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El quimérico inquilino

Terror. Thriller Polanski interpreta al agradable Trelkovsky, que vive en un apartamento de París que tiene un sombrío pasado... la anterior inquilina, una mujer joven, se tiró por el balcón. Sus pertenencias siguen allí... cosas que alimentan la obsesión de Trelkovsky por la mujer. ¿O tal vez le están llevando a la locura? (FILMAFFINITY)
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Críticas 95
Críticas ordenadas por utilidad
1 de marzo de 2010
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
De vez en cuando me apetece darme un garbeo por la filmografía de Polanski. Me desligo de cualquier otra consideración respecto al director polaco para centrarme en ese cine suyo que, a mi parecer, tiene las luces y las sombras de la vieja Europa. Me han encantado películas suyas como El pianista, Oliver Twist, La muerte y la doncella o Chinatown. También quedé gratamente sorprendido de su opera prima El cuchillo en el agua. Debo revisarlas, aunque tengo un recuerdo excelente: La semilla del diablo y El baile de los vampiros. Y por último, Repulsión me mostró el discurso de un Polanski para el que previamente se necesitaba un curso, lo más acelerado posible de psicologías freudianas, que, dado el escaso tiempo que me dejan mis ocupaciones laborales, familiares y otras hierbas, no pude realizar, motivo por el cual acabaron suspendiéndome.

El quimérico inquilino anda por esta última línea y si tienen en la biblioteca algún tratado freudiano les recomiendo tenerlo a mano en la mesita del salón. Si Proust buscaba el tiempo que se le había perdido, Polanski busca identidades, especialmente la suya, arrojada ventana abajo en el cuerpo de una inquilina precedente tan quimérica como él. No se sabe muy bien si acaba encontrándola pues a base de saltos del ángel se va mermando y mucho la capacidad para explicarnos sus experiencias paranoicas por lo que somos nosotros los espectadores quienes debemos dar cumplida respuesta a los distintos interrogantes que se plantean en la película. Es entonces cuando resulta aconsejable echar mano a ese libro debidamente seleccionado y correctamente abierto por el capítulo que ustedes estimen más adecuado al caso.

Llegados a este punto nos encontramos con quienes aseguran, juran y perjuran haber asimilado todas las propuestas formuladas durante mas de dos horas de proyección y los que, como yo, tenemos una ligerísima idea y todavía estamos dando vueltas al ejemplar freudiano. Los primeros serán quienes votarán negativamente este comentario pensando que me he quedado a dos velas (y seguramente tendrán razón) mientras que a los segundos, compañeros del alma del pelotón de los torpes, les invito a acompañarme a alguna librería especializada en busca de "Polanski para torpes". En cualquier caso, a ambos, gracias por leerme.

Y finalizo con una pregunta que me viene rondando por la cabeza desde que vi al señor Trelkovsky desdoblando su personalidad:

¿Es en realidad
mi identidad, mía
o alguien me la cambió
mientras dormía?
FATHER CAPRIO
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30 de noviembre de 2008
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin he visto El quimérico inquilino, película que desconocía y por la que doy las gracias a filmaffity (y a mis almas gemelas) por su recomendación. La verdad que desconocía su trama y no era la película más indicada para estos días en los que ando un poco bajeras, pero al tener los sentimientos tan a flor de piel me ha impactado y me ha puesto en ocasiones los pelos como escarpias... A mi me encanta el cine de terror, y este es terror psicológico del bueno.
Y es que un hombre solitario (Polanski) busca un piso para alquilar con tan mala suerte que el que encuentra ha tenido un reciente y macabro suceso, un suicidio. Los vecinos son muy histriónicos, algo así como la vecindad de Delicatessen, y le tienen muy "controlado".
Nuestro protagonista comienza, casi sin querer, a investigar las causas que llevaron a esa desconocida mujer a ese fatal desenlace.
A partir de aquí comienza un vertiginoso descenso a los infiernos de la locura donde nada es lo que parece. Donde su soledad y su paranoia lo magnifican todo hasta límites insospechados.
Su BSO es densa y agobiante, un complemento perfecto a la sensación angustiosa que vive nuestro protagonista.

Lo mejor: la tensión generada con tan pocos elementos.
Lo peor : verla un día con la moral por los suelos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
astennu
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11 de agosto de 2009
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente, imprescindible para los amantes del género.
Me encantan las películas sobre locos porque muestran una realidad distinta, con leyes válidas sólo para ellos. Si además son vulnerables, desvalidos, aunque cometan un crimen uno termina comprendiéndolos.

