El dúo de cineastas austriacos Severin Fiala y Veronika Franz llamó poderosamente la atención en 2014 con su primer largometraje, el drama psicológico "Goodnight Mommy". Cinco años después, con "The Lodge", volvieron un poco a esos terrenos pero, también, los amplían y van unos pasos más allá.

Durante su prólogo ocurre cierto suceso, tan impactante como inesperado, que nos pone en tensión. Una tensión que, aún con ciertos altibajos de ritmo, se va a mantener durante todo el metraje, del mismo modo que experimentaremos un continuo efecto de desasosiego y de mal presentimiento. La inquietante puesta en escena, los giros de guion, y la sobresaliente labor de, prácticamente, todos los actores hacen que uno no desconecte. Es de agradecer y de valorar, igualmente, al menos en mi caso, que los directores no recurran a lo gratuito ni al efectismo fácil.

"The Lodge" no es un film para todos los paladares. Su ritmo pausado no convencerá a todo el mundo y, de hecho, como comenté más arriba, no siempre logra mantenerse del todo; y aunque se dan suficientes pistas para entenderla, deja algunas preguntas que el espectador ha de responder y armar por sí mismo como si de un pequeño puzzle se tratara. Tras su visionado es inevitable pensar en ella con calma y de forma reposada.

Película que, lejos de ser perfecta, es perturbadora, inteligente y, para mi gusto, bastante superior a "Goodnight Mommy".

Después de la excelente "La bruja", ésta segunda película de Robert Eggers le confirma, sin cuestionamiento alguno, como uno de los cineastas más prometedores del cine de terror y fantástico actuales. No se acomodó tras el éxito de su debut ni nada parecido, pues "The Lighthouse" es aún más ambiciosa, atípica y con un nivel de exigencia alto.

Filmada en un extraordinario blanco y negro y en formato 1.19:1, con la pantalla prácticamente cuadrada, consigue una atmósfera angustiosa y tétrica desde el plano inicial que te envuelve y no te suelta hasta el final. Un prodigio a nivel estético que alude, sin problema, a Murnau, a Orson Welles, o a los dramas psicológicos más espeluznantes de Bergman. Las sombras de Poe, Lovecraft o, más explícitamente, de Herman Melville como referentes literarios también sobrevuelan la historia, del mismo modo que lo hace la mitología griega. Otro punto fuerte es el diseño sonoro y la música, tremendos, con efectos de sonido desquiciantes que, unidos a las poderosas imágenes, aumentan el ambiente malsano y perturbador.

"The Lighthouse" es muy distinta a "La bruja". Los elementos que tienen en común son el ritmo pausado, y el hecho de que sea un film que quiera desmarcarse del canon del cine de terror contemporáneo. Ni siquiera se parecen en la utilización de la tensión. Mientras que "La bruja" va in crescendo según van pasando los minutos, en "The Lighthouse" nos encontramos con escenas de una tensión fuerte con otras más calmadas, y así se van alternando durante el metraje hasta llegar a un desenlace sorprendente y estremecedor. Esa incertidumbre la siguen y la acentúan impecablemente sus dos “únicos” intérpretes, Willem Dafoe y Robert Pattinson, absolutamente colosales, y que protagonizan un brutal duelo actoral digno de enmarcar.

Como sucedía con "La bruja", "The Lighthouse" no convencerá a todo el mundo, pues Eggers se la juega mucho y no es nada complaciente con el espectador. Ahora bien, aquellos a los que este film se les introduzca bajo la piel y dentro de su mente, no lo van a olvidar fácilmente.

Es probable que Lav Diaz sea, junto a Brillante Mendoza ("Kinatay"), el cineasta filipino actual más reconocido. Cada película que realiza tiene presencia asegurada en Cannes, Berlín o Venecia (donde consiguió el León de Oro en 2016 con "The Woman who Left"), algo muy relevante, ya que da cierta visibilidad al cine de un país que, en Occidente, mayormente desconocemos.

En la edición de 2018 del Festival de Sitges se exhibió su anterior obra: "Season of the Devil", un musical de terror ambientado durante la dictadura de Ferdinand Marcos, y en la del pasado 2019 llegó "The Halt", cuya premisa es también muy singular: En el año 2031, unas nubes provocadas por unas erupciones volcánicas han dejado en la oscuridad total al sudeste asiático, y en Filipinas se han desatado protestas violentas contra el presidente Navarra, que gobierna el país con mano dura. Diaz rueda esta distopía futurista con planos de una composición meditada y en un blanco y negro cuidadísimo, lleno de contrastes.

El personaje de Navarra es el más destacable, con diferencia, de toda la película. Es retratado como un dictadorzuelo con serias dudas ante decisiones difíciles que ha de tomar, contradicciones, y cómo, en el fondo, se siente profundamente solo. Es indiscutible, igualmente, que es un tipo con no demasiadas luces y que a veces hace y dice cosas de lo más absurdas, irreales y esperpénticas.

