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Luces al atardecer (Las luces del suburbio)

Drama Koistinen, un guardia de seguridad nocturno, recorre las calles buscando un lugar al sol, pero la indiferencia general destroza, una tras otra, sus modestas esperanzas. Un grupo de mafiosos, que se aprovecha de su sed de amor y de su profesión con la ayuda de una mujer fría y calculadora, organiza un robo del que se acusa sólo a Koistinen. Así, pierde su trabajo, su libertad y sus sueños. Tercera parte de la trilogía que empezó con ... [+]
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
10 de mayo de 2007
13 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aki Kaurismaki se pasa de la raya. Nos propone una película que bien podría ser muda -diálogos escasísimos- en una desmedida evocación del cine primitivo (hasta los rostros están iluminados exageradamente imitando el efecto del maquillaje blanco de las peliculas mudas). La historia es simple y los conflictos son convencionales. Por puro afán de trasgresión, Kaurismaki resuelve esos conflictos convencionales de manera no convencional y absolutamente chocante para el espectador. Es decir, el protagonista se enfrenta a una serie de problemas que tiene la capacidad de evitar, y sin embargo, no hace nada y sufre gravemente sus consecuencias. De tantas veces que ocurre eso, llegamos a un momento en que decimos "ya está bien, hombre, esto ya no es creíble". En definitiva, la película se acaba -enseguida- y nos quedamos con una cara de tontos...mmm... "Kaurismaki se ha pasado de la raya". Es una pena porque podría haber conseguido, con la brillante factura técnica que tiene, una excelente película de soledad y amor. No me gustó como película en sí, pero comprendo que los fanáticos de Charles Chaplin puedan considerarlo un excelente tributo.
Tarrkovski
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30 de marzo de 2008
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver esta película lo primero que he hecho ha sido venir a filmaffinity y leer las críticas de los tres usuarios que peor la han valorado. No estoy ni mucho menos de acuerdo con su valoración, pero me he quedado satisfecho cuando he leído la de uno de ellos; no le ha gustado la película, pero ha expuesto razonablemente su opinión. Por tanto, hago resaltar, que desde mi punto de vista, el valor de una crítica no está en el número de usuarios que la han considerado útil, como tampoco lo está en la puntuación con la que han valorado la película; mas bien una crítica buena se hace patente cuando, sea cual sea el punto de vista, se expone razonablemente lejos de ofender a nadie.
Supongo que a nadie, ni a los que mejor la han valorado, le ha resultado atractiva de primeras. No tiene por qué ser así, pero es lo más normal.
La cultura americana es mundialmente conocida y un ochenta por ciento (no lo sé concretamente, más o menos) de las películas que vemos son americanas; la mayoría de las que no lo son, tienen influencias en técnicas o en cultura. Por tanto una película americana presupone la propia cultura y se centra en el subtrama y la trama.
Por esta razón una película finlandesa que pretenda ser buena tiene dos opciones: la primera es basarse en la cultura mencionada, cosa relativamente "fácil"; y la otra es combinar en poco más de una hora la comunicación de una cultura cerrada y una historia que deriva de la misma.
Comercialmente, una película, es buena cuando supera un mínimo de taquilla; artísticamente, una película, es buena cuando lleva a cabo satisfactoriamente una serie de objetivos, normalmente comunicativos. En consecuencia, vistas las críticas, no es la gran fuente de dinero; pero artísticamente es muy buena porque ha cumplido los objetivos.
Por tanto, que te guste o no, depende de si eres capaz de intentar abrir un poco tu mente y captar el mensaje, la comunicación de la cultura.
aantonsa
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11 de agosto de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kaurismäki, sí, expresa sentimientos desgarradores. Pero lo hace de forma indirecta. Lo hace a través de la música. Gardel abriendo y cerrando la incursión en la apaleada existencia de Koistinen, con dos de los tangos más famosos de la historia (“Volver” y “El día que me quieras”), más las melodías pop en finés que tanto nos suenan ya a los que conocemos la obra de este director, ofrecen la voz de los desahuciados con mala estrella, el corazón roto, chirriando de soledad, hazmerreír de un corro de desalmados que parecen formar un complot para burlarse del infeliz, aprovecharse y enterrarlo en el fango.
Con qué elocuencia expresan unas letras cantadas las tribulaciones y las aspiraciones escondidas en el seno de esos seres parcos y semi-herméticos, productos del mundo del que vienen, del que tantos proceden, un ambiente glacial en el que se desempeñan como autómatas atrofiados y congelados, y cualquier gesto es como moverse a través de una pared de hielo que amenaza con no derretirse, porque no hay una sola mano cálida que agarrar, y cuando la hay es muy difícil aferrarse a ella porque hasta el frío termina por acampar en el lugar donde tenemos el corazón, porque después de nadar entumecido por las olas de un mar gélido, sin sentir ya las extremidades, los sentidos tardarán en reaccionar al tímido calor que alguna rarísima vez se acerca con determinación, con la intención de quedarse si finalmente la tibia luz del atardecer es capaz de vencer a la oscuridad de la madrugada.
Koistinen, ese tonto sentimental que encara solo las consecuencias de sus calamidades sin despegar los labios, sin una queja, sin traicionar a quienes le han traicionado, ese soñador que se empecina en que puede alcanzar algo mejor, sí, ese débil destello que no se le apaga nunca, aunque lo engañen, aunque lo golpeen, aunque lo arrojen a la calle, aunque traten de privarle de su libertad, aunque se rían de él en su cara, Koistinen, ese desecho de ninguna parte, alienígena de un planeta silencioso y noble donde los sentimientos no se vociferan, no se ningunean, no se fingen, no se subestiman. Koistinen, como la roca desnuda bajo el suelo, invisible, resistente, de blanda carcasa envolviendo una solidez sin grietas.
En sus ojos azules lleva grabados esos versos de Gardel, con la frente marchita, sentir que es un soplo la vida, bajo el burlón mirar de las estrellas, y aunque el olvido que todo destruye haya matado mi vieja ilusión, guardo escondida una esperanza humilde que es toda la fortuna de mi corazón, y el día que me quieras la rosa que engalana se vestirá de fiesta con su mejor color.
Vivoleyendo
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6 de septiembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Koistinen no se resigna a ser un simple vigilante solitario, desconfiado, egoísta y previsible (por eso ignora a la única persona que le quiere). En una sociedad de corazones que bombean horchata granizada, él pretende nuevas relaciones y algún cambio; toda una aventura en un mundo sin sol, que nuestro hombre intentará con todas las pocas fuerzas que aún no ha devorado la alienación.

