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Nebraska

Drama. Comedia A Woody Grant, un anciano con síntomas de demencia, le comunican por correo que ha ganado un premio. Cree que se ha hecho rico y obliga a su receloso hijo David a emprender un viaje para ir a cobrarlo. Poco a poco, la relación entre ambos, rota durante años por el alcoholismo de Woody, tomará un cariz distinto para sorpresa de la madre y del triunfador hermano de David. (FILMAFFINITY)
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Críticas 226
Críticas ordenadas por utilidad
11 de febrero de 2014
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
25/08(10/02/14) Alexander Payne en su sexto film realiza una conmovedora Oda al Padre. Adapta por vez primera un guión no escrito por él, es de Bob Nelson (hace un cameo en el bar de Hawthorne) inspirándose en la relación con su padre, acierta de pleno, libreto que tiene sus constantes, road-movie, radiografía de la vejez, el paso lapidario del tiempo, estudio de una familia disfuncional, las falsas amistades, el egoísmo, lienzo de la ambigüedad inherente a la condición humana, el reverso amargo del Sueño Americano, temas tocados con ingenio exhibiendo mordacidad, cinismo y humor caustico, retratando a una sociedad mezquina. El vehículo son dos protagonistas entrañables, padre e hijo, alegoría de Don Quijote y Sancho Panza, el padre un hombre de vuelta de todo, al borde de la demencia senil, es el soñador-optimista que recobra la ilusión al creerse millonario, y el hijo es el realista-pesimista que aún sabiendo la verdad hará de escudero en esta travesía homérica por esta meseta manchega americana, estableciéndose una conmovedora relación intergeneracional, en la que el hijo se ve en el espejo del padre, durante esta bella odisea irá redescubriendo a un padre que no conocía, tras el alcohólico cascarrabias que el medio-soportaba hay un hombre con un pasado, con heridas sin cicatrizar que le marcaron, un hombre que pudo haber tenido otra esposa, con unos sobrinos hieráticos y mezquinos. Woody representa a muchos ancianos que en su ocaso de vida se miran y creen sus vidas desperdiciadas, siendo la obra un Canto a la Fuerza motora de la Ilusión.

La historia arranca en Billings (Montana), Woody Grant (gran Bruce Dern), es un hombre mayor obsesionado con ir a Lincoln (Nebraska) a recoger un ‘supuesto’ premio de 1 millón de dólares, una carta le ha llegado comunicándole que ha sido agraciado con este premio en un sorteo, su hijo David (estupendo Will Forte) su familia, su Kate (gran June Squibb), y sus hijos, David (estupendo Will Forte) y Ross (buen Bob Odenkirk), intentan convencerle de que es un timo, pero él sigue empeñado en ir a Nebraska, con el dinero quiere comprarse una camioneta (tiene retirado el carnet de conducir) y un compresor. David tras una reciente separación de su pareja, Noel (correcta Missy Doty), decide acompañar al padre para desengrasar llevándolo en su subaru, son 850 millas, tras un pequeño accidente de Woody, David decide parar en el fin de semana en la ciudad natal del padre, Hawthorne (ficticia, en realidad Norfolk en Nebraska), que les pilla casi de camino, visitaran al hermano de Woody (correcto Rance Howard) y familia, allí ha quedado para una reunión familiar con su madre y hermano.

Bob Nelson expone un relato con efluvios a deja vú, un trayecto de reencuentro entre padre e hijo, es algo muy visto, pero el guionista sabe darle un toque genuino, Payne nos habla de la codicia, de la esperanza, de familias hipócritas, del perdón, de la vejez como patología con los primeros achaques de desorientación, del amor fraternal, del matrimonio, es una tragicomedia tierna, con un delicioso toque humanista, con trazos existencialistas, con un humor inteligente que brota de modo natural. Es una road-movie que discurre por el crepúsculo de la vida, por la nostalgia de las decisiones que marcan una existencia, cercana al espíritu de ‘Una Historia Verdadera’ de David Lynch, siendo el camino un viaje de redención, en el que las emociones manaran de forma fluida sin caer en sensiblerías edulcoradas, goteando una turbadora melancolía, convirtiéndose en una emotivo recorrido. Todo esto enmarcado en un fresco de la América profunda, esa que conoce Payne (es de Nebraska), primero con planos preciosos de carreteras de rectas infinitas, a los lados llanuras interminables sembradas de maizales, y luego con el pueblo de Hawthorne haciendo un estudio de pequeños núcleos donde todos se conocen y se cruzan el bar del pueblo, aquí combina el director los personajes de falsa moral con las gentes de una pieza.

