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En realidad, nunca estuviste aquí

Thriller. Drama Joe (Joaquin Phoenix), ex marine y antiguo veterano de guerra, es un tipo solitario que dedica su tiempo a intentar salvar a mujeres que son explotadas sexualmente. No se permite ni amigos ni amantes y se gana la vida rescatando jóvenes de las garras de los tratantes de blancas. Un día recibe la llamada de un político porque su hija ha sido secuestrada. (FILMAFFINITY)
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Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
2 de diciembre de 2017
17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
A simple vista no lo aparenta, sin embargo el vínculo entre los tres largometrajes de Ramsay es en realidad muy estrecho. Si nos fijamos, en mayor o menor medida, la directora representa infancias difíciles, incluso tortuosas, que son el abono incuestionable de una vida violenta. En las dos primeras el reloj se detenía en la juventud y "En realidad nunca..." avanza hasta la vida adulta para que conozcamos a un personaje cuya mente al borde del colapso es el resultado de la fricción con los grandes problemas de su época. El itinerario seguido hasta ese punto es primero una infancia (indirectamente) protagonizada por un padre violento que fabrica un individuo cuya personalidad ve en los conflictos armados el lugar dónde camuflar los conflictos internos. Quizá después de Afganistán, o quizá antes, un flash-back nos da a entender que también trabajó como guardia en una frontera, etapa en la que descubre un camión repleto de cadáveres (posiblemente de inmigrantes o trabajadoras ilegales) que se suma a su larga lista de traumas. El nombre del protagonista es muy corriente sin duda de forma intencionada. La narración se centra en cierta red oscura y abyecta de prostitución manejada y utilizada por políticos de alto nivel, idealmente corruptos. Si hacemos la suma obtenemos una radiografía hábilmente disfrazada de thriller acerca de la sociedad: violencia de género, políticas internacionales invasivas, políticos viciosos, fronteras violentas... son el efecto causado por una sociedad atomizada que fabrica individuos que protagonizan titulares brutales. Las escenas de exterior captan con mucha naturalidad un ambiente callejero perfectamente cotidiano, despreocupado, inofensivo, que sin embargo está atravesado por corrientes verdaderamente oscuras que o se ignoran o se tratan de ignorar. Y que sin embargo están ahí. Casas que albergan prostíbulos de menores, asesinatos disfrazados de suicidios, luchas que conviven en armonía con canciones de pop melódico. Es una nación dónde el enemigo es interno antes que externo.

De no ser por la desconfianza que me genera el término, explotado hasta el cansancio, diría que en un nivel profundo la película es una crítica al patriarcado. En todo caso, Joe es un hombre que lamenta profundamente esa pérdida de la inocencia, por eso, en la escena más extraña que haya visto en mucho tiempo, en el clímax que sucede en un lujoso dormitorio, presenciamos unas lágrimas amargas de un ser colapsado ante tanta brutalidad acumulada, por tanta maldad presenciada. No se trata que nos hermanemos con un sicario que parece sacado de una novela de William Vollmann, si no que comprendamos que su mente es como la nuestra. Las cuentas atrás mentales que hacen tanto Joe como la muchacha, nos equiparan a ambos personajes. Joe se identifica con ella, se implica a fondo en la situación de ella porque desea preservar su inocencia, quizá para palpar algún tipo de esperanza. ¿Es eso posible? La escena final, tras mucha crudeza, así parece apuntarlo.

Entiendo que el subtexto está hábilmente disimulado y que la narración es poderosa, pero lo que de verdad me parece que la hacen saltar a un nivel superior son los medios cinematográficos con los que se plasma y se expresa el argumento. Cuando salgo de una película con la percepción sensorial afectada, mirando minutos después el mundo como en el cine, sé que estamos frente a un artista que no se ha acogido a tópicos y fórmulas y que ha acertado a equiparar el funcionamiento de la narración visual con el de mente del espectador. Por unos minutos hemos estado en la mente de Joe y tiempo después permanece en la nuestra. Las escenas que vemos en segundo término, las elipsis bruscas, los detalles en apariencia triviales y que sin embargo colman la atención, la música sincopada que se adapta a estados mentales alterados, los cortes bruscos del plano, los encuadres imperfectos que representan visiones parciales... la galería de recursos me parece rica y hábilmente meditada y puesta en escena. Además, para otorgarle la consideración de obra culminante, exijo que la película regale algún tipo de imagen que perdure en la mente. Días después de verla, la escena del doloroso entierro acuático me sigue removiendo el interior.

