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El fuego fatuo

Drama Alain Leroy, un francés alcohólico, casado con una americana, está a punto de terminar un tratamiento de desintoxicación en una clínica privada. Antes de enfrentarse de nuevo a la vida cotidiana decide visitar a las personas a las que estuvo vinculado en el pasado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
30 de marzo de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Articulada con un ritmo pausado, reflexivo y preciso, Malle habla de la pervivencia de la amargura, subrayando poco a poco los estados de ánimo del personaje que van naciendo de sus miradas y sus gestos más que sus actos. Es una película rodada cuando el cineasta estaba imbuido aún por el placer del encuadre. Se inicia con una fuerza visual intachable, Alain (Maurice Ronet) y una amante reencontrada están en la habitación de un hotel, el cineasta muestra primeros planos de la pareja abrazados en la cama, la maravillosa música de Erik Satie (otro inadaptado al mundo que le tocó vivir) expresa, como en todo el film, un extraño sentimiento de tristeza, de melancolía y de cierta ironía congénita a las tomas de postura del protagonista, son escenas de una prodigiosa sensualidad, escuchamos la voz interior de él sintetizando la situación, recurso habitual que ayuda al carácter introspectivo de la película que asumirá de forma radical.

Inspirada en la novela homónima de Pierre Drieu La Rochelle, casi una confesión autobiográfica del polémico escritor y aristócrata francés, vanguardista de la vida intelectual francesa en los años 30, simpatizante y colaboracionista con los nazis, durante la Ocupación. “Fuego fatuo” es adaptada por Louis Malle a la Francia de los años 60, es la crónica gris de un hombre que acaba de pasar una cura de desintoxicación alcohólica, tras un doloroso fracaso matrimonial. Una vez abandona la clínica se dirige a un París inhóspito y nocturno, para visitar a sus amigos y conocidos, buscando infructuosamente abrigo, complicidad o comprensión, porque lo que encuentra es una galería variada de seres fantasmales, ambiciosos, egoístas, decididamente estúpidos la mayoría y mediocres el resto. Escuchamos los pensamientos íntimos del personaje, escenas hirientes en las que el ritual de una burguesía desconcertante se ofrece en toda su salvaje hostilidad (la escena de la cena) van construyendo el descenso de este personaje sin rumbo y desorientado hacia el abismo, el amor ha muerto o quizá nunca existió.

Alain Leroy es un hombre frágil y angustiado, aunque vivió rodeado de mujeres que nunca le amaron, o él tampoco supo amar, ahora ni el sexo puede aliviar su dolor, que no es físico sino moral. Bien ayudado por las frías y grises tonalidades del operador Ghislain Cloquet, el film se va cargando de asfixia, Alain está terminando de leer la novela de Scott Fitzgerald “El gran Gastby”, otro ser triste y misterioso que no encontró la felicidad. Nuestro hombre guarda celosamente envuelto en un pañuelo de seda un objeto que le gusta acariciar como una joya o un tesoro liberador de su pesimismo existencial. “Dejaré sobre vosotros una mancha indeleble”. Es la película de Louis Malle, una historia urbana de miedo y hastío, la que mejor ha sabido retratar un estado de ánimo como es el dolor del alma.
Antonio Morales
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23 de junio de 2013
18 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un señor que tiene esposa y amante que le dan dinero se pone a quejarse de la vida en plan de quinceañera aburrida, que suerte que tiene este borracho que siempre encuentra casa y comida, cenas esplendorosas, un borracho que no trabaja pero vamos debe ser el borracho más afortunado que conozco, alguien que llega a tener una adicción es lógico que pierda cosas, se vuelva insoportable, que las personas más cercanas a él se alejen, pero no, este señor borracho es mimado por todos, es el amante más solicitado, pero en medio de todos los mimos él se sigue quejando de lo miserable que es vivir, todo esto me huele al peor cine teatral.

Pues he visto con mucho interés esta famosa película francesa y mi opinión es que es muy interesante en el aspecto de las imágenes, me refiero a esas imágenes tan cercanas y tan cambiantes.
Todo bien con las cosas técnicas pero lo más importante para mi es que la historia de una película me haga suyo, me haga partícipe de sus emociones y nada de eso pasa, no puedo dejar de sentir una gran impostura en todo lo que me cuentan, no logro sentir el esplín que supuestamente debería ofrecer esta película.