La puesta en escena es de enorme beldad, empezando por un estupendo diseño de producción de J. Dennis Washington (‘El Honor De Los Prizzi’ o ‘Los Dublineses’), proponiendo escenarios rurales sobrios, áridos, despojados de pompa, como las carreteras, las calles, el pueblo de Hawthorne, la antigua casa de los padres de Woody, y esto fotografiado brillantemente por Phedon Papamichael (‘Entre Copas’ o ‘Los Descendientes’), Payne quiso se inspirará en el film de Peter Bogdanovich ‘La Última Película’, además de beber de los fotógrafos estadounidenses que tan bien reflejaron la Gran depresiópn como Walker Evans o Dorothea Lange, por ello es en glorioso b/n, evocando tristeza con cielos grises que transmiten frialdad desolada, con tonalidades que emiten sentimientos sombríos, esplendida, a esto cabe añadir la música de Mark Orton, miembro del grupo ‘Tin Hat’, con un estilo folk-country-blues con profusión de guitarras y violines, yéndole estas melodías como un guante a la narración.

Bruce Dern es alma del film, a sus 77 años inunda la pantalla con su carismático rol, te seduce desde su primera aparición caminando por la carretera nevada y respondiendo lacónicamente a la policía, impresionante presentación, sencilla y apabullante, su llamativa imagen de calvo con canas revueltas enternece, sus andares torpes de pato emocionan, un hierático tipo en el borde de perder la cordura, su poderoso lenguaje gestual expresa que su tiempo ha pasado, su cansada mirada te sacude, maravilloso cuando le hablan y parece no enterarse estando en otro mundo, con su voz carcomida por las vicisitudes, un personaje lleno de aristas, un alcohólico algo descuidado con los hijos, aún así su voluntad quijotesca intenta firmar cheques que su mente no puede cubrir, el actor no cae en la sobreactuación desbordando naturalidad, emitiendo dolor, angustia, sentimientos nobles, veracidad, hastío y del que emana dignidad, no te puedes imaginar que finja, Colosal. (Continua en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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12 de mayo de 2015
24 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡El mundo se vuelve loco!
¡El mundo se vuelve loco!
¡El mundo se vuelve loco!

Lo repito y lo repetiré siempre, los Oscar no es lo que eran, y ahora aún más es un consorcio de varias compañías del entretenimiento, algunas veces bajo nombres de compañías de tercer nivel, pero dirigiendo el cotarro detrás del cristal, que desean los derechos universales del cine, manipulando las votaciones y las opiniones, para hacerse con la exclusividad, un monopolio privado en las sombras de una industria que mueve millones, donde la boñigas pasan a oler rosas y las rosas son feas como el estiércol, así de claro y de simple, y una de esas boñigas es Nebraska, un film, mundano, mediocre, engrandecido de forma magistral por falsos críticos y de miles de incrédulos, que se creen que saben de cine, pero lo único que se ve en la pantalla, es un deambular penoso de un padre y un hijo, aburrido, que invita al sueño ante la carencia de diálogos originales, que te hace tirarte de los pelos ante esa fotografía pseudo original y sobre todo el de pegarte con una piedra en la rótula por la emotividad que transmiten en su sarcástico y raquítico deambular sobre el asfalto de la mediocridad estadunidense, sin olvidar en su camino a los típicos retrasados paletos americanos, mostrándolos como unos deficientes de anormal personalidad, que son capaces de ser felices con una cerveza y una violación de vez en cuando.


Para mí, aparte de ser (educadamente) una decepción, es una auténtica (malhablado) mierda, qué quitando a la vieja y sus directos chispazos, no valdría (malhablado) ni para limpiarse el culo.


Gracias por vuestra atención y cada cual opine como quiera, que yo sé lo que tengo que opinar ya que no soy ciego.
Ranxomare
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12 de febrero de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el primer segundo y hasta el último, cuenta tras cuenta, se van enhebrando en el cordel. Son bolitas de colores; ni muy vivos, ni brillantes, más bien discretos y algo simplones que van cayendo una sobre otra dando significado a un paisaje humano desmedido por lo burdo. Payne nos cuenta una complicada historia con palabras aparentemente ingenuas y elementales, desnudando con parsimonia y tranquila tozudez los defectos de una sociedad envejecida, cruel y acartonada. El resultado es una película espléndida, llena de matices y escandalosos silencios; cargada de espesos mensajes que cuesta asimilar y que dejan un sorprendente regusto.
aldade
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9 de febrero de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si “La vida es bella” representaba en cierta medida un regalo de un padre hacía su hijo (nada más y nada menos que el de la vida o supervivencia), “Nebraska” supone un presente a la inversa. Un gesto de amor hacía un progenitor que, como se le explica al espectador al principio de la película en una conversación entre sus dos vástagos, siempre ha ido a su aire.

