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La voz dormida

Drama En plena postguerra, Pepita (María León), una joven cordobesa, abandona su aldea y viaja a Madrid para estar cerca de su hermana Hortensia (Inma Cuesta) que está embarazada y en prisión. Una vez en la capital, se enamora de Paulino (Marc Clotet), un valenciano de familia burguesa que sigue luchando en las montañas de la sierra de Madrid. (FILMAFFINITY)
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Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
12 de octubre de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pequeña obra de arte que refleja uno de los cientos de miles de asesinatos e injusticias que se cometieron por el bando vencedor y golpista contra sus hermanos, contra sus primos, contra sus hijos, contra sus vecinos que tenían el estigma de haber sido los perdedores, y por eso les castigaron a la pena más dura, la muerte siendo inocentes de los cargos que se les imputaban, y todo por un revanchismo mal entendido que duró durante cuarenta años, los mismos que vivió el dictador con la anuencia del mundo.

Reflejo de aquellos oscuros años, Benito Zambrano nos trae la historia de dos hermanas cordobesas, una muy implicada políticamente que se encontraba encerrada por sus ideales en la prisión de mujeres de Ventas, y la otra que viene a la capital para intentar ayudarla y ponerla en libertad.

Poco que decir de los juicios sumarísimos, en los que el Fiscal solicitaba la pena de muerte para todos, fuera cual fuera los cargos de los que se les acusaba, y el abogado defensor, también militar golpista, que aceptaba los cargos sin rebatirlos solicitando únicamente la conmutación de la pena por la cadena perpetua. Casi todos acabaron en el paredón víctimas de la sinrazón y del odio. Curiosa la participación de las monjas en la vida en reclusión, tomando partido activo en las ejecuciones de una Iglesia que se comprometió con el odio y la injusticia, justo lo que nunca debería ser la Iglesia y así se encuentra ahora, abandonada por casi todos los que fueron masacrados injustamente y por sus descendientes.

