Pina

Este documental del gran director alemán Wim Wenders, es una gran obra maestra. Confieso que antes del documental no conocía a Pina Bausch. Y lo que ha hecho que mi experiencia al ver el documental sea tan grata, es que al mismo tiempo he conocido a una mujer que amaba la danza, y que la tenía en un grado tan alto, casi que místico. En realidad, me encantó la pasión que esta mujer sentía hacia su trabajo, y la forma en que se comunicaba con sus bailarines.

Este documental es especial, ya que como en otros casos, no se centra en la vida del personaje, con testimonios y narraciones sobre la vida. Al contrario Wenders trasmite con gran maestría lo que representaba y amaba esta mujer. A través de la danza y una recopilación de distintas coreografías mágicas, visual y estéticamente exquisitas, nos trasladamos en esos 100 minutos de duración, a través del universo de Pina.

Si hay testimonios, son sus bailarines, esos que trabajaron con ella, pero cuentan solamente pequeñas historias sobre su relación con Pina, lo que ella les decía, como les inspiraba y alentaba, etc.

En realidad es una gran obra de arte, y admiro esta forma de narrar u homenajear a alguien, pues creo que solamente puede hacerlo alguien quien que admire también al personaje. Y según, Wenders y Pina eran amigos, por lo que creo que es más evidente que el director supo captar la esencia de Pina y plasmarla en la pantalla. No me pareció un trabajo frio, al contrario me pareció mágico, emocional, sensorial, como debe ser todo lo referente al arte.

En síntesis, personalmente debo decir que hice dos descubrimientos: el primero (a pesar de no conocer el personaje de Pina Bausch, antes de ver la película, y a pesar de que no es una narración de su vida), conocer el personaje de Pina. Y el segundo, deleitarme con coreografías creativas y visualmente hermosas, acompañado de planos que mejoraban esa experiencia (labor de Wenders), y absolutamente todo el contenido artístico de este grandioso documental. Por lo que consideraría, que el documental no es sólo para los amantes de la danza contemporánea o admiradores de Pina, sino también para todos aquellos, que como yo, puedan llegar a enamorarse de ella.

Mi favorito de todos, aunque todos son geniales, es la coreografía de “Café Müller”.

La película Pina, dirigida por Wim Wenders, inaugura un feliz comienzo: el del cine de autor en 3D. Se trata de un documental sobre el trabajo de Philippine Bausch, coreógrafa alemana conocida como Pina. Con imágenes oníricas, y a la vez dolorosas, la sala 3D permite involucrarse con un planteamiento estético radical: el de mezclar el arte y la vida. Los bailarines despliegan su expresividad en distintos escenarios naturales y en la ciudad. El cuerpo recupera su volumen, su capacidad de intervención.
Wenders había planeado hacer un filme con Pina hace unos veinte años pero no encontraba la forma de incorporar la experiencia de la danza a la pantalla."Hasta entonces yo me consideraba, como tantos otros directores de cine, un experto en el lenguaje del cuerpo", aseguró, pero descubrió con Bausch "cuán refinada era su gramática corporal, cómo de detallado era su vocabulario. Me di cuenta de que los directores de cine somos analfabetos en comparación con ella". Lamentablemente, a los pocos días de comenzar los ensayos para el rodaje, Pina falleció y el proyecto pasó de ser una película con Pina a ser una película para Pina.
Según comentó su realizador, las imágenes que podemos ver son respuestas que su elenco nos ofrece con el cuerpo. Las preguntas hacen referencia a Pina, al recuerdo que tienen de ella.

La danza contemporánea es una disciplina perpetuamente condenada al elitismo cultural y a un cierto ostracismo en las carteleras. Su público es mayoritariamente erudito y también mayoritariamente bienestante, por lo tanto minoritario.

Pina Bausch, coreógrafa alemana hiperinfluente, consiguió el milagro de hacer evolucionar a la velocidad de la luz el arte de la danza, amplió fronteras y públicos. Abrió el espectro y de ello viven ahora y son deudores muchos. En nuestro país, Sol Picó y Cesc Gelabert, por ejemplo, muestran la mejor y más vanguardista de las caras de esta disciplina artística primitiva y sofisticada a la vez, aunque no encuentran la manera de la alemana de expandirse hacia un público más amplio, prueba feaciente de la dificultad intrínseca del tema.