En suma, estamos ante un largometraje que habla con autenticidad de nuestra época, con rigor dramático, sin miedo a correr riesgos y con unas formas hábiles y nada socorridas. Sólo una mente muy embotada e imberbe puede ver en ello una muestra de autocomplacencia. No es desde luego accesible, pero modestamente opino que cualquier cinéfilo hallará en "En realidad, nunca estuviste aquí " un ejercicio de excelencia.
Jean Ra
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3 de diciembre de 2017
19 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Películas distinta, original y anticomercial que demuestra mucha valentía y seguridad en lo que cuenta y lo que cuenta lo hace bien y con unos planos y escenas para quitarse uno el sombrero. Posiblemente uno de los ejercicios cinematográficos mas valientes y originales de lo que llevamos de año.

Joaquien Phoenix directamente se come la pantalla. Su personajes es complejo, atormentado, repleto de matices y con un pasado turbio y desgarrador y nos muestra una actuación físicamente muy potente complementada con grandes dosis de la psicología del personaje. Brutal, resumiendo en una sola palabra.

El argumento es sencillo pero impactante, sobre todo por la forma en como se nos cuenta y en como esta rodado. Los planos que emplea la películas son simplemente perfectos rozando algunas escenas lo onírico y trasladando una gran cantidad de sensaciones al espectador. A pesar de ser una película de acción toca muchos géneros, encontraremos pasajes puramente dramáticos (hay uno en un lago realmente sobrecogedor), también un poco de Thiller y algo de suspense. Impresionante como la cámara juega con reflejos en espejos, con las luces y las sombras, reinventándose en cada una de las escenas para ofrecer siempre algo novedoso y distinto.

Impresionante también algunas escenas por lo que sucede en ellas, en particular hay un par de ellas que yo creo que nunca antes jamás en el cine había visto algo parecido por el impacto que provocan (Esas dos manos juntándose mientras ambos personajes cantan, puffff. O la ya citada escena del lago. Tremendo)

La música juega otro papel fundamental, es otro personaje mas, sirve para mostrar perfectamente los sentimientos del protagonista así como sus estados de animo acompañándonos durante toda la película en un viaje de descenso a los infiernos.

Y el final señores, menudo final, inesperado y crudo a partes iguales.

Mi consejo si tenéis la oportunidad de ir a verla al cine no os la perdáis, es uno de los ejercicios cinematográficos mas redondos, valientes, impactantes y diferentes de todo lo que llevamos de año. Mi nota final de un 9.5/10
aragornn
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12 de abril de 2018
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno ve esta película, es como si alguien le zarandeara a lo bestia, como para que nos despertáramos de una vez del sopor emocional que tenemos ante la sociedad que nos rodea: lejos de la falsa comodidad de los programas de entretenimiento de la televisión, de la música insulsa de los ascensores y los centros comerciales, de la ropa low cost con ofertas tentadoras o del último smartphone que ha salido, hay un verdadero caldero lleno de venenosos caldos que no paran de hervir. Y cuanto más nos encerremos en nuestro (falso) universo de comodidad, menos lo oiremos. Menos lo oleremos. Y aunque lo hagamos, como que nos da igual, preferimos vivir atontados con lo que la sociedad nos ofrece. El famoso "soma" de Huxley ya ha llegado, está aquí y va a quedarse.

