El lago azul

Es una película bonita, la palabra es así, dulce y con momentos tristes. La historia es dura pero se trata de una forma en la que llega un momento en el cual te parece lo más normal del mundo que estén esos niños solos en una isla.
No esta mal. Buen reparto.Buen guión.

El lago azul lleva a la gran pantalla la novela homónima de Henry de Vere Stacpoole y lo hace para convertirse en una de las películas más controvertidas de su generación. Un producto extraño y de extraña digestión.

Randal Kleiser dirige la adaptación y lo hace con un enfoque que se mueve entre las pequeñas imágenes a modo de documental y un muy particular acercamiento ligero (voluntario o no) al neorralismo. Kleiser se queda prácticamente ahí, sin ofrecer nada más que una sucesión de fotogramas de extrema belleza que esconden un inexistente guion basado en un chico y una chica que ven crecer sus cuerpos y despertar sus deseos sin entender nada de lo que sucede ya que su mente no es educada en el bello arte de madurar. Así pues, con dos personajes moviéndose por la isla, asistimos a un repetitivo acto que se pliega sobre sí mismo una y otra vez, con la diferencia de que los protagonistas tienen diferentes inquietudes. Sin embargo, esas inquietudes ni se exploran ni se explotan, con lo cual quedan en unos superficiales tintes y no en el intenso coloreado que exigía este tipo de película.

Brooke Shields y Christopher Atkins están solos en pantalla. La crítica se cebó con la actriz y ensalzó al actor. A mí, personalmente, me parecen igual de pobres los trabajos de ambos. Ni uno ni otro transmiten nada ni consiguen aportar la profundidad que pide a gritos la película debido a la nula capacidad del director para hacer pensar al espectador. Los cuerpos desnudos de uno y otro se baten en infantiles batallas (siguen siendo niños, aunque hayan crecido) mientras sus rostros acartonados descartan la inocencia inherente a todo crío. Diría que Elva Josephson y Glenn Kohan, que interpretan a los mismos personajes pero cuando son niños, están por encima de la pareja protagonista. Y por bastante, además. Por último, tenemos a Leo McKern, que se convierte sin duda en lo mejor de la película.

Resumiendo, que es gerundio: se ha hablado de una profunda introspección humana en El lago azul. Yo no la veo. Lo que veo es a dos pájaros semidesnudos durante toda la película y a un director incapaz de convertir El lago azul en esa profunda introspección que debía ser por los cimientos con los que contaba. Al final, una cinta controvertida convertida en clásico que no hace gala de ningún fundamento cinematográfico. Pero salen cangrejos, y eso mola.

Desconocía totalmente esta película, no me sonaba para nada y encontré la ficha de El lago azul, la trama me interesaba mucho y me decidí de verla, esperaba encontrarme un film mas sencillo, me equivoque totalmente, me ha gustado mucho más de lo que esperaba.
El ritmo sobretodo es bueno, la película no es larga, durante todo el film estas enganchado al televisor, no te aburres durante toda la película.
De hecho creo que tiene mala nota en filmaffinity, se merece un 6 de nota media, pero bueno a otra gente no le habrá gustado tanto como a mi, les habrá parecido aburrida o no lo suficiente buena.
El drama es bueno y la historia de amor me ha gustado, el reparto es bueno, no entiendo porque un razzie a Brooke, son jóvenes.
El final es bonito y triste a la vez, me ha gustado mucho más de lo que esperaba.
Notable.

Siempre me han gustado las pelis como ésta; un hombre y una mujer en el paraíso. Dos niños naufragan en una isla desierta. Esta película me parece un guiño al "Génesis" a la Creación. Con unos pocos actores, y una fotografía a envidiar por cualquier documental animal o vegetal, el resultado es una gran historia. Christopher Atkins me la suda sinceramente, junto con su pito, pero Brooke Shields se hizo conocida así. El resto del reparto conozco fugazmente al que hace de padre, y al marinero borrachín que les salva. La historia, es mítica, es preciosa, no como la secuela de mierda que hicieron años después. El amor, y el jardín del Edén siempre son bienvenidos.

Siendo sólo unos niños, Richard y Emmeline se ven obligados a sobrevivir durante largo tiempo en una preciosa isla deshabitada, en la que tendrán todo lo necesario para subsistir pero también toda clase de peligros. Con el tiempo olvidarán parte de las tradiciones, y se darán cuenta de que están empezando a cambiar, ya no son niños, y su cuerpo y sus sentimientos son distintos ahora.

Una magnífica epopeya de la vida, un canto a la libertad y al respeto de la naturaleza.

Lo mejor, el paisaje que te acompaña durante toda la película, transmitiendo un sentimiento de armonía y paz, y la actuación de los actores principales, simpáticos y adorables, y capaces de transmitir a la perfección todos lo que sienten.

Si te sientas a verla, ya no podrás despegarte del sofá.

Muy recomendable.