Stalingrado

Película bélica con todas las virtudes y defectos del género. No le falta de nada: tiros, escenas macabras, camaradería, fanatismo, amor, moralina... La novedad es que esta vez los buenos no son los americanos. Eso sí, queda patente que los alemanes (que no los nazis, no confundir) pueden ser tan buenazos como el más inocente mozo de Arkansas. Delirante la escena de la misa de campaña, en que el cura les anima a aniquilar ateos marxistas. El título promete una epopeya donde pesase más el episodio histórico, pero luego la cosa se centra en unos cuantos personajes y sus aventuras y penalidades. Las escenas de guerra están conseguidas y el interés de la trama se mantiene, aunque decrece algo en la última parte por una acumulación de desastres que parece buscar el más difícil todavía. No obstante se consigue transmitir al espectador la angustia de una situación límite.

Obra maestra absoluta y cumbre del género bélico. La historia, ambientada en la decisiva batalla de Stalingrado (hecho que significó la paralización del avance alemán en el frente ruso de la Segunda Guerra Mundial), supone una apocalíptica visión del conflicto, en la cual el hombre avanza hacia su destrucción, mientras sufre un alucinante proceso catártico, que transforma el odio y la indiferencia hacia el enemigo, en desolación, vacio y finalmente deseo de autoinmolación como única salida posible a toda esa barbarie sin sentido.

La película a pesar de su indudable calidad, ha sido poco valorada, especialmente por tratarse de un film bélico poco común, donde la aventura y el romance dejan paso al drama y el horror más absoluto, y la narración acelerada y frenética habitual en este tipo de cine se convierte en una estructura ascendente en la que el ritmo se manifiesta a través de la progresiva trasformación de los personajes, que dejan a un lado la historia que se cuenta para convertirse en la base de la película. Todo ello culminado por uno de los finales más soberbios y sobrecogedores de la historia del cine, en el cual el hombre encuentra la nada al concluir el camino de la locura.

La verdad es que hacer cine bélico debe ser muy complicado, porque se puede llegar a crear obras maestras, o se puede sobreexplotar según qué tópicos. En Stalingrado, se puede ver a un pelotón de soldados alemanes que no son lo que parecen, no son unos soldados nazis despiadados, sino personas humanas, algunas afines al III Reich y otras que, simplemente, se han visto obligadas a luchar por el mismo. Es un buen punto de vista y quizá buen motivo para ver la película, aunque -sin acritud-, hay que ser muy simplista para no llegar a pensar que pudiera haber alemanes "buenos", como ha habido en todos los bandos de guerras habidos y por haber. Por tanto, buen tópico pero tampoco nos pongamos a hacer una gran alabanza.

Dicho lo anterior, he de decir que la película cogea en verosimilitud, siendo el acabose lo que sucede con la mujer violada. La verdad es que la pelicula, sin perjuicio de lo descrito en el primer párrafo, se hace muy tópica, por el tema de la mujer y similares. Quizá ahí resida mi falta de interés en la misma, así como que la historia no tiene una dirección clara.

En cuanto a los aspectos técnicos, una de cal y otra de arena. El doblaje en español es bastante malo, y lo escribe alguien que todo lo ve en castellano -sobre todo por un "sargento" malo malísimo-. Las actuaciones no sobresalen, están ahí. Ahora bien, en el otro lado, cabe señalar que la fotografía está muy bien, sobre todo por aquellas escenas de la nieve y en los pueblos de Italia y las playas. Las escenas bélicas, así, reciben un notable y son opulentas, desarrolladas en escenas nocturnas, con tanques en la nieves, lanzallamas...

“Dios con nosotros. Esto está escrito en la hebilla del cinturón del soldado alemán, si, Dios está con nosotros, porque no existe una labor más hermosa que la de defender a ultranza los valores occidentales, valores humanistas cristianos contra el bolchevismo del este. Por esa razón, el soldado alemán, al contrario del bolchevique, en cuya hebilla no hay sitio para Dios, nunca está solo, aunque esté lejos de su patria combatiendo en tierras enemigas”

Stalingrado, de Joseph Vilsmaier, es, probablemente, una de las producciones bélicas de la segunda guerra mundial mejor hechas hasta la fecha. ¿Pero, porque esa afirmación?

Stalingrado, junto la delgada línea roja, la cruz de hierro y otros pocos films de este género, retrata de una forma milimétrica como es la guerra: la suciedad, el hambre, la desesperación, la muerte, etc. Esto es la guerra y no los despropósitos que a veces, por desgracia, uno puede encontrar. Ha esto me refiero a películas como "la grandiosa" Pearl Harbor de Michel Bay.

Mencionando el nombre de la susodicha película de Bay, me ha parecido extraño la opinión de la gente que tengo a mi alrededor. Si, es un poco extraño que los palurdos... Quiero decir personas, con un retraso mental considerable, que tengo a mí alrededor opinen que la fantochada patriótica de Bay es mucho mejor que la gran Stalingrado de Vilsmaier.

No lo entiendo... Cuando servidor echa un ojo a esta gran obra de producción alemana se da cuenta de que es la guerra: un despropósito. También se da cuenta de que es el hombre: un error de la naturaleza.

Justamente cuando veo "mierda Harbor", aunque parezca extraño, llego a la misma conclusión que con Stalingrado. Ha eso me refiero, a que el hombre es un error de la naturaleza y más concretamente, me refiero a Bay y a toda esa panda de yanquis patrióticos y no yanquis que parece ser que les gusta esta bazofia.

Para concluir está crítica, debo decir que de las pocas cosas que no me han gustado, pero a la vez hace más real el film, es la mala calidad de imagen, que a priori deja un mal sabor de boca para algunos.

Sin ninguna intención de defender a las tropas de ocupación nazis, siempre me ha parecido un poco frustrante que se les tratara, a todos, como a invasores sin escrúpulos ni humanidad.

Desde luego no es de elogiar lo que hicieron, pero también es cierto que para ellos la guerra también fue un infierno, si en efecto, tambien eran humanos y también añoraban a sus familias y sangraban al recibir un disparo.

Muy bien por reflejar la experiencia de esos soldados, que desmitificando un poco, ser soldado alemán no significaba siempre compartir la ideología nazi. Realmente es un punto de vista que hasta ahora en el cine casi nunca se había tocado.