Susurros del corazón

Bien es sabido por cualquier conocedor de esta productora japonesa que es fácilmente comparable a la americana Pixar. Ambas se dedican enteramente a la animación de un modo especial y agradecido: nos traen historias originales, con mimo, cariño y realizadas con buen gusto. En los tiempos que corren, que existan productoras así es un lujo para la industria cinematográfica. Y es que, además, dejan constancia de esa calidad en la taquilla, verificando una vez más que ésta puede traer beneficios.

Pues bien, antes que nada debería dejar claro que desde siempre he sido una persona a la que le cuesta creerse las cursiladas en el mundo del cine y, en la mayoría de las ocasiones, las aborrece. Sin duda, si decidí ver esta película con semejante título fue por la excelente trayectoria del ya citado Studio Ghibli, al que admiro con fuerza. Y me hallaba en lo cierto, esta cinta no cae en el corriente sentimentalismo barato de otras producciones japonesas para otakus quinceañeras.

Desde su comienzo, uno sabe que se encuentra ante algo dulce, pero no empalagoso. Ese equilibrio que te hace adoptar una sonrisa tierna durante todo el metraje es extremadamente difícil de conseguir y para ello se necesitan unos personajes carismáticos que se den un tiempo a conocerse para desarrollar su amor, siempre con un halo de misterio en su relación. Tienen que estar prohibidos continuas y repetitivas escenas amorosas durante casi todo el desarrollo de la historia. El amor, desde siempre, es algo que se cuaja a fuego lento y el espectador necesita querer, necesitar con desesperación ese primer abrazo o beso. Cuando ese punto se alcanza, ese momento tan esperado llegará en el momento oportuno y nos hará asomar una lagrimilla en los ojos. No obstante, este no es el mayor logro de la película.

En mi opinión, la magia de este filme reside en su sutil y contenida fantasía, unos personajes pintorescos y entrañables y, ante todo, algunas escenas que transmiten un mensaje emotivamente esperanzador para todos aquellos que llevan la fantasía en sus venas y desean en lo más profundo de su corazón transmitírsela al mundo en forma de arte. La historia es un canto al primer amor, a la adolescencia y a la madurez, desde un prisma optimista y bello. Para más admiración de mi parte, en la cinta se incluye una de las metáforas de la realización personal más preciosas que he visto jamás.

Bien, ahora relataré el único fallo que le veo a esta producción japonesa y que me ha terminado por convencer de no otorgarle el nueve, constando que durante todo el metraje deseaba hacerlo. Sigue en spoiler:

El estudio japonés Ghibli, autor de grandes obras maestras como "El viaje de Chihiro" o "La princesa Mononoke", films de fama mundial, también tiene en su haber la creación de pequeñas joyas como esta o como "La tumba de las luciérnagas", sencillas películas que van directas al interior del espectador.
"Susurro del corazón" demuestra que no es necesario contar una leyenda o una historia fantástica o una super comedia de enredo, para hacer una película animada, también se puede hacer con una pequeña historia, íntima, sencilla, sincera, una historia de amistad adolescente, de sueños, de amor, de ilusiones, pero ante todo una historia de superación personal. La historia de Shizuku, una aspirante a escritora, adicta a los libros y a las historias de cualquier típico, y enamorada de un nombre...
Pequeña, tierna, bonita, mágica por momentos, llena de mensajes... muy recomendable.

Lo mejor: la historia.
Lo peor: que algunas veces (muy pocas) peque de demasiado inocente.

Analizando, la película parte de un manga de mismo título. Un manga femenino, adolescente, empalagoso y cursi. El primer y principal logro del film, es convertir la trama en algo sensible y sutil. En el apartado técnico y gráfico, cabe destacar el detallismo de interiores, dando así más ambientación. Una ambientación qué queda resaltada con una banda sonora que le va como anillo al dedo. Sencilla y repetitiva, resalta la nostalgia y la inocencia.