Kaurismäki, fiel a su estilo, hace un rápido y certero esbozo del individuo como víctima en su propio entorno y mirando desde fuera intuye la dirección de los tiempos, el avance de las soledades y las consecuencias negativas para quienes no aceptan integrarse de buen grado en el rebaño de zombies al que estamos predestinados.

Descorazonadora, desagradable y realista; como una autopsia que se estuviera practicando sobre un esquimal inamovible pero vivo.
No tan redonda como "Un hombre sin pasado", tal vez por eso sus aristas cortan.
Sinhué
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9 de junio de 2007
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil encontrar una película de escasos setenta y poco minutos que sea tan lenta.
Pues aquí hay una, abusivamente lenta, silenciosa y un tanto absurda, por qué no.

No conozco la obra del "aclamado" director finlandés Kaurismaki, sólo puedo opinar sobre este film sin comparaciones a las anteriores. Sin embargo, pocas ganas me quedan de hurgar en su repertorio, a no ser que una noche que no pueda conciliar el sueño necesite algo lo suficientemente aburrido como para caer dormido al instante.

"Luces al atardecer" nos presenta un personaje peculiar, con horchata en las venas, no sangre. Se deja arrastrar por la corriente sin oponer resistencia alguna, vive la vida desde un segundo plano, imaginando que todo va a cambiar, confiando en la benevolencia del futuro y convenciéndose que todo lo que le pasa en ese momento es temporal.
Llega a desesperar y dan ganas de abofetearlo, para ver si reacciona, pero de alguna manera es un personaje con cierto encanto, de los que dejan huella en la memoria cinéfila. Un perdedor sin voz ni voto.

Podría haber sido mucho mejor si se hubiera accionado el botón de acelerar en algunas escenas, si la trama no hubiera sido tan convencional y previsible y si nos hubiera ofrecido algo más original, que aún por los esfuerzos del perfectamente caracterizado papel protagonista por parte de Janne Hyytiäinen, nos deja con una sensación de deja vu, con tiznes agrios.

A destacar la escena de la partida de cartas con la femme fatale pasando la aspiradora. Agudo guiño al cine negro.
citos
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