Que feo ha envejecido la Nouvelle vague, hay escenas tan ridículas como el encuentro del borracho con unos seudos-poetas, que asco de escena, que falso, que ridícula, todo tan solemne, soltando frases rimbombantes.

El borracho de Freddie Quell en la película The Master: ese sí que es un borracho autodestructivo, que impresiona y da miedo y te hace pensar hasta que punto se puede llegar cuando te vuelves alcohólico.
Las películas Solas y Fat City sí que supieron mostrar esa vida angustiosa que te arrastra al alcoholismo, ésas películas transmiten vida a diferencia de la película El fuego fatuo que sólo transmite una cargante teatralidad.
Cero por la boca
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10 de julio de 2012
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película sobre el alcoholismo difícil de ver y de seguir, que trata sobre un hombre que después de estar en tratamiento tiene miedo de volver a la vida real, y visita a todos sus conocidos y amigos antes de irse definitivamente de la clínica. Es confusa, porque, ¿con que pretexto hace esas visitas?, supongo que será para saber si vale la pena vivir en el mundo que lo impulso a beber, o para saber si podría aguantar la presión y no volver a recaer, o saber si sus amigos lo apoyarían o lo aguantarían lo suficiente. Lo fácil es rendirse antes de luchar, tanto con el alcohol como con las personas. De la Nouvelle vague, es una forma de hacer cine que no me entusiasma, no la comprendo, y es por mi ignorancia cinéfila por la que le pongo esta nota.
Lo mejor del film es el acompañamiento de piano con la música del grandísimo y genial Satie, escenas que lo decían todo con unas notas de piano.
PABLO
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3 de octubre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Duro e intenso drama que representa una de las grandes obras, aunque quizá no tan conocida, del movimiento cinematográfico Nouvelle Vague. No apuesta tanto por la experimentación visual como por ejemplo lo hacían ¨Al final de la escapada¨ de Godard, o la ópera prima del propio Malle ¨Zazie en el metro¨; ésta recurre a una historia y una forma de narrar más lineal.
¨El fuego fatuo¨ nos cuenta la historia de un hombre alcohólico en rehabilitación y su imposibilidad de reinsertarse en la sociedad y vivir su vida. Todo lo que antes tenía sentido para él ahora carece completamente, y por mucho que lo intente no puede volver a encontrárselo. Es algo que ha perdido y no volverá jamás.
A pesar de que el tratamiento por parte de Malle a la historia, intimista, sea más cercano a cineastas como Antonioni, hay en algunas escenas un tipo de montaje característico de la Nouvelle Vague donde se rompe el tiempo y el espacio. Y en el caso de ¨El fuego fatuo¨ resulta hasta apropiado para la historia, demostrando Malle que lo intimista y lo experimental pueden conjugar bien, sin desentonar en absoluto. Gracias a estas técnicas de dirección, al uso del blanco y negro y la gran expresividad actoral se crea una atmósfera oprimente, agobiante que dan credibilidad y fuerza.
¨El fuego fatuo¨ es una de esas películas en las que uno se introduce de lleno y no puede dejar hasta su tremendo final. Esta obra de Malle es tan abrumadora como excepcional. Muy recomendable.
Marcos Sastre
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7 de marzo de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El fuego fatuo es la incandescencia blanca del alma oscura; la sensación de vacío interior que ninguna experiencia ni ningún recuerdo puede llenar; el frío que derrite los huesos y los pulveriza y los convierte en humo; el fuego fatuo es la mórbida y añorada sensación de que alguna vez anduviste muerto cuando te creíste vivo. Es el camino sin retorno hacia el fondo de tus abismos interiores, ese balcón negro adonde nunca te asomas y si lo haces sientes el vértigo del final sencillo y próximo. Es la caída de un ángel herido; es el recorrido eterno de un eterno castigo. Son los ojos inyectados en sangre de quien no conoce el amor ni la pasión ni la vida ni los sueños...los sueños sí, el sueño recurrente de sentirse liberado de sí mismo. Es mirar a un lado y a otro y encontrar que la vida de los otros cobra sentido a cada paso, a cada estímulo y no sentir envidia por ello, sólo querer tener la sensación de descansar. Por siempre jamás... eso es el fuego fatuo de louis malle, un viaje casi documental al alma apesadumbrada y triste de un vividor que ha consumido su juventud en días de vino y rosas, o eran cardos? y que aquello no volverá ni debe volver y que la única vía posible es la alternativa. Luois Malle no juzga, expone y describe y cada cual que se haga sus cábalas. Un ocho
angel
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