El ritmo es lento y se abusa de la presencia en todos los planos de la protagonista, Shizuku, lo que provoca un desgaste en su interés. Pero lo que pueden parecer errores, a mi parecer son aspectos positivos, pues terminan cobrando mucho interés e importancia cada aparición de otros protagonistas como Seiji Amasawa (uno termina con gran afecto hacia los personajes). Y respecto a la lentitud del tempo (no excesiva), te embriaga, te seduce, te disuelve entre la historia. Claro que para gustos, colores.

Es de agradecer la educación mostrada durante todo el film y entre los temas que se tratan, destaco tres en especial:
- La elección de un futuro que puede pasar por caminos diferentes a los convencionales.
- La creación del artista, la cultivación del arte.
- El amor. Pero no cualquier tipo de amor...

Es el amor, como se trata en el film, el que conmueve y desgarra por su ausencia en la tierra. ¿Dónde está este amor espiritual? ¿Esta unión de almas? ¿Este amor inocente y ‘puro’? Hoy en día el amor parece ser banal, se mezcla con lo físico y se falsifica. Retomemos pues su significado más ‘puro’, aprendamos de ‘Mimi wo sumaseba’.

Después de sumergirme en ese mundo, que se nos presenta lleno de ideales, es duro aceptar la realidad tal y como es: dura, deformada, inmoral, sucia, etc.
Paradójica película sonriente y feliz que me dejó derrumbado y triste...

Viva el Estudio Ghibli, maravillosa pelicula que injustamente es poco conocida, con guion del maestro Hayao Miazaki y dirigida por el fallecido Yoshifumi Kondo.

Con un sólido guión la pelicula mezcla humor, romance, fantasía y ese toque Ghibli caracteristico que hacen de ella una gran pelicula inolvidable y fantastica.

Soy fan de las películas del estudio Ghibli desde hace cierto tiempo, especialmente de Miyazaki, y adoro su cine diferente, sencillo, abierto, paisajístico y orquestado, que alivia el bizarrismo que suele emanar de Japón, y te llena de energía y optimismo... Hasta aquí, todo precioso, hermosísimo, fabuloso, tan dulce que empalaga; y es que hay tantas críticas positivas de esta cinta que me siento en el deber de escribir una negativa, aunque me haya gustado la película siendo, como esperaba, dulce, dulce, dulce. ¿qué por qué lo hago? Porque esta vez se han pasado.

Confieso me he sorprendido a mí mismo, mientras veía la película, deseando con todas mis fuerzas que alguien se bajara los pantalones, que a los buenos padres o al precioso aprendiz de artesano se les escapase un desagradable sopapo, que el abuelo no llegara a fin de mes o que en la escena el chico le metiera mano a la prota. ¡Por los cientos de dioses japoneses! La cantidad de azúcar de esta película revosa, equiparable a las más ñoñas cintas disney, pero a diferencia de estas plagada de escenas tan lentas y emotivas que la banda sonora no sabe donde meterse, y suena redundante y desajustada.

Sólo algo muy sórdido podría arreglar semejantes dosis de dulzura, que nos lleva inebitablemente a manos de un terrorífico dentista. ¡Y es que una dieta equilibrada es lo mejor! Lo recomiendan todos los expertos. El buen cine necesita de más condimentos que el azúcar. Algo de aceite para agilizar el desarrollo de la trama, una pizca de sal al guión para hacerlo más entretenido, o al menos algo gracioso, y sobretodo vinagre, amplias dosis de vinagre para plantar ante los personajes conflictos duros, cuya superación endurezca su paladar y le conviertan en seres que realmente valga la pena admirar.

¡No a los baños de lágrimas gratuitos! Para los que les guste esta crítica (y para los que no, también), recomiendo "Niki, aprendiz de bruja", película de Miyazaki del 89 donde los ingredientes andan un pelín mejor remezclados; sólo un pelín, ¿eh? ¡Gracias por leerme y hasta otra!

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