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Tren de noche a Lisboa

Intriga. Thriller. Romance El profesor de latín, Raimond Gregorius (Jeremy Irons), encuentra un día en Berna, en el puente de Kirchenfield, a una portuguesa que está a punto de tirarse a las aguas del Aar. Sin pensarlo, interviene y la salva. La lleva consigo, pero la chica desaparece sin dejar más rastro que un impermeable y un libro de un autor portugués. Raimond coge el tren para Lisboa con el propósito de conocer al misterioso escritor cuyo libro plantea las ... [+]
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
30 de agosto de 2014
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Igual que los escenarios históricos en la Lisboa de Salazar, la trama también es puro cartón piedra. No es que pongan cartones en lugar de edificios, pero casi: calles relucientes, acotadas, coches brillantes de coleccionista, actores y figurantes al mínimo. La trama central, la histórica, es irrisoria, no interesa nada. La otra trama, la de la investigación, con Jeremy Irons yendo en zig-zag de un personaje a otro (que cuarenta años después no saben apenas nada unos de otros, sólo el profe consigue ir uniendo las piezas) es más interesante si es que puede resultar creíble ... (spoiler)

En fin, lo mejor es lo menos grandilocuente, la óptica, el recepcionista del hotel, la ciudad (maravillosa) y Irons, que como la Olin, Ganz y los demás, no parece creerse nada, pero cumplen como buenos profesionales. Los espectadores tampoco nos creemos nada, y por supuesto es muchísimo mejor Soldados de Salamina (incluso la peli, no digamos ya la novela), con la que esta historia tiene escandalosas coincidencias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Capra62
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5 de agosto de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está película que fue tratada muy severamente por la crítica, sin embargo personalmente me deja una opinión muy diferente, es una historia llevada por una narrativa muy inteligente, rítmica y envolvedora, los personajes de la historia tienen diferentes o parciales versiones sobre una serie de acontecimientos dados en la época de la resistencia portuguesa, que finalmente arman un interesante rompecabezas, dejando un muy agradable sabor de boca, son de esas películas dentro del cine de arte recomendadas para cinefilos que no siempre buscan las grandes producciones comerciales.

Nunca es tarde para encontrar el gran motivo de una vida, para dejar atrás lo que nos atormenta, para valorar en su justa dimensión nuestro pasado o para atrevernos a vivir de verdad.
kocontiqui
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26 de agosto de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La entrada que hoy me ocupa atañe tanto a la lectura de la obra de Pascal Mercier, como a la película estrenada la pasada primavera, protagonizada por Jeremy Irons.

Tren de noche a Lisboa constituye un canto a una ciudad que, como la capital del estuario del Tajo, merece la admiración del visitante. En ella, como tuve ocasión de señalar en otra entrada, se tiene la oportunidad de regresar a un mundo desaparecido a finales de los años 70 y principios de los 80. Un mundo decadente, revestido por ello de una pátina de encanto y de nostalgia, que se respira en el rostro de quienes pueblan sus calles desde que algún grupúsculo fenicio decidiese asentarse allí, en el verdadero confín occidental de la Península, cuando esta tierra aún no se había abierto a la influencia extranjera. Por eso, la historia de la novela es lo de menos: el autor simplemente tiene la habilidad de elegir un escenario inmejorable, en un periodo histórico (la dictadura de Salazar) en que la saudade se convirtió en modo de supervivencia, para entrelazar dos vivencias. Por un lado, la de un profesor de Literatura Clásica de Berna, erudito y apreciado por sus alumnos, que decide romper su monotonía cuando repara en el libro que cae a los pies de una joven suicida; por otro lado, la del autor de los textos de dicho libro, Amadeu do Prado, joven atormentado por la injusticia del mundo que le rodea, en conflicto con su propia clase, la aristocracia, y con la condición humana, que resume en las líneas escritas antes de morir, de una prosa cuidada y bellísima, los principales temas que generan ansiedad en el alma de cada individuo. Como decía, una y otra historia son lo de menos: ambas se entrelazan y se separan; Raimund y Amadeu son el mismo y dos personas distintas a la vez, que comparten puntos de vista y difieren en carácter, pero que tienen la suerte de habitar, en el caso del primero, y de haber nacido y muerto, en el caso del segundo, en la ciudad que despierta su melancolía y les impele a hacer lo que nadie se atreve a hacer: cambiar la vida de los demás, comenzando por transformar la suya propia.

La película se mantiene fiel a la novela donde tiene que hacerlo. A ello, más que la realización, contribuye la interpretación magistral de un Jeremy Irons entrado en la madurez, que encarna cada poro de la piel del viejo profesor suizo. Las ausencias de fidelidad del film respecto al libro son perdonables por un solo motivo: los planos de la ciudad, que demuestran que el director ha sabido entender la esencia de las palabras de Pascal Mercier. Y ésta estriba en que la historia no versa sobre la resistencia portuguesa, ni sobre los anhelos de la clase media intelectual y aburguesada, sino en que hay ciudades que, cuales vórtices abiertos a otra dimensión, empujan al espíritu hasta límites insospechados.

Sólo una recomendación: si alguien duda entre leer el libro o ver la película, aunque sólo sea por tributo a ese lenguaje que la sociedad actual se empeña en desprestigiar, por favor: que comience por la novela y que luego se deleite en los paisajes y los momentos de la película.