Estas características funcionan bastante bien como contrapunto cómico y, junto a las demás, aportan matices. El resto de personajes, por desgracia, se quedan en poco más que esbozos, y alguno de ellos podría haber dado muchísimo más juego. Hay componentes interesantes, pero apenas llegan a nada.

Pero, por encima de todo, el principal escollo de "The Halt" es su excesiva duración de 276 minutos. De ninguna manera, ni por lo que cuenta, ni por cómo lo cuenta, se justifica un metraje tan brutalmente kilométrico que hace, de forma inevitable, desconectar en demasiadas ocasiones de la pantalla. El resto de la filmografía de Lav Diaz se compone, mayoritariamente, de films tan extensos como éste y mucho más (el “récord” lo tiene "Evolution of a Filipino Family", de 10 horas de duración). En mi caso, al menos, no tengo problema con las películas largas siempre y cuando haya una razón para ello y sea atractivo lo que se está narrando. Y el cine de Diaz suele tener valoraciones positivas, pero por el momento no le cojo el punto en absoluto.

No me arrepiento de haberla visto, pues no creo que llegue jamás a España y es muy seguro que, aunque pase tiempo, no será fácil de conseguir. Pero al mismo tiempo también digo que, salvo alguna escena o momento puntual, no tengo intención de volver a verla.

Desconocida coproducción franco-hispano-portuguesa que adapta una novela corta de Antonio Tabucchi, autor de reconocidas obras como Sostiene Pereira que estuvo siempre interesado y fascinado por Portugal. "La línea del horizonte" es una película que pasó totalmente desapercibida por los cines españoles, se ha emitido alguna vez de madrugada en televisión, y actualmente conseguirla es tarea realmente dura.

El cineasta portugués Fernando Lopes, fallecido en 2012, nos cuenta una curiosa historia que comienza como un sencillo thriller, con el asesinato de un hombre en el puerto de Lisboa y la posterior llegada del cuerpo al depósito. Progresivamente todo va transformándose en algo más enrevesado y misterioso desde el momento que el médico forense que va a practicarle la autopsia se reconoce a sí mismo pero treinta años más joven. A partir de ahí entramos en un terreno más psicológico, existencial y también metafórico.
La Lisboa que el reconocido Aguirresarobe fotografía es tenebrosa, inquietante, con calles oscuras y escasos momentos de luz. Esto, junto a la excelente y angustiosa interpretación del veterano Claude Brasseur, además de una tensión creciente y muy bien sostenida, hacen de "La línea del horizonte" un notable film, alejado de convencionalismos, que merece la pena visionar. No es perfecta, no obstante, pues tiene alguna cosa un poco cogida por los pelos y su final quizá sea algo previsible (aunque, siendo justos, por escasos minutos antes de que llegue).

"La línea del horizonte" está lejos de ser una obra maestra, tampoco pretende serlo, pero es sin duda muy honesta en el intrigante rompecabezas que propone al espectador. Una digna película que merece más reconocimiento del que tuvo en su momento, prácticamente nulo, y que así sigue siendo a día de hoy.

Nueva película de Gus Van Sant, "famosa" por ser la más masacrada por la crítica y el público en la edición de 2015 del Festival de Cannes. Pocas dudas tengo de que incluso es una de las películas más criticadas de la historia del festival, o al menos de los últimos años. Van Sant es un muy interesante cineasta que ha tenido sus más ("Elephant") y sus menos ("Psicosis"), pero las terribles críticas vertidas sobre "The Sea of Trees" son cuanto menos sorprendentes. Y más aún después de haberla visto.

"The Sea of Trees" tiene un tono más convencional que muchos otros filmes de Van Sant, por tanto que nadie espere algo similar a la Trilogía de la muerte (a pesar de que su planteamiento remita un poco a "Gerry") o, por ejemplo, "Paranoid Park" porque puede resultar decepcionante. El guión de Chris Sparling ("Buried") resuelve algunas situaciones de manera forzada, precipitada y a veces cae en un dramatismo demasiado facilón e incluso sobrecargado (el flashback de la ambulancia). Por otra parte hay algunos diálogos que suenan poco naturales, y eso también perjudica al film.
Sin embargo "The Sea of Trees" acierta notablemente en el apartado técnico, con una excelente fotografía tanto para las escenas diurnas como para las nocturnas, así como un gran diseño de sonido para sacar el máximo provecho al bosque. A su vez Van Sant demuestra que sigue siendo un director con pulso en algunas secuencias, en mi opinión brillantes, como la conversación frente a la hoguera o la primera vez que el personaje de McConaughey entra en el Aokigahara. La música, aún siendo en ocasiones fascinante y envolvente, subraya demasiado algunas escenas, pero tampoco resulta un lastre.

Pese a sus fallos, "The Sea of Trees" es una película que se deja ver, no aburre, posee interpretaciones intensas y consigue hacer reflexionar sobre temas como la culpa, el dolor de la pérdida, el arrepentimiento o la redención. Van Sant no ha rodado una joya, ni siquiera una buena película, pero la defiendo y más aún tras las abominables y, en mi opinión, desproporcionadas críticas.