Haz click aquí para copiar la URL

Knight of Cups

Drama. Romance "Había una vez un joven príncipe cuyo padre, el rey de Oriente, lo envia a Egipto para encontrar una perla. Pero cuando llega, el pueblo le sirve una taza. Al beberla, se olvida de que era el hijo de un rey, se olvida de la perla y cae en un profundo sueño." El padre de Rick (Christian Bale) solía leerle esta historia cuando era un niño. En la actualidad, siendo Rick ya adulto, el camino hacia Oriente se extiende ante él. (FILMAFFINITY)
<< 1 2 3 4 5 8 >>
Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
10 de abril de 2016
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oda a si mismo.

Narración en off de fondo y Christian Bale deambulando sin parar, con ese pretendido vanguardismo existencial que se nutre de un vitalismo escénico y unas estilizadas imágenes medidas en todos sus extremos, para configurar un cuadro de bailarines superfluos vagando por su vida, cual rey que disfruta de su privilegiada posición y escogido harén.
La realidad quebrada de quien está perdido en su camino, hacia esa búsqueda de la perla de las profundidades que sigue a la espera de su añorado encuentro; viaje que se tuerce en cada presente más intenso y malogrado pues, esa aceleración hacia el estropicio topa con un iceberg de precipicio cuya punta se supera o no hay regreso posible, uno se estanca en esa nube de turbio caminar y despistado hacer que ya no sacia, ya no inspira y sólo recuerda la ruina que se fue y el nuevo sitio desde donde se mira; porque cuando te dañas, o acabas del todo con firmeza, o esa vuelta a la sana razón, de equipaje sobrio y austero, es un largo trayecto de inicio difícil y confuso ya que, sigues en la miseria observando a los demás como te veías a ti mismo.
El hijo del rey, que busca petición de vuelta al hogar, puede ser un personaje interesante, carismático y rico en su contenido pero, su forma de darlo a conocer a la audiencia puede estropear todo el entusiasmo de principio; Terrence Malik, en su metafísico escrito sobre el dilema de la vida y su rumbo a seguir por ella, opta por figuras comodines que se mueven cual angelical pose, de composición artificial y egocéntrica, que pretende ser el refuerzo a esas palabras esclarecedoras que sus portadores expresan en segundas, nunca desde su personal boca ya que, su cuerpo está ocupado en danzar cual títere en manos ajenas, en teatralizar todo el cargante mensaje apalabrado en un argumento jactancioso y vanidoso que ¡ni Ícaro en su testarudez de volar a lo más alto tenía tanto desvelo y miramiento por sus alas!
Porque el artífice de este guión y rodaje tiene muy altas miras, encumbra su objetivo a lo más alto del interior del ser humano, ese desembalaje de la intimidad más profunda, de sentimientos, dudas, recelos, miedos y aspiraciones que nunca se confiesan pero arden y tripulan el corporal navío, cual capitán endemoniado incapaz de detenerse o enderezar el rumbo; sólo que escribe para él, dicta pensando en sus necesidades, lo cual merece todo el respeto, un autor debe trabajar para sus urgencias expresivas, para la transmisión de aquello que quema en su esencia y vuelve loca a la razón pero..., ¡es que el espectador no le sigue!, no le capta, no le recibe, no lo disfruta, se convierte en un anónimo vidente cada vez más alejado del plano rodado que quiere, que insiste con tenacidad voluntaria en recobrar ese hilo que no sabe cuándo fue arrebatado de sus manos hasta, que cesa en su insistencia al descubrir que nunca hubo tal enlace, que la conexión con el príncipe danzarín y su devaluado séquito nunca fue sincera ni estable.
Libertinaje, mala vida, desorden, provocación, materialismo, frivolidad, vacuidad emocional, sensaciones heridas, cuerpos esculturales de espíritu destrozado, desapego, mentiras, ausencias, culpas, dolor..., un incesante reguero de impresiones y afectos expuestos sin pasión, colaboración o atención por parte del vidente.
No percibes nada excepto una estrambótica sonata de señoritos y damiselas que decoran el escenario circense de un Christian Bale que ríe, llora, se divierte, se cae, mira, camina, bebe, abraza, besa, folla, se entristece, lamenta, deprime, alegra, se esperanza, añora, rememora, bla, bla, bla y, ha sido la tozudez de la que relata la que ha logrado acabar el relato, mientras me susurraba mi propia voz en off ¡esto es un coñazo!, qué timo de cuento, qué fiasco de novela, qué idea más mal contada y torpemente traída al público, aunque para el susodicho mandatario sea el súmmum de originalidad expositiva, de expresionismo alternativo que se desmarca de lo regularmente ofrecido, inaudita confección de porte y maneras escénicas magníficas, lectura exquisita para minimalistas entendidos.
Desganada, desnutrida, desinteresada, agotadora, su comparsa de excelentes actores no evoca curiosidad alguna por sus movimientos e intenciones, elitista charanga autómata que para ella vive/para ella actúa/para ella existe; pretenciosa anomalía de efecto cero, que se desvanece cual justiciero aniquilador que no tiene perdón con la resistencia y aguante de un espectador que se va anulando y que desfallece ante una suprema suntuosidad, de vacío corporativo y agua en las venas pues, la sangre de su tragedia vuela tan alto que es imposible hacerse con ella.
Regia dramatización que se mira en exceso su propio ombligo, ensayo experimental que se alimenta de bella imágenes, de una hermosa y ratificada puesta en escena pero, que no logra llegar más lejos de esa gustosa decoración de misticismo pedante donde, Terrence Malick y su escenografía poética siguen su estilo genérico de versos incompetentes que no aportan nutrición, sólo cháchara alternativa que la mente desprecia y el alma no soporta por no tener historia digna a la que cogerse, únicamente una sucesión de rimas de altivez grandilocuente que se estrellan contra su personal altanería.
Engreída inmensidad petulante devorada por una vanidad deshabitada y vacante de cualquier estímulo, que sólo cobra sentido en la cabeza de su fatuo creador, más allá se estrella estrepitosamente.
Comunicar no es hablar sin parar y sin sentido; es pretender decir algo y ser entendido.