En su sexto trabajo, el director Alexander Payne vuelve a ofrecernos una comedia dramática al igual que hiciese en su anterior película, ‘Los descendientes’. En este caso nos presenta el viaje que tiene que realizar un hijo con su testarudo y alcohólico padre para acompañarle a recoger un falso premio de un millón de dólares desde Montana a Nebraska. El viaje supondrá un regreso a los orígenes y el descubrimiento de su propio progenitor.

Con estos mimbres, el director norteamericano nos embarca en este hermoso trayecto a través de la América profunda que él tan bien conoce (nació en Nebraska hace 52 años). Una Norteamerica de paisajes dominados por grandes llanuras, prácticamente sin vegetación; el medio oeste norteamericano de gente dedicada a trabajos manuales que empleaban y emplean su tiempo libre en el bar pegados a una cerveza con los mismos compañeros de toda la vida. Eso es lo que quiere retratar el director y para ello recurre al blanco y negro. Cuando el protagonista llega al pueblo que le vio nacer y crecer, parece como si nada hubiese cambiado, familiares a los que no veía desde hacía décadas casi no intercambian más que unas pocas palabras y casi sin sentimiento. En el aspecto técnico sobresalen una fotografía (con nominación al Oscar incluida) a cargo de Phedon Papamichael y una BSO a cargo de Mark Orton que recuerda a la música de la extraordinaria ‘Una historia verdadera’ (David Lynch 1999)

Nebraska es, una comedia dramática que a pesar de parecer muy simple en su desarrollo tiene muy buen ritmo y no decae en ningún momento. Y cuando parece que está bajando su nivel, el director nos regala uno de los mejores finales de los últimos tiempos. Simple, pero cargado de gran belleza.

Más datos sobre esta y otras películas en nuestro blog: http://argoderse.blogspot.com.es/
Daverunner
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13 de febrero de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pequeña joyita. Una historia que nos recuerda, para quienes tenemos padres que se están haciendo grandes, que a esa altura nos tenemos que dedicar a darles los gustos, a mimarlos simplemente. Pero la gran virtud de ‘Nebraska’ es hacer que “sea gran cosa” la historia de personas cuyas vidas, como las del 99,9% de la población mundial, no es gran cosa. Esta es la historia del “viejo gruñón” Woody Grant (Bruce Dern, elegido Mejor Actor en el Festival de Cannes por esta actuación) quien, en su inocencia y testarudez, cree haber ganado un millón de dólares luego de recibir una carta de una revista que decía eso (como cuando aparecen en el navegador de internet carteles que dicen “ganaste” tal o cual cosa). Sus hijos y esposa intentan persuadirlo para que se olvide del asunto, pero Woody vive escapándose para ir, caminando, hasta Lincoln (a 800 millas de distancia de Billings, donde ellos viven). Su hijo David (Will Forte), que también lleva una vida opaca y miserable, decide seguirle la corriente y adentrarse en esta aventura para pasar tiempo con un padre del que sabe sólo que ha sido alcohólico toda su vida.

Alexander Payne (autor de ‘The Descendants’, de la ganadora del Oscar al Mejor Guión ‘Sideways’, ‘About Schmidt’, entre otras) propone una road movie en blanco y negro con una musicalización que sirve para reforzar el tono entre alegre, triste y melancólico del film. Cómica desde el accionar y la gestualidad de sus personajes, pero también en los muy buenos diálogos que suelen darse entre David y Woody, o cuando interviene Kate Grant (June Squibb), la madre y esposa respectivamente. ‘Nebraska’ habla sobre el paso del tiempo, sobre lo irremediable de la vejez, y sobre lo poco que podemos conocer de personas con las que hemos pasado gran parte de nuestras vida, como dice Borges, “únicos e insondables” somos todos los individuos. Pero también, desde la ternura, ‘Nebraska’ obliga a David a mirarse a sí mismo, tal vez, a través de otros ojos, los de su padre. A medida que transcurre la película, es el pasado descubriéndose (doloroso pero revelador) lo que los une en un viaje que debe terminar en el final, ese que surgió como una excusa para “cambiar de aire”, o que fue sólo el producto de un impulso de David para satisfacer a su padre, o que simplemente iba a servir para que el “viejo” deje de joder con las escapadas. Y ese final se va convirtiendo en algo simbólico, en una “mentira verdad” que sirva para impartir algo de justicia, que pueda transformar la rutina en suceso y lo opaco en célebre. Aunque sea, realmente, sólo por unas cuadras será, para Woody y David, “algo que les dé sentido a sus vidas”.

www.quecinemirar.blogspot.com.ar
gonzafer85
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