El documental creativo que dirige Wim Wenders con un gusto y comprensión exquisitos sirve para hacer justícia con la figura y obra de Pina Bausch, acercándola aún a audiencias más generales a través de un medio de masas como es el cine. Solo por ello ya mereceria un aplauso, pero es que además está rodado con una puesta en escena que hace justícia a las coreografías originales, las potencia y hace comprensibles y fascinantes a la vez.

El aplomo estético habitual del alemán les sienta como un guante al trabajo de Pina Bausch y el resultado final es realmente bonito y admirable, por lo difícil de la empresa y los resultados obtenidos. Recomendable para todo aquel que quiera aprender.

Hace tiempo prácticamente por casualidad supe de la existencia de ésta película y me temía que no llegaría a estrenarse en España, pero mis temores fueron disipados al ver que finalmente se estrenaría éste mes.
Ayer me dirigí a los cines Princesa, puesto que, debido al tipo de película, por miedo a que tan solo durase una semana en cartelera, no quería correr el riesgo de dejar pasar el tiempo y quedarme sin verla. Eso si, no la vi en 3D ya que no soy muy partidario de ésta nueva tecnología a la que, según mi punto de vista todavía le falta mucho y, de momento, le resta calidad a la película.
Sorprendentemente para mi, la sala estaba prácticamente llena. Si, digo soprendentemente porque precisamente en España la cultura de éste arte tan bello que es la danza es prácticamente nula.
Bien, a lo que prima que es la película.
Poco que decir. Una excelente película, con una cuidadísima fotografía, unos bailarines excepcionales (los bailarines del Tanztheater, la compañía de la difunta Pina Bausch a la que se rinde homenaje en dicha película), y las emociones que transmiten las coreografías de la gran Pina. Quizás lo más sorprendente es que, a pesar de que la danza es algo que hay que verlo y vivirlo en directo, en ésta cinta la carga emotiva de las coreografías es tan elevada que las emociones de los bailarines parecen traspasar la fría pantalla de la sala del cine y llegar al espectador de una forma inexplicable. Consiguen envolverte en el mundo de Pina e incluso a veces crees saber que era lo que sentía, y aquello que quería transmitir en sus coreografías llenas de alegría, dolor, soledad, tristeza... Llenas de sentimientos en estado puro, llenas de emoción. Pero tan solo lo crees, porque tal y como dicen las breves palabras que le dedican sus bailarines, ninguno de ellos era capaz de saber todo aquello que la artista sentía o pensaba en cada momento.
Un homenaje digno de una gran artísta, lleno de sentimiento, emoción y calidad. Y con razón la elegida por Alemania como candidata al Óscar a Mejor Película Extranjera.

Solo espero que a parte de rendir homenaje a ésta gran artista que fue Pina Bausch sirva también para acercar el arte tan especial de la artista, y no tan solo el suyo, sino que sirva para acercar la danza al gran público para el cual es uno de los artes más desconocidos y quizás uno de los más especiales.

Hace ya algunos años que mi misión en el cine es buscar nuevos horizontes. Atrás quedaron las épocas en que iba a lo seguro, disfrutando, por quien sabe que razón, películas cuadradas, lineales y predecibles.
El tiempo me llevó (tal vez obligado) a apuntar mi ojo crítico (y amateur) a productos más variados y menos tradicionales.
Es en este punto donde la propia inercia del proceso me llevó hasta las puertas de PINA, un documental que hubiera pasado desapercibido años ha.
Pina Bausch fue, tal parece, una bailarina y coreógrafa alemana propensa a la creatividad y a la distinción. Una vez que caemos en las garras de la cámara de Win Wenders, ya no podemos soltarnos más.

Y allí comienza un tour indescriptible por el telento surrealista de esta artista.
El mérito del director es colocar grandiosamente su cámara y hacerse a un lado...su gran mérito es pasar desapercibido. Es que si Win se hubiera propuesto opacar el arte de Pina con su arte, seguramente habría salido averiado.

Una a una van desfilando escenas de las grandes obras de Pina por la retina del espectador que adicto a lo que ve se vuelve cada vez más ansioso a lo que está por venir.

Para una persona completamente ajena a Pina y a su arte, que poco entiende de la calidad de lo que sucede en la pantalla, este documental, bello, carismático, hipnótico, se vuelve una fruta exótica que se quiere probar y volver a probar tantas veces como sea necesario.

Nota: 8,5