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El hombre tranquilo

Comedia. Romance Sean Thornton (John Wayne), un boxeador norteamericano, regresa a su Irlanda natal para recuperar su granja y olvidar su pasado. Nada más llegar se enamora de Mary Kate Danaher (Maureen O'Hara), una chica muy temperamental, aunque para conseguirla deberá luchar contra las costumbres locales, como el pago de la dote, y, además, contra la oposición del hermano de su prometida (Victor McLaglen). (FILMAFFINITY)
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Críticas 178
Críticas ordenadas por utilidad
7 de abril de 2008
62 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
The quiet man no es, ni mucho menos, una mala película. No adolece de una mala dirección, ni malas interpretaciones, es más, para colmo, tanto lo mencionado como el argumento de la misma es muy destacable, al menos de principio. Llena de símbolos y alusiones a los clásicos de la literatura, como todo el cine de Ford, excelentes recursos narrativos y una admirable ambientación es una película sencilla a la que su mensaje daña en exceso.

De primeras, el retorno a la infancia, la vuelta a los orígenes mientras uno se aleja de un hecho impactante como el que le ocurre a Sean Thornton (quizá planteado una vez la historia ha avanzado demasiado) causa una buena impresión en el espectador que espera que esas tramas se desarrollen con más profundidad. Incluso el pequeño Michaleen, contrapunto del personaje encarnado por John Wayne, causa su gracia debido a lo dicharachero de su carácter; por tanto, así y todo, sólo la historia de amor con Mary Kate parece chirriar en un ambiente de total calma.

Y tanto que chirría de principio, llegado un momento acaba por descarrilar por completo y llevarse con ella a la película entera. Suele pasar frecuentemente que el amor surja de la nada en las películas, que no tenga un desarrollo adecuado, así que mi sorpresa cuando tras haber intercambiado no más de 5 palabras y un par de encuentros...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
aka IDIOT
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5 de octubre de 2020
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver por segunda ver "El hombre tranquilo". Me obligué a verla por segunda vez porque la primera no me gustó y ya no recordaba por qué, y claro, joder, es John Ford, tiene un 8 en Filmaffinity, absolutamente a todo el mundo se le llena la boca con palabras como obra maestra, cumbre del cine, etc. Y nada, aquí me tenéis, después de mi segundo visionado. Con el culo torcido. Sin entender nada de nada.
Os lo cuento en Spoilers, por si acaso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ethos
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19 de diciembre de 2006
28 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo que hace años me dedicaba a leer partidas de ajedrez comentadas por un gran crítico. En una de ellas, ante el maravilloso juego desplegado por José Raúl Capablanca, el comentarista exclamaba analizando la posición tras la apertura: "la sencillez de lo genial".
Y eso mismo me apetece a mí gritar siempre que veo -y ya van muchas veces- esta película eterna. Precisamente por eso, por su sencillez, esta película no envejecerá nunca. Mientras otras cintas muy valoradas en su época, van perdiendo frescura, "El hombre tranquilo" se alza majestuosa como una obra imperecedera.
No es fácil descubrir el secreto de esta genial sencillez, pues, si lo fuera, nosotros mismos nos pondríamos a rodar películas como hacía el viejo maestro Ford. Sólo nos queda, por tanto, comentar algunos detalles y seguir disfrutando de esta película sin buscar complejas explicaciones y teorías sobre su perfección, que, dada la naturalidad y sencillez de la cinta, serían seguramente inútiles.
En primer lugar, ésta es una de las películas más deseadas por Ford, que tardó quince años en conseguir rodarla. Ese amor y ese tiempo de espera culminan en la apoteosis que constituyó "The quiet man".
Película sencilla, también, porque fue rodada por un director con un grupo de amigos que se conocían a la perfección y transmiten al espectador una tranquila sensación de naturalidad y diversión.
Y película sencilla porque su director era contrario a toda complicación y pretenciosidad. Si alguien quiere conocer lo que es el verdadero realismo cinematográfico, no le recomendaríamos acudir a las películas de los neorrealistas, sino acercarse a algunas obras de Ford.
No hace falta decir que las interpretaciones de los actores, protagonistas y secundarios (si es que en esta película se puede hablar de personajes secundarios), es excepcional, porque es evidente. Ni tampoco hace falta recordar que la galería de personajes es tan rica y entrañable, que a todos nos gustaría vivir eternamente en Inisfree para conocer a Michaeleen, al padre Lonergan, a Will Danaher...
Y tampoco es necesario insistir en momentos tan maravillosos como la pelea final, la tormenta en el cementerio, la llegada en tren de Sean, por citar algunos, porque decir todos nos llevaría a agotar los ciento veintinueve minutos de la película.
¿Cuándo una película es eterna? Cuando la puedes ver mil veces sin cansarte. Puedo dar fe de que "El hombre tranquilo" lo logra de manera magistral.
Triplets
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25 de marzo de 2007
23 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver "El hombre tranquilo" (y reconozco que es la primera vez) me imaginé a John Ford como un delicado tallista de piedras preciosas por cuyas hábiles manos pasaron gemas de la talla de "Las uvas de la ira" y "Que verde era mi valle". Y Ford hizo que todas y cada una de sus facetas brillaran y refulgieran en una gama de colores que transportaba al espectador desde la risa a la rabia y desde el llanto a la comprensión, pasando por toda la pléyade de sentimientos que el género humano es capaz de atesorar en su interior.