Ese mensaje es el que parece romper de cuajo la escocesa Lynne Ramsay a través de un atípico personaje, un antihéroe que parece ser el nieto del mismísimo Travis Bickle: también es un exmarine del ejército, también intenta -a su manera- salvar el mundo y también toma por la calle de en medio cuando tiene que hacer algo con una determinación que ni Terminator -en sus mejores tiempos...-. Este insólito personaje que tiene terribles recuerdos, se encarga de impartir una particular justicia a cambio de dinero, y mantiene su propio universo lo más estable que puede. Si hemos buscado el parentesco de Bickle, también podríamos unir el parentesco al protagonista de "Drive", y que bien podría ser su primo -además de por su afición de hacer "lo que se debe", por su forma de hacerlo y su afición a los martillos...-.

Porque si, es innegable la referencia de Taxi Driver de Scorsese a la hora de ver esta inquietante, incómoda, áspera y cruel película, que resulta un alucinado viaje a los entresijos más oscuros de la sociedad, como si echáramos un vistazo a la parte de atrás, sucia y llena de telarañas, de un precioso cuadro de marco brillante e impoluto.

Aunque hay una cierta inmadurez y obviedad a la hora de plasmar una narrativa sobrepuesta a la principal, con alucinaciones un tanto desencajadas en el tono principal, esta película es un paso más dentro de todo ese batiburrillo de justicieros que nos ha regalado el cine, desde Charles Bronson hasta el Clint Eastwood de "Sin Perdón". De hecho, aunque el mensaje de Ramsey queda lo suficientemente claro desde el minuto uno, lo que con habilidad hace a lo largo del film es desgranarnos la compleja personalidad de su protagonista, interpretado de manera deslumbrante por ese actorazo que es Joaquin Phoenix, que por este papel arrasó en la pasada edición del festival internacional de Cannes, con toda la justicia.

Lo único que me molesta sobremanera es su banda sonora, que intenta epatar con sonidos desagradables y saturados para hacernos bajar aún más a los infiernos que estamos viendo en imágenes. Ese excesivo subrayado me parece realmente infantil y completamente innecesario. Incluso me atrevería a decir que con una banda sonora más "armónica" y "melódica" -como hizo Winding Refn en la antes mencionada "Drive"- la combinación aún sería mucho más turbadora y efectiva a la hora de transmitir ese alucinado universo.

En cualquier caso, una película de lo más estimable por cuando convulsiona este nuevo cine financiado por las plataformas digitales -esta película ha sido distribuida por Amazon Studios- y sigue confirmando que la nueva realidad del negocio del cine existe y por mucho que bramen directores como Christopher Nolan o Steven Spielberg -aunque parece ser que este último, a pesar de largar lo suyo contra Netflix, va a meterse en una megaproducción con Javier Bardem sobre la vida de Hernán Cortés precisamente para Amazon Studios- el lugar para la verdadera creatividad y experimentación en el séptimo arte del cine más allá de los grandes estudios, que ya sólo invierten en franquicias de superhéroes y grandes producciones familiares, son las plataformas digitales. Y por supuesto, también las series que también producen esas mismas plataformas.
Federico_Casado
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14 de diciembre de 2017
33 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
De lo peor que vi en mucho tiempo.
Lenta, pretenciosa, previsible, un horror de música...lo dicho, ojalá no hubiese estado allí
Inquilina
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9 de abril de 2018
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que hay arte hecho para gustar y arte hecho desde el propio interior digan lo que digan los demás es una premisa antes de entender está interesante película.
Siendo una película con una violencia que podía haber sido cercana al gore, es capaz de dejarte incómodamente sorprendido en el tratamiento de esta.
Siendo una película donde podía haberse llenado con la típica historia del ex-marine, tan solo aporta las escenas mínimas para que tu hiles e imagines el resto.
Demasiado compleja para las personas acostumbradas a ver tiros y explosiones, demasiado violenta para los amantes del cine de arte y ensayo.
Es especial. Está personalisimamente contada. Reinventándose, sin copiar a nadie, contando lo que quiere y como quiere.
Y luego esta Joaquín Phoenix. En, quizá, su mejor interpretación.
Si te gusta el cine y no eres un devorador de blockbuster ni un snob te dejará con la sensación de que ha sucedido algo interesante y quizá no hayas terminado de entenderlo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sanmarte
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