Excelentes las interpretaciones de Inma Cuesta y María León, para una sobresaliente película. Un 9.
andeltor
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26 de mayo de 2012
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maniqueísmo en estado puro. Mira que desde adolescente, cuando vi "La vaquilla", me gustaron las películas sobre la guerra civil. Un momento histórico fundamental en la historia española que se empezaba a contar desde los ojos del bando perdedor.
Pero es que ya hasta a mí me aburre....
Cuando la historia se empieza a poner al servicio de los intereses de la causa abanderada por un determinado partido político, empieza a asquear. Tópicos de topicazo, malos supermalvados y buenos de libro, con ideales y gallardía sin parangón. Vamos, la versión actualizada de "Sin novedad en el Alcázar" pero con unas pinceladas de feminismo de manual (salvando la distancia de que ahora los héroes eran los republicanos...)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
MisterBean
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13 de marzo de 2014
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
69 años después de que se rodara por los falangistas "Rojo y Negro", los colores de Falange, nos encontramos con este panfleto tardío. Animo a todo el que pueda a programarse una sesión doble con ambos films.
De la primera se puede decir a modo de excusa, por su fuerte carga ideológica, que las heridas de la guerra estaban aun muy abiertas. De "La voz dormida" podemos decir que en España esas heridas nunca cicatrizan, porque no las dejan cicatrizar. A modo de curiosidad podemos decir que Rojo y Negro fue censurada por el régimen franquista, demasiado falangista quizás, mientras que "La voz dormida" parece hecha por encargo. Es una película prescindible, salvo para los que cobraron las subvenciones
La voz dormida está bien hecha, de eso no hay duda. De que no tiene ningún suspense porque se sabe lo que va a pasar desde el minuto uno y de que abusa de todos los tópicos y clichés tampoco. Lo de mostrarnos a un ayudante del obispo con más plumas que Caballo Loco nos puede servir de ejemplo. Una película del otro extremo hubiera recurrido a una luz cuasidivina, colándose por la ventana de la celda, iluminando las caras de las reclusas mientras sonaba alguna música celestial. Aquí cantan la Internacional y sufren el martirio en olor de santidad. Y todo es así, unos son muy buenos muy buenos y los otros, salvo la protagonista, muy malos muy malos.
Un buen trabajo de María León.
shincotiros
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2 de agosto de 2013
22 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pepita, una joven cordobesa, abandona su aldea y viaja a Madrid para estar cerca de su hermana Hortensia que está embarazada y en prisión. Una vez en la capital, se enamora de Paulino, “El Chaqueta negra”, un valenciano de familia burguesa, cabecilla de la banda de bandoleros que siembra el terror en la sierra madrileña, y de la que forma parte su cuñado. Hortensia es juzgada y condenada a muerte, pero la ejecución no se llevará a cabo hasta después del parto. Pepita intenta por todos los medios que perdonen a su hermana, que es inocente, que sea por ultimo condenada a cadena perpetua pero nunca a muerte, y, al mismo tiempo, hace también cuanto está en su mano para que le entreguen el niño a ella, en lugar de darlo en adopción o enviarlo a un orfanato..
Un argumento interesante, cautivador, y más que nada, emotivo por la calidad de las actuaciones de los actores que desarrollan esta película, pues no está ausente la aventura, el romance y también la oportunidad de darnos a conocer algunas reprobables aristas de prácticamente todos los sistemas carcelarios de la década de los cuarenta. Pero existe un mensaje político acompañado de resentimiento social, y a eso se echó mano en esta cinta, pues se muestran a mujeres españolas prisioneras por el solo hecho de ser madres, hermanas, novias, o esposas de connotados republicanos que siempre se han comportado de forma recta y honrada y cuya conducta solo es comparable a la de las blancas palomas, salvo que como las palomas, sean blancas o no, siempre echan alguna cagada. Y así, como a unos se los muestra como verdaderos santos a un paso de la canonización, a los otros, los que ostentan el poder: funcionarios policiales, y gubernamentales, brutales, sádicos y perversos, lo más malo que ha escupido la tierra. En otras palabras una cinta en donde no existe amor, solo odio y más odio, que sazona una abierta propaganda política de un sector que como carece de argumentos, se vale del corazón de la gente para inculcar su veneno. y si alguien pretende encontrar algo de amor en algunos de sus personajes, es el amor que hasta las bestias más sanguinarias y salvajes profesan por sus hijos pequeños e indefensos
Marioetellezs
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20 de agosto de 2013
21 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un momento de la película que, creo, es el más importante. En el que está la esencia. Están la madre con su bebé en brazos y la carcelera nueva -el único personaje del bando nacional tratado con un mínimo de humanidad y compasión por Zambrano, exceptuando el personaje de la mujer del médico, más interesante en su humana dureza (probablemente el más humano de la pantalla y que al igual que la carcelera no suma ni 5 minutos de metraje)-, están en la capilla, con un cuadro del martirio de Cristo a la espalda, y a la espera de que manden a la madre al paredón. La carcelera se ha apiadado de los llantos del niño y del sufrimiento orgulloso de la madre y decide permitir que le amamante por última vez. Hablan. La segundorrepublicana pregunta si tiene familia. La funcionaria fascista, triste y compasiva, la habla de ella, de su hermano y padre muertos en la guerra a manos de republicanos. La republicana contesta que murió mucha gente que no debía. La fascista niega el alivio de esas palabras. La republicana zanja la conversación con dureza, incluso con un deje de rencor: “vosotros comenzasteis la guerra”.
Eso es la película. No un llanto por el sufrimiento derramando por las mujeres republicanas como nos afirman al inicio, sino un acto de odio y rencor movido por el sufrimiento causado por el bando vencedor a los vencidos. No importan las matizaciones de ningún tipo, no hay perdón.
Zambrano finaliza su film con una cita de Machado “Para los estrategas, para los políticos, para los historiadores, todo está claro: hemos perdido la guerra. Pero humanamente, no estoy tan seguro... Quizá la hemos ganado”. Puede interpretarse como un último elogio a las “heroínas” de la posguerra (las vencidas) y su martirio, valor y dignidad; o como la conciencia de que, hoy en día, no sé si Dios, pero la Historia - o al menos cierta historia no académica pero más humana, esa centrada en hacer juicios al pasado desde el presente- desde luego sí ha juzgado a Franco y su puta dictadura, y desde luego, el bando nacional ha perdido. Por fortuna, es raro encontrar un discurso actual -audiovisual o no- que no culpe a su bando de la guerra y que no arremeta contra la terrible dictadura. Sobre todo en Mass Media o relatos oficiales (educativos por ejemplo). A lo más, un discurso matizador, o justificador.
Es cierto que LA VOZ DORMIDA es una película de héroes -republicanos de rostros y formas hermosas, valientes, dignos, jamás acobardados, luchadores de firmeza inhumana siempre fieles a sus principios aunque eso cause su destrucción y la de sus seres queridos- y villanos -inhumanamente crueles, gratuitamente impíos, grotescos, depravados y feos (no es casualidad que las pocas personas del bando nacional más humanizadas sean también las afortunadas que por un motivo u otro, en su fealdad, tienen un deje de maternidad o piedad)-; pero, por encima de esta intención de mitificar a los vencidos, creo que lo que Zambrano/Chacón se proponen es devolver, ahora que en cierto modo su bando ha ganado la guerra, todo su dolor a los vencedores (humanamente vencidos). Si los fascistas no tuvieron piedad, ellos tampoco han de tenerla; si los fascistas no hicieron distinciones en sus juicios, ellos tampoco; si los fascistas mostraron la historia a su manera y desde su único punto de vista, sin escuchar jamás al otro ni permitirlo, ¿por qué ellos han de hacerlo más de medio siglo después?; si, como repiten varias veces en la película, los fascistas no estaban interesados en el perdón, ¿por qué ellos, tres cuartos de siglo después, habrían de estarlo?
Solo hay dos elementos, típicamente relacionados (por error) al franquismo, que Zambrano/Chacón, puede que justificándolos en la ignorancia de la chiquilla, parecen respetar: el cristianismo (lo que no quita un exagerado anticlericalismo como en la deleznable escena de la monja demoniaca) y la españolidad (acentos, nanas y costumbres).
Ni una correcta realización, ni una comercial historia de amor metida sin interés y con calzador, ni buenas actuaciones pueden levantar una historia tan repetida y reduccionista. Mucho mejor, aun con sus fallos y excesos, PA NEGRE.

Un “(segundo)republicano” zanjaría esta crítica con un 10 y afirmando con dureza, incluso con un deje de rencor: “ellos comenzaron la guerra”. Yo, debo ser muy inocente e ignorante, pero creo que cuando dos hermanos se pelean, la vara no ha de caer sobre quien descargó el primer golpe, ni sobre el vencedor. Tampoco querría olvidar y mirar a otro lado como si nada hubise pasado. Preferiría hacer un acto de memoria, comprender a ambos hermanos, sus motivos -que comenzaron mucho antes de que el primero cogiera la primera piedra- y sus crímenes, y ojalá, en vez de usar la vara, lograra que ambos se dieran la mano. Evidentemente, los vencedores no fueron de mi opinión.
Hernando
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