Pero en "El hombre tranquilo" Ford se supera, riza el rizo para ofrecernos un tripe salto mortal con tirabuzón incluído. Porque, a diferencia de las anteriores que he citado, "The quiet man" no parte de populares y magníficas obras como las de Steinbeck y Richard Llewellyn sino de un sencillo guión. Pero a este guión se aplica con el esmero y afán de los trabajadores que aman su profesión y el resultado obtenido es sencillamente magnífico.

Ford nos deja un retrato de Irlanda, de sus paisajes, de sus gentes, de sus costumbres, de su carácter, de su idiosincrasia y lo hace con la ayuda de unos personajes que están tan perfectamente interpretados que nadie dudaría de que son nativos auténticos. Y no es un retrato en sepia, no señor, es un retrato en color, porque Irlanda es el verde de sus campos, el azul de su cielo, el rojo de sus rosas y hasta el gris de sus tormentas. Y por ello no es casualidad que obtuviese también el Oscar a la mejor fotografía.

Todo el film trasluce el amor de Ford por esta tierra de sus antepasados. Y a fe que nos lo contagia. Síntomas de ese contagio son nuestras risas por las frases de Mac Flinn, nuestro embobamiento ante el beso de Wayne y Maureen en el interior de la cabaña azotada por el viento y esa sonrisa que sin duda mantenemos durante toda la proyección. Y como colofón nuestro arrobamiento por los paisajes y los cantos llenos del espíritu gaélico.

A John Wayne hasta hoy le asociaba a papeles de vaquero duro e indómito. A partir de hoy, para mi, también será Sean Thorton.

Y el resto del reparto ¿qué decir...? Llamarlos secundarios es casi un pecado. Barry Fitzgerald está colosal como M.Flynn. Maureen O´Hara, excepcional como Mary Kate, Victor McLaglen (hijo de madre irlandesa) genial como el hermano mayor, Ward Bond, Mildred Natwick, todos, absolutamente todos, tienen un papel principal y absolutamente imprescindible.

John Ford tiene obras tan magníficas que es prácticamente imposible decantarse por una ó por otra. Por ello no voy a establecer ningún podium ni escalafón. Solo afirmaré que El hombre tranquilo es una auténtica obra de arte.

Y su Oscar al mejor director, merecidísimo.
FATHER CAPRIO
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31 de julio de 2010
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Ford consigue una de sus mejores obras. Una película que debe figurar en el haber de todo aficionado al cine.

Partiendo de la petición de la dote de una mujer a su hermano, que se la niega, nos encontramos con el amor homérico entre una pareja descomunal que sirve para mostrar pinceladas de pasadas costumbres entre los verdes campos de Irlanda, paisajes de rocas y lagos, además de buena música, como sabemos que se hace por aquellas tierras, y gente encantadora que rara vez se altera.

Pues sí, es una película tranquila e importante, tan importante como la envolvente historia de amor que se da entre ráfagas de humor y, sobre todo, entre ráfagas de viento; punto clave a tener en cuenta (por ejemplo) en la impresionante escena entre Sean y Mary en la puerta de su casa. Envolvente historia con referencias siempre tranquilas a la religión, al deporte, a la emigración de ese pueblo a los EEUU y a otras que refleja por ejemplo la aparición de un serio miembro del IRA en las cordiales conversaciones que se dan en el bar.

Un film inmenso lleno de aciertos, rotundo y con una perfecta historia sin caminos abandonados.
floïd blue
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