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Mi nombre es Julia Ross

Cine negro. Intriga Una joven norteamericana encuentra trabajo en Londres como secretaria personal de una dama inglesa, cuyo hijo es un hombre enigmático con una profunda cicatriz en la cara. El encuentro con este personaje será el comienzo de una terrible pesadilla. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
14 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mujer en el Londres de post guerra acepta un extraño trabajo como secretaria que la lleva a vincularse con una familia un tanto oscura en My name is Julia Ross (1945), película clase B dirigida por Joseph H. Lewis.

Por Nicolás Bianchi

Antes de que el término ‘clase B’ se empezara a vincular a ciertas expresiones bizarras del cine en los 70s u 80s servía para identificar a la rama de producción de una industria que realizaba otras películas, con menores recursos, para completar las funciones dobles. Más baratas y mucho más breves, estos films que eran proyectados luego del largometraje principal se convirtieron en un género en sí mismo.

En el portal IMDB se señala que My name is Julia Ross (1945) pertenece a los géneros film noir, crimen y drama. Se podría incluir en el listado a la palabra terror. Todo en 65 minutos, incluyendo los créditos. Una buena idea de guión llevada adelante con el pulso profesional de un experto como Lewis resultaron en una muy buena película, todavía revisitada y proyectada en la actualidad. No hace mucho fue exhibida en la sala del complejo Malba. En este caso, la clase B trascendió el lugar de acompañante o relleno.

El film comienza en una calle donde llueve torrencialmente. Una mujer, de espaldas a la cámara, apura el paso mientras se cubre la cabeza con sus manos. Ingresa en una pensión y comienza a conversar con otra mujer que se encarga de la limpieza del lugar, que por orden de la dueña le reclama el valor del alquiler de la habitación. La protagonista, de quien todavía no se ve el rostro, comenta que no pudo conseguir trabajo y toma un diario que hay en un aparador donde lee un aviso de una agencia que busca secretarias. La cámara asciende por la figura del personaje, que ahora está de frente, y finalmente se revela la cara de Julia Ross (Nina Foch). En esa intencional morosidad se registra, visualmente, un componente que empieza a instalar a la identidad como una cuestión dentro de la historia.

Entonces Julia acude a la entrevista laboral, donde es interrogada con rigurosidad pero finalmente le conceden el puesto. Sorpresivamente, el trabajo requiere presentarse esa misma noche en la vivienda de la familia que la contrata. Julia accede, necesita el empleo a toda costa. Cuando se presenta e ingresa a la casa, Lewis toma con un zoom el llamador, que tiene la figura de un león, mientras la puerta se cierra. ¿A dónde se metió Julia?

En lo que parece ser el día siguiente Julia despierta en una fastuosa habitación que no conoce, vestida con ropas que no son de ella. Una serie de personajes ingresa en la recámara y comienza a preguntarle cómo se siente. La llaman Marien, un hombre con una curiosa cicatriz en la cara dice ser su esposo, una mujer mayor afirma ser su suegra y la empleada de la agencia que le había tomado la entrevista es la ama de llaves de la mansión, que está ubicada en algún lugar sobre la costa marina. Ella, le dicen, pasó una jornada entera durmiendo.

Lewis construye alrededor de esta maniobra realizada por una familia, que evidentemente guarda algún secreto siniestro, un ambiente de suspenso que linda con el terror. Pone en funcionamiento además un argumento retomado por películas actuales como Unsane (2018) o The Invisible Man (2020), en las que distintos personajes descreen de mujeres que dicen que están siendo raptadas o amenazadas. Julia Ross es una mujer humilde que busca un trabajo para poder pagar la pensión en la que vive. Sus secuestradores son ricos, y otros personajes que aparecerán, médicos, religiosos, amigos de la familia, también son marcadamente de otra clase social. No necesariamente todos participan del complot a sabiendas de la realidad. Todo depende de a quién prefieren creerle.

My name is Julia Ross hace de todas sus limitaciones una virtud. Es efectiva, ingeniosa, presenta un dispositivo visual inteligente y construye una historia tensa que no se resuelve hasta la última escena. En 65 minutos logra reunir más virtudes cinematográficas que muchas producciones que rondan las tres horas.
El Golo Cine
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22 de agosto de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un buen thriller psicológico de cine negro que, en tan solo 1 hora de metraje, consigue crear una historia realmente interesante y llena de suspense.

Una chica en busca de trabajo es contratada como secretaria por una familia que vive en Londres. Llega el primera día a casa de la familia, come algo, se acuesta, y despierta varios días después, en una mansión junto a la costa, con una identidad que sabe que no es la suya pero que para el resto de personas de la casa sí lo es, y no tiene manera de escapar...

Una idea tan ¨simple¨ como atrapante, con la protagonista ideando un plan tras otro para intentar salir de ahí o al menos alertar a alguien, pero al mismo tiempo siendo mellada psicológicamente cada vez más a creer que realmente ella no es quien sabe que es, sino quieres los demás le dicen.

Sin haber pasado a la historia como una gran película, sin grandes actores, pero la verdad es que vale la pena verla.
TANOMUERTO
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