The Navigator: Una odisea en el tiempo

La figura de Vincent Ward es muy interesante para mí ya que fue uno de los candidatos a dirigir aquel filme de 1992 llamado 'Alien³' y su idea sobre un planeta donde la gente se retira a un lugar lejos de la tecnología omnipresente donde el xenomorfo sería visto como una especie de diablo era curiosa; curiosa también me pareció 'The Navigator: Una odisea en el tiempo' por su argumento y, también, el estatus de ser uno de los trabajos más reconocidos de Ward es un plus, claro que 'reconocido' no siempre significa 'bueno'.

La idea de un viaje en el tiempo sin usar máquinas donde solo bastaría con un largo túnel era bastante atractiva por el choque entre la sociedad del siglo XIV y la del siglo XX; lamentablemente, pesa mucho el desaprovechamiento mayúsculo de una idea tan genial.

Por un lado, tenemos a la gente de un siglo muy pasado en la sociedad moderna donde, como es natural, tendrán que sufrir para conseguir el objetivo de la aventura. En este aspecto, el tema está conseguido; en el otro lado, está la idea de aferrarse a algo, tener fe en algo inmaterial para pasar los malos momentos o como forma de vida personal. Es en estos temas donde al largometraje más se le exprime y más se puede reflexionar.

Pero solo unas moralejas o unos temas que extraer de un visionado no son suficientes para elogiar. El guion del propio Ward, Kelly Lyons y Geoff Chapple resulta ser bastante redundante cuando el grupo consigue cruzar el túnel donde aventuras tendrán; aunque más bien pocas, quedando la experiencia muy descafeinada para lo que podría haber sido si se hubieran explayado en este tramo. Con solo una hora y media no se puede lograr una cinta totalmente plena cuando hablamos de personas de otro siglo que llegan más de 500 años en el futuro donde verán construcciones, vehículos y un paisaje urbano muy lejos de su entendimiento.

Es una experiencia curiosa, bien pensada y mal ejecutada. No por actores, no por banda sonora, no por dirección artística o cualquier campo de producción; sino por un libreto que no explota todas las posibilidades que la trama ofrecía.

Ya la he visto y no me ha gustado. En todo caso me he aburrido y casi dormido en este relato de un niño con varios adultos de la Edad Media que tratando de llegar a través de una sima al otro lado de la Tierra, para hacer una ofrenda que evite la peste que se acerca a su pueblo, llegan de noche a una gran ciudad del siglo XX.

La historia en sí, suena a priori a muy interesante, pero luego conforme van transcurriendo los minutos se hacen un plomazo de mucho cuidado que la gente está deseando de que se acabe lo antes posible para volver a respirar aire puro.

No me canso de decir que una buena película de ciencia ficción debe tener ficción, pero sobre todo, ciencia. No es el caso de esta película, donde sólo hay corazonadas, visiones futuristas, sueños, e iglesia, obsesión por la cruz y por la virgencita. Parece una peli patrocinada por el Vaticano.

Estos visitantes llegan al futuro y ni siquiera se maravillan de lo que allí ven, del desarrollo tecnológico y de las infraestructuras. También se entienden perfectamente con la gente. Pese a que hay siete siglos de diferencia, se ve que su idioma a evolucionado poco.

Aunque la película empieza bien, pronto se enquista y al poco se desinfla.