Lo mejor; el original fanatismo por el hacer de Terrence Malick.
Lo peor; la desolada soberbia de quien no cuenta nada, sólo monta artificiosas láminas.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
17 de marzo de 2021
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Os juro que haciendo zapping, paro un momento a observar y creo que reconozco el tipo de película que están emitiendo.
-Pienso: ¡Esto tiene pinta de Malick!
Y claro está, voy a ver la sinopsis y ahí está, T. Malick.
Pues la verdad que este tipo de cine me marea, y lo intento entender, pero nada.
Este director es inconfundible, o lo amas o lo odias -y a mi, no me produce odio- pero me abuuuurreeeee un montón, a veces me pone de mala óstia, no me gusta como muestra sus paranoias, la del “Árbol de la vida” hasta me dio vergüenza ajena, porque la puse a ver con mis padres y de como transcurre, pensé: Vaya bodrio les he metido!!
Si hubiera un 0 en la clasificación, le pondría un ¡CERO!, en esta, la otra, la de más allá y para acá!
No hace falta spoiler alguno.
Saludos!
Andylulu
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
20 de enero de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Haciendo uso de un estilo que nace con El nuevo mundo y su colaboración con el director de fotografía Emmanuel Lubezki -hecho muy significativo-, que depurará y alcanzará solidez con El árbol de la vida, Terrence Malick presenta su nueva película con una depuración estilística que opta directamente por despojarse de la narrativa cinematográfica al uso, para centrarse en la trama como representación de una serie de arquetipos en interacción, a través de su característico montaje de planos y travellings de paisajes y personajes constantemente subrayados con voces en off. Si a un servidor le llegó a resultar algo cargante la utilización de ese estilo en su anterior obra, To the wonder, en ésta parece al menos haber sintonizado a la perfección contenido y continente.

Iniciando la película con una fábula como premisa de la búsqueda vital de un protagonista que no sabe exactamente lo que busca en la vida, la historia es una deambulación constante de personajes donde se confunden los paisajes exteriores e interiores. Se nos presenta a un peregrino, una especie de extranjero de sí mismo encarnado en un adinerado miembro de Hollywood que de fiesta en fiesta, de amante en amante, intenta buscar maestros vitales que le guíen hacia... hacia esa Perla que el protagonista de la fábula necesita.

Porque no nos engañemos, la película encierra un profundo sentir religioso, o trascendental, o como se quiera clasificar. Lo que por una parte es una virtud para los que conecten con ella, probablemente desquiciará a los que no sintonicen con esa Búsqueda de tintes místicos del protagonista o las elecciones estilísticas del autor tejano. Recurriendo a la simbología de ciertas cartas de tarot, que dan nombre a diferentes secciones del film y representan a diferentes amantes con las que el protagonista se va encontrando, se nos presenta un mosaico de ópticas para interpretar la vida, de las que el protagonista es una especie de habitante silente que las atraviesa y es atravesado por ellas, pero siempre manteniendo esa búsqueda personal, y a la vez lidiando con su origen, una familia problemática de la que sólo se nos muestran retazos.