Se han hecho películas maravillosas e inolvidables como esta, y uno siempre vuelve a ellas. Por qué? Porque nos hacen salir del terreno conocido y seguro, e introducirnos en el cambiante del inconciente, donde habitan los miedos, las inseguridades, las zonas oscuras que todos tenemos y también la locura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
aleks
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3 de diciembre de 2010
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay un tema recurrente en el cine de Polanski ese no es otro que la mente humana y ha sido él, sin duda, uno de los más hábiles a la hora de intentar penetrar en ella a través de sus películas. Como muestra están sus tres primeras obras, El Cuchillo en el Agua, Repulsión y Callejón sin Salida que no constituyen si no un tríptico de lo psicológico a través de diversas vías tales como el erotismo sugerido, la ambigüedad, o el absurdo, reincidiendo sobre ello en casi toda su filmografía posterior y especialmente de manera casi obsesiva en títulos como La Semilla del Diablo, Lunas de Hiel y La Muerte y la Doncella.

El Quimérico Inquilino es una pieza más en el mosaico, mostrando en esta ocasión el descenso de un hombre corriente al infierno de la paranoia, el aislamiento y la locura en otra vuelta de tuerca a los entresijos de la mente, y que, si bien relacionada con todas las cintas anteriormente citadas guarda especial analogía con el que experimenta Catherine Denueve en Repulsión, del que viene a ser su homólogo masculino, aunque ambos personajes se caractericen por tener a su vez diferentes perfiles psicológicos.

De nuevo a su vez el espacio donde va tomando forma y desarrollo el trastorno del protagonista es cerrado y opresivo, un edificio que constituye un elemento esencial en la trama como lo era el Dakota en La Semilla del Diablo o el apartamento londinense de Repulsión, así como el yate, el castillo, el crucero o la isla lo son en sus películas respectivas. La habilidad que tiene Polanski para mostrar la claustrofobia a través de dichos escenarios queda patente al no mostrar signos de repetición, sabiendo construir historias originales con peculiaridades singulares para cada uno de ellos aún manteniendo los nexos comunes.

Proyecto muy personal en el que Polanski se adueña por completo de la función dando rienda suelta a su vena actoral, echándose sobre los hombros todo el peso de la película, realizando en mi opinión una gran interpretación en su punto justo de inquietud, humor negro y locura, con unos minutos finales de auténtico placer cinéfilo que habría que situar entre lo más significativo a la par que arriesgado de toda su filmografía, suponiendo como resultado un sonado fracaso de crítica y público en el día de su estreno y recuperando con el paso de los años el lugar que le corresponde no sólo dentro de la obra de su autor si no también entre las decenas de películas de temática parecida, de mucha menor profundidad artística y emocional, y tan deudoras de esa forma única que tenía el maestro polaco de entender la psique.

https://corazonesenelprecipicio.blogspot.com
Wild In Love
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17 de septiembre de 2013
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar, la interpretación de Polanski, que también dirige el film, es impresionante en su sobria y convincente.

El ambiente es auténticamente parisino, aunque el idioma original es el inglés.
Un personaje tímido que se mueve entre los extraños vecinos (cada uno es un personaje con algún tipo de esperpento) y unos compañeros de trabajo ruidosos, chabacanos y groseros.

Trelkovsky se mueve entre esas dos realidades desde un piso “raro” (es lo mínimo que se puede decir). En realidad, el piso se va convirtiendo en un protagonista más, es más, es como si fuese el verdadero personaje principal que mueve los hilos y acaba guiando las acciones de su nuevo inquilino y acaba preguntándose “¿En qué preciso momento una persona deja de ser quien cree que es?”

Hay una similitud con El proceso (el libro y la película de Orson Welles, 1962), donde el personaje se ve envuelto en una serie de acciones que no controla. En ambos casos es la historia de una alienación, un individuo que poco a poco deja de pertenece a sí mismo.

Hay un ambiente opresivo, en el edificio de Trelkovsky, iluminado con bombillas que dan una luz pobre, muchas veces de claroscuros. El ambiente, por las visiones, las escenas nocturnas en el pasillo y la música muchas veces estridente se va haciendo cada vez más opresivo. Los demás vecinos parecen unos inadaptados. En realidad parecen representar un microsociedad de gente fuera de los cánones sociales. Quizás Simone Choule, la suicida, no pudo aguantar esa presión de la sociedad dentro del edificio (o fuera, si lo tomamos como una metáfora).

El sutil humor convierten las cosas en más inquietantes, pues, contrariamente a lo que cabría pensar, esos pequeños detalles absurdos, son los que no devuelven a la normalidad (la basura que cae mientras Trelkovsky la baja, la cajetilla de tabaco que envuelta en papel…).

Impresionante Isabelle Adjani veinteañera, guapa, natural y magnética con su melena rizada y salvaje y su boca sensual.

MÁS:
El movimiento pánico, presente en la estética de la película, es movimiento creado en París en 1962. Sus fundadores son el dramaturgo y cineasta Fernando Arrabal, el director de teatro chileno Alejando Jodorowsky y el pintor y actor francés Rolando Topor.

El nombre se inspira en el dios griego Pan (de la cual deriva la palabra “pánico”). Se trata de usar el terror, el humor, la confusión o la inteligencia como modo de supervivencia en la sociedad posmoderna.
Francesca
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