Primos

A mitad del metraje la peli baja un poco, pero enseguida sube de nuevo para superarse y lograr una más que notable parte final.

Lo mejor, quie el director trata de forma brillante temas bastante cotidianos, y por ello complejos.
Felicidades a todos los actores.

La recomiendo a todo el mundo, la vi ayer en el cine. Merece la pena.

Que gusto da ver una buena comedia española, buena buena comedia española. Daniel Sánchez Arévalo tiene una sensibilidad especial para captar los matices de sus personajes, despertando nuestra inmediata simpatía hacia ellos. En este caso, tras dos películas tan melodramáticas como "Azuloscurocasinegro" y "Gordos", ambas también excepcionales, se decanta por dar mayor protagonismo a la comedia en esta ocasión. Para ello exprime la vis cómica (inédita hasta ahora) de un deliciosamente inseguro Quim Gutiérrez, muy bien acompañado por Raúl Arévalo y Antonio de la Torre, todos ellos amigos y actores habituales de Daniel, y por la sorpresa del film, Adrián Lastra.
En los papeles femeninos, sorprendente también el gran debut en un papel protagonista de la televisiva Inma Cuesta, y menos sorprendente el gran trabajo de la joven pero ya experimentada Clara Lago.
La ambientación en el hermoso pueblo cántabro de Comillas hace que el argumento transcurra de modo más intimo y acogedor, y en menos de diez minutos, somos un vecino más del pueblo, espectadores satisfechos de los avatares sentimentales de estos adorables primos.

Después de tres películas Daniel Sánchez Arévalo todavía no ha conseguido superar el listón que se puso con su ópera prima, la espléndida Azuloscurocasinegro. Pero lo que si ha conseguido es mantenerse como uno de los directores más interesantes que hay actualmente en España, y eso que lejos de acomodarse en el tipo de historia que tan buenos resultados le dio, ha preferido arriesgar con historias más arriesgadas como la de Gordos, o con cambios de registro tan radicales como el que supone Primos su última película.
Con Primos Daniel Sánchez Arévalo se pasa a la comedia pura y dura, Puede ser entrañable, nostálgica e incluso un puntito emocionante, pero sobre todo es una comedia en la que uno se ríe con ganas en más una ocasión. Además el director, y también guionista, sabe medir perfectamente la historia y en ningún momento traspasa la línea que podría hacer de Primos una película vulgar y superficial.
Diego es un chaval al que su novia ha plantado a pocos días de su boda. Aun así el decide seguir adelante con el enlace de forma unilateral. Esta situación da pie a una brillante secuencia de apertura donde destacan el talento de Sánchez Arévalo como guionista, y el del actor Quim Gutiérrez como comediante.
Tras esta sesión de autohumillación Julián y José Miguel, los primos con los que ha crecido, deciden llevarlo al pueblo de la costa donde pasaron todos sus veranos de adolescencia. A partir de ahí la vuelta del pasado y de los recuerdos transformará la vida de los tres primos, especialmente la de Diego.
Primos funciona a la perfección en sus diferentes registros. Como comedia clásica, donde el gag previsible y eficaz hace reír al público resulta bastante aceptable. Como comedia nostálgica y generacional es una delicia, al menos para aquellos que por diferentes motivos nos podemos sentir reflejados en lo que cuenta la película. Y como comedia romántica consigue salir a flote gracias a la presencia de la preciosa Inma Cuesta, que aporta madurez y credibilidad a una historia que podía haber naufragado.
A esto hay que añadir que las dos tramas secundarias que implican a los dos primos del protagonista complementan perfectamente a la historia central. Y es especialmente destacable en el caso de la historia del primo que interpreta Adrián Lastra, ya que aunque se mueve siempre en el filo del ridículo, al final aporta su pequeña dosis de emoción.
Además de los nombres que he mencionado más arriba, el reparto lo completan Raúl Arévalo, Antonio de la Torre y Clara Lago, y entre todos consiguen un trabajo notable que eleva a la película por encima de los baches que se puedan presentar en el transcurso de la historia.

Ya en su primera escena, un monólogo sensacional, Sánchez Arévalo demuestra haber entendido (por fin) la esencia de la comedia: el dato no siempre dominado de que toda risa emana de la tristeza. Eso sin mezclar uno y otro concepto, porque el término 'tragicomedia' es, en el fondo, una paradoja con posibilidades de utopía. Azuloscurocasinegro, desde su título, marcaba esa intención, loable, pero no del todo bien resuelta, de poner sobre la mesa los aspectos más cómicos y trágicos de la existencia de sus personajes. Gordos tampoco acababa de casar. En ese caso a Sánchez Arévalo le pudo cierta grandilocuencia, estiró el metraje hasta límites peligrosos y logró que el título de su película fuera otra metáfora cinematográfica: la historia, además de filmar a gente obesa, adolecía de excesos. Quizás por eso Primos (por fin) es la película más satisfactoria de su realizador: es una comedia en mayúsculas y no esconde ni se avergüenza de su condición de sano entretenimiento.

Primos también es una película personal donde se respira una intimidad absoluta, en la que Sánchez Arévalo domina la totalidad de su historia y escribe las escenas sabiendo que los actores, sus actores, bordarán cada uno de sus personajes. Si Primos es buena es fruto de un encuentro lógico entre oficio (su director siempre lo tuvo) y experiencia. Tomadas esas fichas, el juego es sumamente agradable. Logra dignificar la comedia española de masas (por fin) y se distancia del guión televisivo, del que sólo conserva la rapidez de unos diálogos que no dan tregua. Otra clave del divertimento inteligente: tener secundarios potentes, con personalidad. Primos presume de unos espléndidos Raúl Arévalo, Antonio de la Torre, Adrián Lastra (su estética pirata puede llegar a ser de culto) y Clara Lago, sin que su aparición sea una excusa o una forma de diluir la trama de (des)amor principal.

En Primos todo suma y sus pocas debilidades se perdonan. Y si no fuera por un tramo final excesivamente dramático (aunque también comprensible: no se me ocurre mejor conclusión que la que propone el realizador), estaríamos hablando de la mejor comedia española en años. Hecha entre amigos, una bonita historia sobre la amistad. Hay que presumir de Primos. ¡Por fin!

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com

En una entrevista Sánchez Arévalo confesaba que se trataba de una película autobiográfica. De esta forma puede entenderse que, más allá de las licencias que se toma para redondear la historia, todo el conjunto sea bastante cercano al espectador.

Este viaje de retorno a las raíces sirve de catarsis a los protagonistas para, al menos, intentar arreglar todo lo que se les ha ido torciendo por el camino. Es en ese pueblo (que podría ser cualquiera) el lugar donde se reencuentran con su pasado, con sus fantasmas, y en el que logran vencerlos.

Lo que pasa es que podemos imaginar que ni todas esas historias ocurrieron de verdad y, de haber ocurrido, no acabaron como lo hacen en esta Primos.Es demasiado condescendiente consigo misma y cree que no tiene defectos, que es capaz de acabar con todo lo que se proponga. En la vida real no todo acaba como uno quiere, y esa melancolía propia de la vida es lo que echamos en falta.

El ritmo narrativo es constante y mantiene casi siempre nuestro interés, aunque los monólogos de Quim Gutiérrez (que son reflexiones en alto aunque aparentemente se dirijan a alguien) lo ralentizan en exceso.

La unión hace la fuerza, y en eso, estos primos son una piña en lo bueno y en lo malo.