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España España · Tenerife
Críticas de SantiJLD
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Críticas 51
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
3 de julio de 2021
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La soledad me pareció más viva que la sangre" – Paul Éluard

Miguel Mejías debuta con una de esas películas que rozan el concepto de "inefable", que trascienden por la pantalla con una contundente sutileza y una remarcada distancia sobre sus personajes. Motivos, todos ellos, que no impiden que sintamos la emoción de sus imágenes.

Ángela, su protagonista, acaba de perder a su madre y emprende un viaje sin rumbo "a lomos" de su inseparable coche. El vehículo, como en casi toda road movie, sirve como elemento vertebrador de la trama, siendo un lugar para la intimidad: primero con la enfermedad de su madre y después con algunos de los hombres que siguen pasando por su vida.

El filme está constituido por tres episodios (equivalentes a la introducción, nudo y desenlace), donde el director busca una reflexión contemplativa que va creciendo dramáticamente hacia su final. Con muy pocos diálogos (y la mayoría de escaso peso), la película se inclina más por lo simbólico, meditando sobre temas tan profundos como la soledad, la ausencia, la muerte o la propia vida.

La apertura del metraje, con ese escarabajo incapaz de salir del bote en el que se encontraba encerrado, nos puede dar una pista de hacia donde va encaminada la película. Una escena que es observada por el objetivo de la Súper 8, que al mismo tiempo parece observarnos a nosotros, y que durante el filme conforma un elemento vital-memorístico que une a la protagonista con su madre ("escuchar la eternidad en el sonido de un insecto"). No obstante, la Súper 8 tiene una presencia más metacinematográfica que cinematográfica, construyendo una interesante deliberación sobre el uso de la imagen y sobre su razón de ser (la siempre impregnante idea del voyeurismo), al mismo tiempo que el filme parece autoreferenciarse (¿Acaso Ángela no es para nosotros como sus insectos? ¿No es el coche su particular bote de cristal?)

Para cerrar el filme, un anticlímax que nos confirma cierta tendencia por reflejar la rutina, como si el tiempo fuera cíclico incluso en la aventura de no saber adónde ir. Cierra un viaje y abre uno nuevo, pero, mientras tanto, nos seguimos preguntando si en algún momento los insectos podrán salir de su recipiente.
SantiJLD
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8
25 de junio de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los helicópteros de guerra resuenan en la vastedad de Sierra Maestra. Su eco nos viene del pasado, haciéndose presente a través del eterno mito de la Revolución.

Entre perro y lobo es un híbrido entre la ficción y el documental, un filme antibelicista sobre las leyendas del pasado, las incumplidas promesas y las frustradas ilusiones de una mejor vida. También es un retrato íntimo de tres excombatientes que siguen sintiéndose guerrilleros, viviendo anclados a un pasado que, al mismo tiempo, sienten perdido.

Construida con delicadeza y mucha pausa, su cámara se camufla entre los personajes, pasando completamente desapercibida por sus juegos militaristas. Reposa fríamente sobre sus diálogos, permitiendo romper la barrera con el espectador con escenas en las que miran directamente a cámara. Pero no lo hacen con la desnaturalidad propia del cine, sino con la amargura que provocan aquellas historias que nos crean un nudo en la garganta. El cine hollywoodiense entiende esto como un recurso antinarrativo que saca al espectador de la película, sin embargo, Alayón e Irene Gutiérrez causan que nos acerquemos mucho más, que seamos parte de los mismos juegos, de las mismas conversaciones y de la misma desazón, que seamos, en definitiva, el último de los guerrilleros de este viaje.

Un viaje que transcurre entre muchos lugares, sin saber dónde termina ni hacia dónde va, aunque tampoco importa demasiado.
SantiJLD
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6
22 de junio de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La renovación del cine hongkonés llegó de la mano del taiwanes King Hu, desarrollando un estilo más poético y aportando nuevas técnicas que constituyeron un gigantesco paso en la cinematografía del país. Un ejemplo perfecto es A Touch of Zen, un wuxia original y fresco de capital importancia para innumerables películas del género como Ashes of Time (Wong Kar-wai, 1994) o Hero (Zhang Yimou, 2002).

El filme se convirtió por derecho propio en una película generacional, que constituyó prácticamente la fundación de un género que se quedaba a medio camino entre el cine épico, la fantasía y la acción, con técnicas que hacían que los actores fuesen capaces de planear en el aire. Fue una continuación formal y técnica de lo que ya habíamos visto en La posada del dragón (1967), asentando las bases que se habían desarrollado en esta, pero estableciendo un nuevo desarrollo (tanto tecnológico como argumental) que serían fundamentales para la constitución de los elementos icónicos del wuxia.

Una aventura de más de tres horas sobre fantasmas, leyendas, grandes luchadores y sobre espiritualidad budista. Además, fue uno de los primeros pasos en la carrera de Sammo Hung y Jackie Chan.
SantiJLD
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9
22 de junio de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Monumental ópera prima de tratamiento crepuscular. Hu Bo no solo realizó su primera película, sino que se despidió del mundo convirtiéndola en su última obra. En ella deja ver parte de su mundo interior y quién sabe si algunas de las causas de su suicidio (más allá de los problemas con la productora).