Y en eso consiste precisamente la película, en retazos de vida que podemos interpretar como queramos, donde el director no le da más importancia a una conversación que a la contemplación de un paisaje, o diferentes vivencias, o escenas en la memoria de una persona. Un director enamorado hasta las trancas de la belleza multiforme de la vida y la naturaleza donde todo es tratado como piezas selectas de un mismo puzzle con el que hacernos una componenda para significar cosas, la vida como algo que se eleva sobre la concatenación de sus ingredientes.

Es una obra condenada a provocar grandes adhesiones y rechazos, esto último sobre todo en nuestros malos tiempos para la lírica, y por aquellos que vean en las religiones y la mística algo que pueda ser superado, en vez de un método más, entre otros, de comprensión del mundo.

En diálogo con el resto de la filmografía del autor nos encontramos con algo quizás reiterativo, pero no deja duda de que cada vez se refina más, y hace mejor lo que le gusta hacer.
Strider
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
13 de febrero de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decir que uno comprende de que va el filme es tal vez ser muy pretencioso, tal vez mas o igual que el director, al cual el estilo le ha venido a dar lo que yo podría considerar como una especie de trilogía, The Tree of life, To The Wonder y esta que vamos a tratar de comentar, las veo como una trilogía por su estilo de filmación, por incluso la repetición de locaciones, de planos, de música semejante, son filmes que para este servidor hablan del amor, de los miedos, de los deseos, del tiempo, del espacio, de lo que queda, de lo que se va, entre muchas otras cosas, pero eso es pura percepción personal, porque si alguien se me acerca y me dice, vaya este hombre no habla de nada absolutamente, ¿Cómo podría yo contradecirlo?. Hablando particularmente de este filme, debo decir que se me hizo mucho menos tedioso que To the Wonder, y hubieron secuencias con las que sin crear algún unión argumental completa me sentí identificado, sobresalientes las participaciones de Blanchett y Portman, Bale es mas como el viejo Chinaski de Bukowsky buscando en su soledad y nostalgia, en sus pecados y errores, en sus muchas mujeres algo de consuelo, este filme me hablo por momentos de vacíos, de estereotipos superficiales, de abandonos personales y sobre todo de lo duro que es perdonar a los demás y a uno mismo. Por su puesto Lubezki sigue dando cátedra con su fotografía, y esa cámara que baila con cada uno de los personajes, sin duda entre lo usual e inusual, lo más rescatable del filme. No será un filme que uno quiera repetir enseguida, pero si con el que podemos sentirnos cómodos por momentos. La pregunta es si Malick seguirá con este estilo tan suyo y de nadie más. Por ahí en un tema secundario, la fama de Hollywood se toca como algo vacío y sin corazón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
CINELOCURA
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
15 de mayo de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Había una vez un joven príncipe cuyo padre, el rey de Oriente, lo envía a Egipto para encontrar una perla. Pero cuando llega, el pueblo le sirve una copa. Al beberla, se olvida de que era el hijo de un rey, se olvida de la perla y cae en un profundo sueño."

Con está metáfora comienza Knight of Cups. Una película, como nos tiene acostumbrados Malick, nada sencilla, con mucha simbología, metáfora y con una gran importancia en la imagen y la música.

Supongo que cada persona habrá entendido la película con un mensaje u otro, habrá otros que no la hayan entendido, que digan que la película no tiene rumbo, que no cuenta nada. No descarto ninguna de las opciones. La sensación que produce Knight of Cups es de ir a la deriva, y es así, porque así tiene que ser. *

Es una película episódica, cada capítulo es el nombre de una de las cartas del Tarot, con la compleja simbología que cada carta contiene. El gran cambio viene en el ''Juicio'' (en mitad del film más o menos), y a partir de aquí la película cambia. Se vuelve más dramática, comienza a cobrar sentido, deja de ir tanto a la deriva, para poner un rumbo. Es ahí cuando la película empieza a mejorar, el espectador se siente menos perdido, el batiburrillo de imágenes cobra sentido.

Excelente fotografía y excelente collage de piezas musicales. Falto, tal vez, algo más de intensidad en la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
SantiJLD
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 5 8 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow