I'm Here

Jonze ha vuelto, con fuerza y tirando de una bellísima historia de amor. No importa que sean robots, se centra en el sentimiento no en quién lo siente. Empieza centrándose en el robot interpretado por Andrew Garfield, un robot-bibliotecario que tiene una vida de lo más sencilla, a mí parecer también aburrida, y ¿qué le da la chispa? Una robot alocada, con ganas de vivir, de sentir, de soñar... La fotografía preciosa, la historia... la de siempre, el típico amor aventurero, vividor, y que unen a dos individuos, dos robots para que acaben soñando el uno con el otro, preocupándose ambos y buscando un sitio en el mundo humano. Increíble, me encanta la manera en la que se mueven los personajes, y aunque sea predecible llega a embriagar quieras que no.

Una pequeña nota para quiénes la hayan visto en spoiler*

Una bonita y entrañable historia de amor entre dos robots. Amor conceptual desde el sentido más entrañable y poético. Spike Jonze, director de 'Donde viven los monstruos' (2009) o 'Como ser John Malkovich' (1999), narra un drama futurístico donde almas robóticas conviven con humanos en un mundo oscuro y tenue en el que el amor puede asomar a la vuelta de la esquina de la forma más impredecible e inoportuna, aunque sorprendente.

El guión intenta mostrar en profundidad los sentimientos del alma hacía esa persona con la que compartimos nuestro cariño, la media naranja. En una vida monótoma una muestra de salida rutinaria de la persona (robot, en este caso) desencadena en una serie de sucesos escabrosos para él y su pareja. Como la vida misma, muestra situaciones apacibles, de apaciguadora tranquilidad y armonía. Y tan cruel como la vida misma, aspectos negativos o tortuosos en los que hay que salir adelante gracias a orgullo, cariño, sentimientos... Amor, por seguir luchando en este mundo. Seguir conectados a ese cable de alimentación que conecta con la vida.

Una grata sorpresa dentro de la ciencia ficción. Un guión elaborado desde una perspectiva futura pero con unos valores humanos actuales y clásicos. La forma de superación del protagonista y el amor hacía su amor está cargado de sentimientos que el espectador los sentirá como en su cuerpo se tratase. Cruel y absorbente mediometraje, que se ve en un suspiro aunque quedará permamente en nuestra retina.

La estética del mediometraje es acertadísima y está muy en conjunción con el tono de la historia.

La animación sobre personajes reales es, además de muy efectiva, novedosa y efectiva, y aunque habría resultado aburrida para un largometraje, en treinta minutos funciona muy bien.

Bonita historia sin duda. Me debe de haber pillado en uno de mis pocos momentos sensibles o es que Spike Jonze realmente lo ha conseguido. Enhorabuena en ese caso, supongo.

Lo que no entiendo son dos cosas (me voy al spoiler por si acaso):

Es cierto que la historia es irreal (¿y los recambios?), y que el argumento es previsible y algo plano, pero el manejo que hace Spike Jonze de las emociones es sobervio. Con poquísimos elementos, y con el handicap de unos rostros bastante inexpresivos (más exactamente con eterna expresión de tristeza), logra un relato cargado de melancolía, tristeza, esperanza, cariño y amor... Realmente parece un experimento orientado en ese sentido, un intento de retratar la soledad y el encuentro de una forma sencilla y pura, sin que los artificios de la apariencia física interfieran.