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El viaje a ninguna parte

Drama. Comedia Franquismo, años cuarenta. En una compañía de cómicos de la legua medio emparentados entre sí, aunque no recuerdan con precisión cuál es su parentesco, surgen amores y desamores. Hay separaciones dolorosas y encuentros felices; el trabajo se entremezcla con el amor, los problemas económicos con los familiares, y el hambre con el sueño de alcanzar el triunfo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 56
Críticas ordenadas por utilidad
18 de agosto de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fernando Fernán Gómez fue un artista polifacético, que podría haber vivido en el renacimiento por su talento y su categoría de genio. Dominó con maestría todas las facetas del teatro, el cine y la literatura. Supo retratar con maestría entre éxitos y fracasos, la España de la postguerra con films que están en la memoria de todos. Películas estimulantes, llenas de inventiva, con una serena mirada entre lo grotesco y lo esperpéntico, donde la visión crítica y reelaborada de la personalidad de lo español es lo esencial. “El viaje a ninguna parte” nos pone en contacto con algunos de los temas, experiencias y resoluciones cinematográficas que han ido jalonando la trayectoria de esta artista total.

La película abarca muchas ideas, muchos conceptos narrativos, diferentes registros emocionales y estéticos. Su estructura es tan itinerante como la de los propios protagonistas, un grupo de cómicos que recorren puebluchos y aldeas mugrientas por casinos y bares, ofreciendo sus espectáculos ingenuos y pícaros en la España mísera y hambrienta de postguerra. Amenazados por la sombra de las proyecciones cinematográficas ambulantes que empiezan a estar más solicitadas que sus clásicas comedietas y durmiendo en cuartuchos corroídos por la humedad, sus vidas languidecen entre la penuria y los sueños. La emotiva y desgarrada historia es narrada en varios “flashbacks” por su protagonista, Carlos Galván (José Sacristán), quien desde un asilo pasa repaso a su vida.

El film es una crónica cotidiana, a menudo tierna, y en muchos momentos cruelmente irónica, transitando por caminos angostos de piedras y barro, con sus maletas de cartón, entumedicidos del frío en sus abrigos raídos. Pero también es una reflexión sobre los recuerdos y la ficción, sobre la memoria que se deja seducir a veces por vivencias imaginadas, confundiendo la realidad con los deseos. En el fondo, el film intenta evidenciar que al final de la existencia humana lo que realmente importa son los hechos recordados, al margen de que hayan sucedido o no. “El viaje a ninguna parte”, precioso título, nunca mejor podría describirse el film, más allá de sus conjeturas entre ficción y realidad. El periplo tragicómico del grupo de actores por una España desolada, patética en muchos aspectos, triste pero salpicadas de anécdotas jocosas producto de la reflexión del cineasta, sobre un mundo que le es cercano, se convierte en lo más estimulante de la propuesta global.

De una factura impecable, este grandioso e imperecedero film cuenta con unas secuencias antológicas que por su genialidad y humanismo – ese monólogo de Galván reivindicando su derecho al trabajo, me recordó al James Stewart en su monólogo ante el senado en “Caballero sin espada” - forman parte de nuestra memoria, además de un grupo de actores españoles que todos conocemos, acordes con los personajes y que nada tiene que envidiar a los “castings” americanos. Una historia inmortal que refleja las virtudes y defectos del ser humano pero desde el cariño y la comprensión, y por supuesto, constituye un homenaje a aquellos “cómicos de la legua”. Una película para revisarla muchas veces.
Antonio Morales
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8 de mayo de 2009
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Somos vagabundos", a partir de esa frase ya vas comprendiendo la dificultad y esfuerzo de un grupo casi familiar de cómicos ambulantes en una etapa en la que faltaba comida y dinero, además del enemigo del cine que iba por los pueblos. Se centra sobre todo en la vida del personaje de José Sacristán, sobre el cual giran el resto de personajes, que vienen y van, salen y entran en su vida dependiendo de las oportunidades que les salgan de vivir mejor.

Hay que destacar el ambiente lóbrego y sombrío de la película durante todo el metraje, que te ayuda a meterte en la época en la que se desarrolla. Además de dar un tono triste y melancólico a toda esta "obra teatral".

Por otra parte el final se hace extenso, prácticamente en la última media hora, no ocurre nada, simplemente se dan vueltas sobre un mismo tema, que por cierto, ya lo prevees durante el metraje.
panchito
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17 de julio de 2006
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravilloso deambular el de estos nómadas decadentes y decaídos que se arrastran por la fracturada España de posguerra. Es penoso su afán de sobrevivir en la dignidad otorgada al que se sabe artista. Testigos involuntarios de dos épocas, entonan un entrañable y agridulce poema al adiós.
HUB
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5 de febrero de 2007
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso, como hay genios que son capaces de hacernos conmover con algo tan sencillo como una "Historia de Cómicos". El viaje a ninguna parte es para mi la obra que mejor representa el mundo de la farándula en la España de inicios y mediados del siglo pasado.
Fernán Gómez, es sin duda, el mejor artista que ha pasado por el cine español, y este cuento, nos demuestra que no todo es de color de rosas, en un mundo que muchos consideran idílico.
Una obra maestra
Atnariel
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11 de noviembre de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
De lo mejorcito del cine español, no sólo por ser el reflejo de una época turbia de la Historia de España, sino porque también es el reflejo de una época turbia de la intrahistoria de España, ésa que no sale en los libros. Ésta película es practicamente teatro llevado al cine, de hecho, pienso que ésa fue claramente la intención de Fernán Gómez con interpretaciones magistrales de los grandes actores de cine español todos ellos grandes interpretes teatrales, que cargan de lirismo cada diálogo (o monólogo, y si no vease el de josé Sacristán). Siendo como es, cine intelectual, es la antítesis al cine español de la Movida Madrileña de los años 80.
Pero la interpretación que, con diferencia es la más destacable es la de Juan Diego, que prácticamente parece que hable en verso durante las más de dos horas de película (destaco la escena en la que sorprenden a una pareja en la oscuridad).
Quizá sea un poco paradójico hacer un película sobre cómo el cine acabó con las comedias ambulantes de pueblo en pueblo, pero el resultado merece la pena disfrutarlo.
Por último quisiera comentar la estructura de la película, que crea al espectador lagunas constantes sobre el triunfo y caída (o caída y triunfo) del protagonista, noto una semejanza con la historia de Don Quijote de la Mancha en la vida del protagonista.
Para mí películas como ésta derriban el mito de que el cine español no es de calidad, símplemente hay que saber dónde buscar.
Mención especial a la banda sonora, excelente.
Carlos A Hernanz Mayoral
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