante... y usa varios recursos para ello.Las calles grises, la suciedad de los lugares donde meterse, el ver demacrarse a los personajes (física y moralmente) y lo que para mí es la mejor escena (no es SPOILER, es algo que sabes que verás si conoces el argumento de la obra). La desintoxicación y "el mono" que pasa la pareja protagonista.

Una buena obra que merece ser vista en especial por la gente más joven, donde con música de David Bowie y escenas bastante duras se da una visión realista de lo que es la adicción.

Nota: 7,5
FOR8NER
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24 de noviembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso como funciona nuestra mente, encontrando belleza en una película cuyo adjetivo estético más próximo es la fealdad. Todo, a excepción quizás de la protagonista, es feo. Los secundarios son feos, el entorno, el ambiente claustrofóbico, la sensación de insalubridad y suciedad permanente del metro, los baños públicos, etc. Y sin embargo, una fotografía que no pretende enmascarar lo que retrata, una melena roja desaliñada, una música ochentera y la magia del cine hacen que 'Yo, Cristina F.', a pesar de ser una película que es retrato continuo de la miseria, sea una película artísticamente bella. Fría, oscura, sucia, claustrofóbica y repugnante, pero bella en su conjunto.

Y es que una gran virtud que puede pasar desapercibida es que se trata de una película marcadamente europea. Esa ausencia de artificialidad cinematográfica (diálogos artificiosos o trucos de realización) es básica para rodar una película con un tema tan duro como es la adicción a la heroína, y más aún si los adictos son críos que tienen que prostituirse para pagar sus dosis. Cualquier posicionamiento moral, ya fuera a través del guión o de la realización, hubiera sido un error. Lo más inteligente que puede hacer el director que decide rodar una película como esa es pasar desapercibido. Contar una historia verdadera, sin intentar lucirse en ninguna faceta. En ese sentido un 10 para Uli Edel, que narra la crudeza desde la distancia, dejando que sea el espectador el que saque sus propias conclusiones, sin moralismos ni triquiñuelas baratas.
murri
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9 de noviembre de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he podido evitar pensar durante la película, principalmente a partir de que la desdichada Cristina pasa a consumir heroína por la vena, que suerte tenemos que además de todo lo visto no se le suma el factor SIDA, que sólo en cuestión de unos pocos años sería otro factor de mortalidad entre los heroinómanos. Efectivamente, en el año 1981 oficialmente el SIDA arrancaba su mortífera carrera y dado que la película trata de unos hechos ocurridos a finales de los setenta, la vida de politoxicómana de Cristina pudo esquivar los tentáculos de esa terrible enfermedad. Así que sin SIDA, ya ves, como si eso fuera una alegría, como si por pensar que en la película no aparezca estuviera diciendo que "Yo, Cristina F." es un pastel sabroso. No, es dura y jamás se la recomendaría a nadie. Voy a escribirlo en forma de párrafo independiente porque merece la pena subrayarlo:

Es dura y jamás se la recomendaría a nadie.

También me viene a la memoria, cosa fácil e inevitable, otras películas que hablan sobre las drogas, yonkis y todo lo que rodea a la vida del enfermo. Me viene a la memoria el inmenso Pacino, ahí sí, con su pánico en Needle Park. Pocas más como esta cinta alemana. Las más aclamadas, las más famosillas, no hace falta decir los títulos, no llegan al nivel de intensidad de "Yo, Cristina F.". Las escenas en las que esta pobre adolescente y su novio intentan desengancharse son lo máximo que he visto. Hablo de cine y vida, de realidad, no de ficción en este caso. La película es dura porque es real. Se pueden inventar historias duras y jamás serán igual. Y además Bowie suena siempre en el momento más adecuado. Voy a escribirlo como antes:

Y Bowie además siempre suena en el momento más adecuado.

Todos hemos estado tan cerca de las drogas que alguien como ella, como Cristina F., nos debería sonar a todos. Habrá quien no se enteró, pero el caballo estaba en todas partes, galopando y llevándose por delante al más indefenso. Ni catorce años, ya ves, antes de conocer el sexo Cristina ya se picaba en lavabos públicos. No digo más, es impactante, está bien hecha. A mí además me ha dejado tieso...
Luisito
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27 de octubre de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que la vi fue en VOS y acababa de empezar la universidad, por lo que comenzaba mi vida de "adulta responsable"; y por supuesto, aquí una fan absoluta de David Bowie (que no es de mi época, soy una millennial) , que supuso un aliciente extra para ver la peli (mola la chaqueta de Christiane).
Con ese pedazo de disco de "Station to station" (también como título de la canción que canta en el concierto y cuya letra hace alusión a la intrusión de las drogas duras en Europa) y el disco de "Heroes" (otra canción emblemática y que corresponde a la famosa trilogía de Berlín en la música de Bowie) nos adentramos en las calles, viviendas, estaciones de metro y discotecas del Berlín occidental donde muchos jóvenes empezaron a caer masivamente bajo el embrujo de la heroína.

Desconozco si la película llegó a muchos cines españoles, lo dudo muchísimo, porque es bastante incómoda y cruda; pero lo que sí sé, es que el propio libro en el que está basada la peli está descatalogado en España (aquí lo llamaron "Hijos de la droga").

En definitiva, me parece una obra muy buena e interesante que refleja esa parte oscura de los incipientes inicios de la globalización, que marcó a base de jeringuillas a toda una generación, donde muchos cayeron por ausencia de ayuda e información y otros lograron salir del pozo miserable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Begoña
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