El Sr. Henri comparte piso

Seré breve, la película amontona un sin fin de lugares comunes que ya han sido recorridos, el tan manido enfrentamiento entre la vejez y la juventud, la experiencia y sí, la inexperiencia, el Eros frente al Tanos, eso si, nada en ella es lo suficientemente encantadora, entrañable o graciosa como para que te apetezca quedarte a visionarla, yo me quedé porque ya que estaba...

Puede que el planteamiento argumental de la película te recuerde a otras que hayas podido ver antes: dos personas antitéticas en muchos aspectos que debido a ciertas circunstancias deberán buscar puntos en común. Una película que no te cambiará la vida pero que debido al cariño que le han puesto tanto en su realización como en la construcción de personajes, con algunos momentos para lecciones vitales y escenas para sacarte una sonrisa, la suma de factores logra un producto aceptable que logrará que pases un buen rato.

Una producción típicamente francesa. Sencilla y sin grandes pretensiones, tanto los interiores como los exteriores son realistas y naturales.
La dirección es correcta y punto. Poco que destacar, se dedica a narrar la historia con cierta agilidad para que no aburra y lo hace bien, que no es poco, sin utilizar un lenguaje cinematográfico en el que haya que destacar algo en particular.
La historia es la típica comedia francesa, nada original, tontorrona y sensiblera. Las andanzas de una chica ligera de bragas, con conflictos familiares y personales, con un cascarrabias de la tercera edad, tipo Paco Martínez Soria. Tal como está desarrollada, con sus toque cómicos, se hace entretenida sin aspirar a otras cosas.
Los protagonistas están bien, en unos papeles algo tópicos y exagerados pero resultan naturales y creibles.
Resumiendo: un producto para el simple entretenimiento, razonablemente bien hecho, que consigue lo que persigue. No le pida otra cosa.