Silencio de hielo

Dos años después de su estreno en las pantallas alemanas, llega a España Silencio de hielo, una película sencilla y dura, sin grandes pretensiones ni logros, que no se sale ni un ápice del modelo de cine e historias narradas en esas regiones durante los últimos años.

En un pequeño pueblo alemán, de esos en los que lo más extraño que puede pasar es que un habitante no sea de raza aria, desaparece una niña, en el mismo lugar y con detalles muy parecidos a un crimen sin resolver veintipico años antes. La policía empieza a moverse y a investigar, a través de pequeñas pruebas y testimonios de la época, aunque sin tener realmente demasiada convicción de poder resolver el caso.

La atmósfera de agobio, de inquietud, de soledad, y de lentitud encierran a los personajes en su interior, y lo trasladan a los desafortunados que esperen un poco de chicha y movimiento. Ya sabemos que no vamos a ver CSI, pero tampoco queremos algo que invite a la siesta.

Últimamente se está imponiendo la moda y el gusto por lo pausado y silencioso, que puede resultar muy artístico gracias a las críticas resabiadas de culturetas y plumas que gustan de llamar la atención destacando bodrios que, en tantas ocasiones, acaban de resultar infumables pero admirados por gente que ni las entiende ni haría una película así si estuviera en sus manos la dirección.

Si hacen un par de cintas más como esta, o incluso compartiendo algún personaje, podrán sacarlo en un pack para que le haga la competencia a Wallander o Montalbano, pero un poquito low cost, claro. Si no, directa a las estanterías de la sobremesa prescindible.

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Con todos los respetos para otros puntos de vista, en mi opinión una película aburrida no puede ser nunca una buena película. Esto para empezar.
Mientras veía esta cinta, entre bostezo y bostezo, tuve la impresión de que el director había querido estirar el brazo más allá de la manga (igual no se dice así, soy un poco petardo con los refranes y las frases hechas...). Quiero decir que tal vez quiso romper la linealidad del relato y aproximarnos a la historia a base de fragmentos dispersos que finalmente- a la manera de un puzzle- terminan encontrando su lugar. Lo que ocurre en mi opinión es que el asunto le viene grande y lo que le queda al espectador es la sensación de una película hecha a golpe de hachazos y tediosa hasta decir basta. Por cierto que el título le viene como anillo al dedo, aún sin haberlo pretendido: si quieren un buen catálogo de tiempos muertos y diálogos repletos de obviedades vayan a verla. En cuanto al aspecto estético, si les gusta no el "feísmo" sino lo feísimo, no se la pierdan tampoco. Ni siquiera el cine español más casposo la supera.

¿Todos los alemanes están tan traumatizados?... no puede ser. En este film la culpa campa y atenaza por doquier a los asesinos pederastas, la policía, la mujer del pederasta, la vecina, el peluquero, el lechero ... y la madre que los parió a todos.
Es una bronca de película -y de dos horas-, la fotografía es lo único que se salva; el devenir y el suceder... duerme a las ovejas. El salto en el tiempo está muy mal resuelto, la investigación policial es inexistente (el desenlace os lo pongo en el spoiler); y si lo que se pretende es transmitir la angustia existencial de criminales y policías soportando sobre sus hombros el peso telúrico de la vena sádica de la humanidad, al tiempo que lidian con sus propios dramas internos -debe de venir por aquí la comparación con Haneke-, mejor que se dediquen a la cria del champìñón.

Supongo que en versión original la cosa tiene mejor pase, pero si todo esto os lo tenéis que tragar doblado.... ¡Ni se os ocurra!. El doblaje está cayendo en picado desde que nos falta el Rogelio. Estáis avisados.