Stalingrado

Realmente hablar de esta película es difícil. No es una película de acción, no es una película emocionante, no tiene tensión, ni tiene ritmo... y aún así me ha parecido una obra maestra. Pocas son las historias que logran recoger por completo lo que quieren transmitir, sacrificando en este proceso otra serie de cualidades quizás más atractivas a primera vista. Esta película lo hace. Y consigue realmente transmitir pesimismo, impotencia y desesperación. Logra dibujar lo que debieron sentir realmente los que vivieron aquello, alejándose de la mitificación de los conflictos que suelen hacer las películas bélicas. No soy crítico de cine, odio estudiar los planos y las secuencias y me parece ridículo aprenderme un diálogo de memoria. Pero sé cuando una película me gusta porque me impacta en el pecho y se me queda grabada en la retina. Y esta lo ha conseguido. Y mucho.

La batalla de Stalingrado supuso para el ejército alemán el revés que cambiaría el curso de la guerra. Con unas pérdidas superiores a los 250.000 hombres, lo que equivalía a más de 90 divisiones comandades por el mariscal de campo von Paulus, supuso el inicio de la retirada de los ejércitos alemanes de la Unión Soviética hacía sus fronteras. "Dios está de nuestro lado" decía la inscripción en el anverso de la hebilla del soldado alemán, pero ni eso fue suficiente para parar la marea roja de los ejércitos de Stalin.

La película alemana, precursora de otras grandes obras que nos brinda el cine alemán actual en clave revisionista de aquellos años, es un fidedigno y documentado retrato sobre lo que fue la realidad del soldado alemán en el frente del Este y la batalla por Stalingrado en particular. La euforía en el inicio de la incursión, truncada finalmente por la estabilización del frente gracias a la resistencia soviética y el posterior envolvimento por los ejércitos rojos, preludio de la última y definitiva derrota de los ejércitos alemanes en Stalingrado.

Es una visión objetiva, narrada de forma algo fría y con interpretaciones correctas, sin grandes lucimientos, pues lo que interesa es ver el comportamiento de los soldados en conjunto sin destacar a ninguno en particular. Un testimonio de las penurias de los hombres de von Paulus, que muertos de hambre recibían gracias al puente aéreo de la Luftwaffe cargamentos de condones, sal o pimienta para alimentarse.

Pese a todo, testimonio documental de las maniobras desesperadas de los soldados alemanes por romper el cerco y escapar... imprescindible para cualquier apasionado de la Segunda Guerra Mundial o amante del cine bélico.

El mérito de ésta película bélica es que es alemana. Es raro encontrar cine realizado por los vencidos de cualquier guerra con un sentido crítico y desmitificador. Los alemanes a través de películas como "El Hundimiento" y "La Vida de los Otros" están reabriendo viejas heridas del pasado con una lucidez digna de admiración. "Stalingrado" es la tragedia de alemanes y soviéticos dentro de una guerra absurda, como todas las guerras, cuya heroicidad sólo cuentan los libros de historia sobredimensionando hechos y situaciones. Nadie quiere morir y nadie quiere el dolor. La irracionalidad humana queda expresada dentro de una violencia incontenible que parece definir lo peor que hay dentro de los hombres. En la guerra no hay héroes sino víctimas parece decirnos el director Joseph Vilsmaier. Por otro lado, las secuencias del "infierno" llegan a ser tan reiterativas que la película termina siendo plana y previsible, algo que le quita mucha fuerza de acuerdo a nuestra apreciación.

Sorprendente y fascinante recreación de una de las batallas más sangrientas de la II guerra mundial. Lección del mejor cine bélico, servido en bandeja para el disfrute de todos los amantes del género. Visión de la contienda desde el punto de vista del "odiado enemigo", mostrando sus temores y sus ansias de supervivencia de forma magistral, sin caer en tópicos.

Técnicamente es una película grandiosa, de cuidadísimos detalles. La fotografía y dirección artística son difícilmente superables en películas de esta índole, metiendo al espectador en la mismísima trinchera, cloaca o edificio en ruinas por los que campean los sufridos nazis.
Contiene escenas de batalla memorables, y secuencias de una crudeza y realidad brutales, de las que te oprimen el estómago y lo dejan como un chicle.

Recomendable a todo el mundo, en especial a todos aquellos que quierán ver más allá de un fusil de asalto y les guste ponerse en el pellejo de aquellos soldados que lucharon por sobrevivir en condiciones extremas.

El plano final es sencillamente maravilloso, una imagen que resume perfectamente las barbaries de la guerra.

Superproducción europea. Ahí quizás está buena parte de los defectos con los que cuenta "Stalingrado". Primero, el dinero gastado en extras, en escenas de batalla, en aviones y aparato militar distrae de lo que es la sencillez de lo que debiera ser el relato. Quiero decir que las batallas y demás no es que estén mal pero si acaban sustituyendo lo que es lo puramente cinematográfico. Y luego, el hecho de ser europea impregna a la película de un estilo deficiente. Cierta bisoñez, cierto carácter artesanal, por momentos rudimentario, y luego un tono frío y distante que no está a la altura de las obras del otro lado del Atlántico.

Igualmente el hecho de que la cinta sea lo que se dice coral tampoco ayuda a construir un relato que transcienda a la mera narración histórica. Los diversos personajes acaban desfilando delante de nuestros ojos sin profundizar en ellos más que lo obvio. Así la obra se acaba limitando a un intento histórico de presentarnos la famosa batalla de Stalingrado aunque de forma bastante enmarañada y con poca intensidad. De hecho la confusión es tal que por momentos no sabemos bien lo que pasa y lo que es peor tampoco entendemos bien el comportamiento de los protagonistas especialmente con sus idas y venidas del final.

A parte de querer presentarnos la historia del ejército alemán en el Este de un modo más o menos didáctico, la obra acaba resultando tramposa en un intento de lavar la imagen de los alemanes corrientes. A la postre resulta bastante burdo presentar a los oficiales como malvados psicópatas y a los soldados como nobles y bastante humanos. Quien conozca mínimamente la historia de la segunda guerra mundial sabrá que la Wermarcht cometió cuantiosos crímenes en el Este y lo que es peor sin necesidad de que los mandamases se lo ordenasen sino por propia voluntad y deseo en muchísimas ocasiones de los simples soldados. Querer presentar de un modo tan aséptico el avance de los alemanes por tierras rusas es engañoso y, finalmente, pobre, al difuminar los verdaderos motivos de esa violencia e incluso la propia violencia en una reflexión que escabulle los temas de más interés del conflicto bélico y de la naturaleza humana.