La obra retrata un día de varios personajes de la clase baja china. Muchos de ellos han oído hablar de un zoo que alberga un enorme elefante que permanece sentado e impasible ante el tiempo. Este simple hecho, que parece ridículo (pero no lo es), motivará el viaje de estos personajes, casi como una extraña esperanza por obtener respuestas a sus problemas. Es un viaje metafórico, al igual que lo es la figura del elefante, presente en las palabras, pero invisible más allá de estas, como una abstracción creada por el hombre, siendo una idea que nos lleva a un concepto, tal y como hacen las palabras "Dios" o "Estado".

Así pues, todo es narrado con un gran pesimismo, con tonos de colores poco saturados, con planos secuencia que se acercan constantemente a los personajes con primeros planos, olvidándose por momento de esos barrios grises y destruidos, que son tan marginales como sus residentes.

An elephant sitting still es, en líneas generales, el reflejo de un país a través de unos rostros sin esperanza.
SantiJLD
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9
20 de junio de 2021
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el panorama de Canarias, La piel del volcán se alza imponente en una desoladora inmensidad llena de posibilidades, pero tan tristemente relegada al servilismo como es el caso del archipiélago.

En las Islas se han rodado muchas películas, un número que se ha visto multiplicado en la última década con el desembarco de producciones que venían buscando sus beneficios fiscales, su buen clima y sus variados paisajes. Lo cierto es que la realidad cinematográfica de Canarias se ha centrado en eso. En lo relativo a producciones propias (se podrían haber realizado muchas más debido a los beneficios obtenidos) se cuentan con algunos ejemplos escasos, estrenándose la mayoría muy lejos de los circuitos comerciales. Si filtramos todavía más la búsqueda a aquellas películas que hablen sobre la realidad del territorio nos encontraremos con menos ejemplos, siendo los más significativos Guarapo (1988) y Mararía (1998).

Tal vez sea la ausencia lo que haga tan grande a La piel del volcán, pero, siendo sinceros, es un filme de bajo presupuesto que parece mucho más costoso de lo que es. Por lo tanto, su factura es lo suficientemente buena para que su estreno comercial no sea, ni de lejos, un despropósito fruto del devastado repertorio que nos ha dejado la pandemia.

Nos encontramos con una película que se ajusta de manera sobresaliente a la originalidad de su guion, que tiene reminiscencias de El atlas de las nubes (2012) incluso hasta en su propia ejecución (diferentes personajes interpretados por un mismo actor). El desarrollo de la trama nos conduce a través de tres periodos históricos que, si bien están ambientados en la isla de Gran Canaria, pueden hablar en su conjunto de todo el archipiélago: el dolor remanente tras la conquista; el inicio del franquismo y su consecuente represión; y la actual corrupción política. Tres etapas que su director (al que sin duda podríamos tildar de "autor") ha calificado como cicatrices que siguen causando estragos y debates en la sociedad isleña.

Por eso mismo, y aunque también sea una manera de escatimar los gastos, el formato de usar a cada uno de los tres actores principales para interpretar a tres personajes diferentes resulta, cuanto menos, acertado. Esto resalta una magnífica sensación de trascendencia temporal que nos habla de esos problemas heredados, que siguen latentes y que, al mismo tiempo, son cruzados por un amor eterno que fluye con el mismo tiempo y que, sin duda, nos está hablando de un sentimiento mucho mayor.

Esta sensación también se logra gracias al montaje, entremezclando las historias hasta formar una conjunción que parece formar una sola línea argumental, pese a que su narrativa ofrece hasta cuatro temporalidades en paralelo.

Y si bien su montaje va encaminado a ofrecernos un producto de entretenimiento, con un ritmo que remarca una cadente tensión, su expresividad metafórica y alegórica nos habla también de un cine que no minusvalora la capacidad del espectador por encontrar resquicios y elementos que aporten una mayor complejidad a la trama, surgiendo una diversidad de interpretaciones artísticas: la espera de Salvadora, el canario en la jaula, la iconografía de la Virgen, el relato arqueológico e historiográfico, etc. Ingredientes que pueden hacer más que interesante un análisis exhaustivo del filme ante aquellos que busquen una mayor profundidad.

Lejos de esto también ofrece una buena fotografía, con un plano secuencia inicial muy logrado, ayudando a la película a absorber al espectador en sus entrañas. En términos generales, Mario Blanco captura unos exteriores con una pátina terrosa de colores ocre que, aunque tenga una mayor fuerza visual en sus exteriores, se muestra igual de apagado en sus interiores, donde predominan en muchas ocasiones los claroscuros.

Como broche de oro, la banda sonora de Navid Hejazi, que sin sobrepasar en ningún momento a las imágenes subraya todo el contenido dramático a la par que ayuda a generar esa constante tensión que impregna al filme.

En conjunto La piel del volcán es una película sólida, que oculta bien sus dificultades y que se ampara en una narrativa que emociona, que se aleja del sentimentalismo y de la frialdad, quedándose en un punto de sutileza en el que la pasión, en lugar de desbórdanos, nos conmueve. Sin duda, la producción canaria más importante de lo que llevamos de siglo.
SantiJLD
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