Giulietta de los espíritus

La película que marca la iniciación de Fellini en el color es por cierto una maravilla visual, no sólo por el gran trabajo de fotografía y decorados sino por el ingente repertorio simbólico que refleja tan bien el universo psíquico, en este caso el de Giulietta. En esas ocasiones en que la conmoción acecha y se derrumban las seguridades personales es cuando los fantasmas de la psique -ocultos pero en silenciosa vigilancia- encuentran la oportunidad para emerger. Y así ocurre con Giulietta, cuyo mundo fastuoso e idílico está a punto de derrumbarse a causa de la sospecha de infidelidad hacia su marido. A partir de esto el film nos lleva a un viaje por un grandioso y mágico teatro de instancias y deslumbrantes imágenes, una galería fascinante que expone el alma de Giulietta y el abismo que se abre en su mundo, hasta allí feliz y perfecto. Comienzan para ella visiones amenazantes que anuncian lo que se viene. Deberá abrirse paso a través de una densa jungla psíquica de recelos, de miedos, de incertidumbre y desorientación, ayudada o entorpecida por los variopintos personajes que la rodean y por su convulsionado interior donde pululan los fantasmas de la autoridad paterna, las represiones, las improntas de su infancia, los impulsos instintivos, la contemplación del suicidio -cómo no- y también algunas influencias inspiradoras, salvíficas, como la imagen de su entrañable y transgresor abuelo.

Cómo no verse identificado, quién no ha debido luchar en algún momento de su vida adulta con instancias como ésas. Una película magnífica de forma y de fondo, quizás no de las más valoradas del gran genio italiano, pero ciertamente para no dejarla pasar.

Quizás lo más importante de un cineasta es que tenga una fuerte personalidad propia que dote a su cine de unas señas de identidad inconfundibles e intransferibles. Sin la menor duda, uno de ellos responde al nombre de Federico Fellini. Hasta el punto de que hayamos adoptado en nuestro vocabulario el adjetivo “felliniano” para remarcar esas salidas de la realidad para dejarse abrazar por mundos oníricos, barrocos y exagerados. “Giulietta de los espíritus” supone una muestra integral de semejante afirmación. Lo estético triunfa sobre el contenido, la ensoñación sobre la realidad, lo onírico sobre lo narrativo. Eso es Fellini y eso es este film.

Y, sin embargo, creo que esa pátina que le otorga la inmortalidad se la otorgan otros tres nombres propios del film:

1.La dirección de fotografía de Gianni Di Venanzo, sin duda, una de las mejores de la historia del cine, en un technicolor prodigioso y con una paleta de colores salvajemente saturados que otorgan a la cinta el aliento lisérgico que necesita un argumento que transita más por lo imaginado y lo mental que por la cruda realidad.

2.La música de Nino Rota, cómo no. Qué sería de Sergio Leone sin Ennio Morricone y qué sería de Fellini sin Nino Rota. La partitura toma el control del film y lo va llevando por sus derroteros en un intercambio de papeles prodigioso.

3.Giulietta Masina: la gran musa felliniana nos regala una interpretación comedida, justa, medida, apasionante cuando está encarnando a una mujer de la alta burguesía que ve cómo su mundo se desmorona ante una flagrante infidelidad de su marido y que busca en el espiritismo una salida imposible; y una exuberante forma de dejarse llevar, por otro lado y de forma simultánea, por los aspectos surrealistas y oníricos de todas sus ensoñaciones y visiones irreales a lo largo del film.

El guión cede ante lo visual. Me importa muchísimo más lo que veo que lo que lo que está ocurriendo. Me dejo acunar por las apabullantes y barrocas formas visuales de Fellini y, cuando creo que me va a dar igual lo que se cuenta, el film comienza a coger velocidad de crucero en su segunda mitad, cuando la comedieta cede ante el drama portentoso y comienza a interesarme.

Si estás dispuesto a dejarte llevar por una vorágine de imágenes surrealistas, sin que importe mucho la historia que se cuenta, te recomiendo esta película. No puedo imaginarme de ninguna manera que un escritor pueda plasmar esta película con palabras. Es muy visual y extravagante y cada toma está perfectamente configurada con el fin de capturar el sentimiento o las imágenes con palabras.Según información proporcionada por IMDb, Fellini afirmó haber tomado LSD al hacer esta película. ¡Esto es muy fácil de creer!, pues Las imágenes extrañas son realmente extrañas: esas mujeres con gigantescos sombreros con los que apenas se pueden tocar, las niñas gemelas vestidas a la usanza del 1900, las pelucas de dulce de azúcar usadas por Susy, los recargados vestidos de Sylva y Val, el Mago, la Médium, el huésped español, el fetichista ruso, y un largo etcétera de personajes cada vez más extravagantes. La película, de 1965, resulta completamente actual, casi futurista, en lo que a vestuarios, maquillaje y atmósferas se refiere, se muestra absolutamente precursora y, de la misma manera que Antonioni en 1966 con Blow up, Fellini capta a la perfección la estética de la psicodelia y la cultura pop.

Lo que más me molesta de cintas como ésta es que nunca sé bien si ponerles 2 o 3, ese es un problema, porque...la precisión ante todo. Lo único que sé es que pasé un mal rato viendo esta huevada, sintiendo que el cerebro me iba a estallar, fue muy feo ver esto.
Hace muchos años leí unas declaraciones de Buñuel respecto de esta película; no recuerdo sus palabras exactas, pero dijo algo así como...Acabo de ver "Giulietta", no vale nada. Todos esos sombreros, puros juegos formales...O algo por el estilo. Pero recuerdo claramente ese "No vale nada", y que además es un poco exagerado. La cinta tiene una que otra escena surrealista que le asegura sus tres estrellas, yo como simple espectador (o espectador simplón) me conformo con bien poco. Y es que las películas de Felino no tienen sustancia, argumento, actuaciones destacadas, buenos diálogos, algo que LE INTERESE de veras al espectador promedio. Los diálogos sí que son pretenciosos, pues los personajes siempre están soltando el nombre de algún escritor, pintor, psicólogo, filósofo, etc., famoso, como si Felino y sus guionistas hubiesen creído que eso le daba profundidad a este horror.
Creo que el Felino hubiese hecho carrera como fotógrafo de modas, porque eso es lo que parece esta película...un desfile de modas, con las modelos más horribles que imaginarse uno pueda.
Casi casi al mismo nivel de la deplorable "La nave va" (Y que no regrese nunca)
3/10

Una película feliniana terriblemente sobrevalorada. En un Technicolor de hipercoloreados modelos chillones a más no poder, solo vemos una sucesión de estrambóticos maniquíes oníricos, que se van presentando ante la ingenua Giulietta, una señorona italiana que se sospecha ser una cornuda en su matrimonio y recurre a detectives y espiritismos extravagantes para confirmarlo.
Realmente no es más que un hortera desfile de moda sicodélica, con unos cuantos snobs soltando idioteces por sus burguesas boquitas pintarrajeadas y gargantas enjoyadas...
Mucho trapito, mucho maquillaje, mucha joya y mucho decorado, pero muy poca chicha. Excesivamente esteticista, y muy pasada de rosca. En la onda de Fellini, pero de las malas. Las tiene mucho mejores, como todos sabemos.