La cuadrilla

Vi “La cuadrilla” (Navigators, RU, 2001) del director Ken Loach (quien recuerdo mucho por “Tierra y Libertad”, 1995), el cual, como dato curioso, antes de dedicarse al cine estudió leyes. Esta película narra los efectos, en un grupo de trabajadores ferroviarios, de la privatización de la empresa de ferrocarriles (disminución de las prerrogativas laborales, tercerización, persecución sindical, incremento de riesgos laborales, etc.). Está basada en un guion de Rob Dawber, trabajador ferroviario que murió poco antes de estrenar la película por un cáncer fruto de trabajar con asbesto en los ferrocarriles. El filme claramente corresponde con la línea propia de Loach: cine social(ista). La gran mayoría de los actores son naturales y el director sigue, conscientemente, la forma narrativa documental, para darle mayor realismo. A diferencia de otros autores socialistas, Loach no trabaja el biopic sino grupos humanos desfavorecidos por las políticas capitalistas, en este caso, por el neoliberalismo implementado duramente por el gobierno de Tatcher. No obstante, Loach siempre trae algunos elementos cómicos y escenas de la vida privada de sus protagonistas, con el fin de dejar en claro que el obrero es más que eso y la vida no se limita al trabajo. Ahora bien, las obras de Loach, en especial ésta, han sido duramente criticadas. Sintetizando, las críticas pueden resumirse en: i) es una narración predecible; ii) es más de lo mismo (Loach poco se reinventa); iii) más que cine es formación política en la ideología del director; iv) aporta una sola perspectiva del fenómeno; v) la fortaleza del drama aparece en los últimos 15 minutos, pero en el minuto final se cae con una velocidad que deja al espectador a la expectativa; vi) en los componentes estéticos es un director que conoce su oficio pero no va más allá. Los que aprecian su obra, elogian en esta película estos aspectos: i) se sigue la línea de Loach de cintas dramático-cómicas con una gran fuerza en el guion, el cual atrapa rápidamente al espectador; ii) narra con claridad cómo el neoliberalismo implicó que el obrero pasase a ser su peor enemigo, al obligarlo a competir por su trabajo permitiéndole que los que detentan el capital puedan abaratar los costos laborales y aumentar así sus ganancias; iii) Loach, si bien no lo desarrolla, sí permite al espectador ver la otra cara de la moneda (pienso por ejemplo cuando un trabajador marcaba la tarjeta de entrada de todos sus compañeros -lo que es un claro fraude a la jornada laboral- o la propia crítica de un obrero sobre ciertos compañeros que se escudaban en su condición sindical para no trabajar). Pero yo creo que el gran valor del cine de Loach y en especial de esta cinta, es que por su guion permite un cine foro para derecho laboral y seguridad social. Yo le saqué todo el jugo posible porque convoca a la reflexión sobre los efectos sociales de muchas políticas económicas, por lo que la recomiendo en los términos antes señalados. 13-12-2015.

La cuadrilla es puro Ken Loach, y si fuera española hubiera sido una película de Fernando León (bueno, o del León entre Familia y Amador).
Cine social cuyo centro es la denuncia de las injusticias cometidas contra honrados trabajadores, con un discurso claramente de izquierda y con el acento puesto en las desigualdades entre obreros y patrones. Pero eso es Ken Loach y siempre lo ha sido. A quien no le guste, que no mire y punto. Es como quejarse de que 2 más 2 son 4.
Dicho esto, La cuadrilla es una película correcta. No extraordinaria, pero sí muy correcta y representante del estilo característico de su galardonado autor. Juega además bien con las tramas secundarias y el humor (ver cuando la niña interrumpe a Paul y Lisa), pero es esencialmente una historia dramática sobre las consecuencias de la privatización de los servicios ferroviarios británicos.
Aceptable.

El cine de Loach es siempre un grito de denuncia contra un sistema que da más promesas que beneficios. Aquí la cámara acompaña a los trabajadores viáles de una empresa que pasa de ser estatal a estar privatizada y a cambiar de nombres y accionistas.Lo que pasa en esta película es la realidad de este siglo, donde la estabilidad laboral y un sueldo con beneficios sociales están pasando a ser el nuevo sueño americano de esa generación.
Con la privatización llegan los acuerdos de renuncia-indemnizaciones encubiertas- donde intentan sacarse de encima a los empleados más antiguos... nada que no haya visto alguien que viva en un país acechado por las privatizaciones.
Así nos muestran las vidas y realidades, opciones posibles que tienen estos trabajadores y cómo sobreviven la inestabilidad y precarización laboral.
La historia es interesante, aunque a veces sea trillada y peque de inocente.

En primer lugar, he visto Tierra y Libertad y El viento que agita la cebada de Ken Loach y esas dos películas son obras maestras... Pero esta... No sé, el cine social puede tener sus adeptos, pero parece que estás sentado escuchando una eterna negociación sindical, sin apenas acción; o lo mismo si la había, ya que la tuve que dejar de ver a la media hora. Si te gustan los diálogos estáticos y las peleas sindicales, seguro que te gusta. Pero en mi opinión, uf, vaya tostón y eso que siempre soy de puntuar alto.

Se busca operario especializado, con amplios conocimientos en la materia y dilatada experiencia, autónomo, que aporte su propio material de trabajo y vehículo propio, que acepte contrato de mediación de empresa de trabajo temporal, callado, sumiso, que no proteste y que acepte cualquier orden de un superior aunque ello suponga un riesgo de su propia vida, así como la ejecución de las horas extras gratuitas que la empresa estime convenientes.

Se ofrece trabajo de una semana por el salario mínimo interprofesional, sin derecho a parte proporcional de pagas extras ni de vacaciones.

Aportar curriculum vitae y referencias de anteriores empresas.

Este es más o menos el planteamiento que Ken Loach nos muestra en su película de denuncia social enseñándonos a modo de documental la marcha y funcionamiento de una cuadrilla de operarios ferroviarios.

Los tiempos pasan y las mejoras laborales y sociales de los trabajadores empeoran en nombre de un progreso que se materializa exclusivamente en los beneficios que van a parar íntegramente al bolsillo de los empresarios y de los políticos a los que “contratan”.

Aparte de la denuncia social que supone el film, la película resulta poco atractiva por la ausencia de unos claros protagonistas que aporten una historia sólida y de interés convirtiéndose en su lugar en una especie de reportaje sobre el mundo laboral.