Son de mar

Ulises (Jordi Mollà) llega a una pequeña localidad valenciana para trabajar como profesor de literatura y conoce a Martina, una bella joven (Leonor Watling), que trabaja junto a sus padres en la pensión donde él se hospeda. Los jóvenes se casan y tienen un hijo, pero, poco después, Ulises desaparece en el mar en un supuesto naufragio. Martina vuelve a casarse con Alberto Sierra (Eduard Fernández), un rico constructor. Pero con el tiempo Ulises reaparece produciéndose un dramático desenlace.

Es una película tipo drama romántico bien llevada de la mano del conocido director Bigas Luna con un flojito guión de Rafael Azcona sobre una novela de Manuel Vicent. Ya se sabe que Bigas es un director dado al erotismo, y en la peli se prodigan escenas en este sentido entre Ulises y Martina. La Martina (Leonor Watling) se ejercita y logra una real sensualidad en la obra con una interpretación sobresaliente, no así el petardo Ulises (Mollá) que está bastante regular en general en su interpretación. Lo que cuenta es lo archisabido: el amor que queda en mera pasión y no trasciende a un sentimiento más profundo y comprometido, acaba mal.

Fotografía buena y en un film que no pasará a los anales del cine. De hecho yo, que la había visto en el cine ya y la volví a ver anoche en TV, la tenía casi borrada de mi mente… puede que sea yo… pero no creo.

Mediocre película que pretende ser un profundo drama romántico, pero no es mas que un filme que aborda la temática de la forma mas simplona, superficial y convencional. Un horrendo guión donde todo pasa porque si, se enamoran porque si, se casan porque si, se muere el protagonista porque si, se va con otro hombre porque si, al tipo le da por recitar poemas porque si, tienen sexo en toda la película porque si, o dicho en otras palabras no hay un desarrollo apropiado en el guión. Absurda y ridícula trama, evítate la pena de verla.

Una cosa hubiera sido que Bigas Luna hiciera una adaptación a su manera, con las vueltas del guión y ciertos caprichos de artista, así como lo hizo Stanley Kubrick con la Lolita de Navokob, pero otra cosa es que aquí, sin hacer un buen intento personal haya sencillamente realizado una malísima adaptación. La novela de Manuel Vicent es buena, sólida, con grandiosas imágenes e interesantes transformaciones morales y fisiológicas. Aquí en la adaptación eso ni se siente. La película abandona la novela como si sólo hubiera sido un pretexto para contar una pálida historia de amor. Los actores también están perdidos, como si ninguno hubiera leído el libro para saber qué pasaba por el alma de Ulises, Martina o Alberto.
En términos generales, de lo más pobre que se puede ver o una forma más de empobrecer la riqueza literaria de las buenas historias.

La verdad que es una película que me ha dejado muy indiferente, más bien tirando a una película dirigida sin mucho gusto, una historia llena de pasión pero contada de una manera plana.

La dirección es muy normal, cuenta una historia y nada más, y es que esta historia tiene potencial y fondo, pero no sabe el director adentrarse en la fuerza de la historia, aunque los actores no están nada mal, no consiguen salvar esta historia.

Hay muchas escenas de sexo, que no me molestan, algo característico de este director, pero hay un momento en que son demasiadas escenas y molestan, cansan y son inncesarias para contar la historia.

La verdad, tirando a mala, aunque se puede ver a Leonor Watling, ella salva la película.

La novela de Vicent huele a sal, a mar, a puerto, a casa de comidas donde se preparan paellas y sepias a la plancha. Huele a Mediterráneo, con mayúsculas.

La película de Bigas Luna sólo huele a sexo, sexo agrio, en definitiva, el dulzón y viejo olor a coño.

Si le doy un 6 es sólo por la bellísima Leonor Watling, que sale guapísima en esta película. Solo por ella ya merece la pena verla.