Eyes Wide Shut

A la noche siguiente, mientras fuman porros, Bill y Alice comienzan una conversación peligrosa con respecto a la fiesta, que deriva en celos, envidias y acusaciones, finalizando con el relato de Alice de una fantasía que tuvo con un marinero y por el que llegó a fantasear que dejaba a Bill si el marinero se lo pedía. Bill se enfada, pero recibe una llamada de una mujer, cuyo padre, paciente de Bill, acaba de morir y debe acudir a hacer acto de presencia. Esa noche comienza una aventura delirante para él, que al final es el máximo protagonista. Cuando sale de la casa del fallecido decide andar un rato, pero en su cabeza no deja de imaginar a Alice con el marinero. La escena cada vez es más subida de tono, pero de repente una mujer le para y le «invita» a su casa; claramente es una prostituta y aquí Bill se pone más pesado si cabe con su trabajo; no va a parar de repetir que es médico (como si esto acreditase que es de confianza, que tiene dinero o que puede hacer lo que le dé la gana, en un alarde de inseguridad total, o al menos es lo que me provoca a mí cuando le escucho). Bill le paga 150 dólares, pero al final se marcha sin hacer nada. No obstante, irá al encuentro de un viejo amigo, al que ya vio en la fiesta privada y éste le dará una contraseña para una fiesta secreta, en la que tiene que ir disfrazado y con careta. Alice, en su casa, decide irse a dormir. Para conseguir el atuendo Bill se dirige a la tienda de disfraces llamada Rainbow Fashions, que se convierte en otro accidente sexual con la hija del dueño y dos hombres que se encuentran con ella escondidos en una de las habitaciones; no deja de ser una anécdota divertida por como ocurre todo y por cómo le habla el padre a la hija. Bill se lleva –por fin- el disfraz y se dirige en taxi a esa fiesta tan misteriosa; es ridícula su llegada, ya que todo lo que hay son cochazos o limusinas; para entrar le piden una contraseña, que él da, y le dejan pasar; allí es testigo de una especie de ritual en cuyo centro hay seis mujeres que luego se dirigen a seis de todos los presentes para mantener relaciones sexuales (hay que tener en cuenta que son cientos de personas); una de ellas elige a Bill, él piensa que es al azar, pero ella le advierte que sabe que no forma parte de ese sitio y que su vida y la de ella corren serio peligro; Bill no le escucha y se pasea por la mansión, observando a un montón de personas acostándose entre ellas y a otros simplemente mirando; pronto le dan el alto y le hacen reunirse con el líder, que quiere castigarlo por la osadía de presenciar esos actos, pero la misteriosa mujer intercede. Después, cuando Bill ya se siente a salvo, vuelve a casa, pero no puede quedarse quieto e intenta averiguar quiénes eran esas personas. Le avisan varias veces para que no siga adelante y mientras vemos a Bill ir y venir, preguntar, averiguar, llamar, intentar comprar con dinero o diciendo que es médico (como si esto le diera autoridad sobre algo más que la propia medicina) le acompaña la musiquita del piano y esas notas discordantes que aparecen justo cuando te estabas relajando…total, que todo se lía a las mil maravillas, como una tela de araña de la que no puedes escapar, un laberinto de información que creo, al final, no sirve para nada. Bill vuelve a casa y Alice está dormida; a su lado hay una careta (la suya, la había perdido) y entonces se echa a llorar, Alice se despierta y le abraza, le pregunta qué le pasa, no antes de contarle un sueño que ha tenido; estaba en una mansión, con gente follando por todas partes, y ella lo hacía, no con uno, sino con incontables hombres; tantos que perdía la cuenta, pero lo peor no era eso, lo peor es que sabía que él la estaba viendo…el final y su frase no me convencen, pero si es lo que quiso Kubrick, pues quedó un tanto burdo. El resto del metraje es incluso bello, como entrar en un estado contemplativo. Si es un sueño o es real, solo ellos lo sabrán.