Salud,

Raphael de la Ghetto.

http://raphadelaghetto.blogspot.com.es/2014/08/tren-de-noche-lisboa.html
Antognetti
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12 de septiembre de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo un tiempo en Europa, que se solían hacer coproducciones entre varios países para con un holgado presupuesto, poder competir con el cine de Hollywood. Eran superproducciones rodadas en lengua inglesa generalmente, adaptando textos reconocidos por su calidad literaria o popular. Una de las películas más reconocidas sería “El nombre de la rosa” según la novela de Umberto Eco, otras no tuvieron la misma acogida, pero era una forma de hacer cine para todo el mundo y no un producto localista encerrándose en un país y su lengua, al ser más difícil de venderse en el exterior. Billie August fue uno de esos directores que participaron en ese tipo de films como “Los miserables” o “La casa de los espíritus” con diferente suerte.

Impasible al desaliento el cineasta danés filma este “Tren de noche a Lisboa”, una coproducción entre Alemania, Suiza y Portugal que adapta la novela “Tren nocturno a Lisboa” del escritor suizo germanófogo Peter Bieri con el seudónimo de Pascal Mercier, el resultado, en mi opinión, es muy correcto. Narra la crónica de una búsqueda: la que emprende el profesor Raimund Gregorius (Jeremy Irons) cuando, siguiendo un impulso, toma un tren nocturno desde Berna a Lisboa, usando un billete encontrado dentro de un libro perteneciente a una misteriosa mujer huida tras socorrerla intentando suicidarse. Al parecer la intención es devolverle el libro del escritor portugués Amadeo do Prado dentro del bolsillo de un impermeable rojo abandonado por la mujer.

Una vez en Portugal, el profesor iniciará un doble búsqueda: la de la mujer misteriosa y sobre todo, la historia que se oculta en el pasado de Amadeo do Prado (Jack Huston), un escritor víctima de la represión en la dictadura de Salazar como consecuencia de su simpatía hacia el comunismo y la resistencia, que Gregorius va reconstruyendo mediante encuentros con personajes vinculados con el escritor. Todo ello contando con un reparto de lo mejor del cine europeo que no voy a repetir porque figura en la ficha artística. Pero la gran pregunta es qué le hizo coger ese tren a este viejo profesor introvertido y solitario, que sólo vive para sus libros e investigaciones, sin ni siquiera equipaje de mano.

Se trata de una reflexión propia sobre su vida, la búsqueda sobre sí mismo que irá mostrándonos mientras averigua la azarosa vida de un intelectual como él, que se arriesgó a luchar por lo que creía justo, mientras que nuestro investigador reconocerá sus fracasos personales y sentimentales a lo largo de su vida. Para ello August recurre a varios “flash back” que nos descubren los detalles del pasado. La cuidada fotografía se preocupa muy bien de diferenciar la luminosidad actual de la bella Lisboa, estableciendo así un evidente contraste con la fotografía de los pasajes pretéritos. Escenas violentas y duras de los activistas en la clandestinidad y la crueldad de sus represores. El film ahonda en la imagen que la capital lusa se ha ido labrando cinematográficamente, como un escenario propicio para el misterio, la introspección psicológica y de secretos íntimos que recuerdan a otras películas filmadas en esta atractiva urbe portuguesa.
Antonio Morales
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20 de abril de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No logras fascinarte ni embelesarte ni enamorarte de Amadeo tan profundamente, con tanta vehemencia como lo hace nuestro protagonista y esa es la gran pena, la irreparable pérdida de esta película; no eres capaz de captar la importancia, belleza de las sentencias narradas de su libro a través de tu órgano auditivo -ese instante es demasiado rápido y fugaz-, es necesaria una lectura propia de la obra escrita -como realiza magníficamente, y con gran pasión y sutileza nuestro veterano Jeremy Irons- o más de un visionado del relato para poder descifrar todo su contenido y entender, vivir la transformación que sufre nuestro aburrido profesor con su misma intensidad e insimismamiento. Y, dada esa distancia emocional, desapego sensitivo simplemente queda la curiosidad de conocer la vida, la peculiaridad de sus aventuras e infortunios, saber de su actualidad presente; pero con la nula posibilidad de implicarte sugestivamente, de meterte en la piel de este maduro maestro y sentir una afinidad completa que anule temporalmente tu persona. Un alejamiento que impide un disfrute total y completo de esta hermosa y bella película, de su revolucionario relato, de ese deseo irresistible-seducción espontánea que te fuerza a subir a un tren, abandonar tu rutinaria vida y seguir unos desconocidos e impulsivos instintos que no sabes dónde te llevarán. El director pone todo su empeño, el guionista realiza una buena adaptación, nuestro mencionado actor consigue una interpretación delicada, exquisita y de gran suavidad y delicadeza, todos los personajes de la obra ofrecen una correcta aportación..., pero la pasión, fascinación, encantamiento de nuestro investigador personal es únicamente observada, oída desde el anfiteatro pero no vivida o sentida desde el propio escenario como el actor protagonista y esa es la gran pena, la irreparable pérdida de esta película. Siempre queda la posibilidad de leer la obra -cosa que no descarto- y quedar atrapado, hipnotizado como nuestro pequeño pero atrevido Indiana Jones aventurero.

http://lulupalomitasrojas.blogspot.com.es/
lourdes lulu lou
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