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Críticas de Antognetti
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
9
27 de noviembre de 2011
27 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que me topé con esta película fue por casualidad y sólo alcancé a ver el final. Sin embargo, me llamó la atención lo suficiente para adquirirla verla entera. Desde entonces, y ya han pasado casi diez años, se ha convertido en una de mis películas favoritas. Los principales puntos que destacaría son:

- La genialidad de utilizar a Alfredo Landa, actor al que personalmente estaba acostumbrado a ver en papeles más o menos cómicos, en una interpretación dramática de una talla monumental.

- El argumento, que permite al espectador pasear por el Madrid de comienzos de la Transición y adentrarse en los entresijos de un país que comenzaba a desperezarse en la democracia, pero que conservaba un mundo subterráneo endémico en la historia de la Humanidad, atrayente a la par que pavoroso para el observador.

- El marco: Madrid en navidad, una época en la que esa ciudad, como otras grandes metrópolis, saca lo mejor de sí, que queda como telón de fondo un tanto frívolo del trágico teatro humano que se desarrolla en su submundo.

Finalmente, hay algo que pasa desapercibido: una historia de amor adulto y sincero. Una bonita metáfora de qué es lo que verdaderamente importa en la existencia del ser humano, cuando éste se desprende de distintos caparazones que, como árboles, le impiden ver la frondosidad y la belleza del bosque.

Una gran película. Gracias al señor Garci.
Antognetti
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9
26 de agosto de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La entrada que hoy me ocupa atañe tanto a la lectura de la obra de Pascal Mercier, como a la película estrenada la pasada primavera, protagonizada por Jeremy Irons.

Tren de noche a Lisboa constituye un canto a una ciudad que, como la capital del estuario del Tajo, merece la admiración del visitante. En ella, como tuve ocasión de señalar en otra entrada, se tiene la oportunidad de regresar a un mundo desaparecido a finales de los años 70 y principios de los 80. Un mundo decadente, revestido por ello de una pátina de encanto y de nostalgia, que se respira en el rostro de quienes pueblan sus calles desde que algún grupúsculo fenicio decidiese asentarse allí, en el verdadero confín occidental de la Península, cuando esta tierra aún no se había abierto a la influencia extranjera. Por eso, la historia de la novela es lo de menos: el autor simplemente tiene la habilidad de elegir un escenario inmejorable, en un periodo histórico (la dictadura de Salazar) en que la saudade se convirtió en modo de supervivencia, para entrelazar dos vivencias. Por un lado, la de un profesor de Literatura Clásica de Berna, erudito y apreciado por sus alumnos, que decide romper su monotonía cuando repara en el libro que cae a los pies de una joven suicida; por otro lado, la del autor de los textos de dicho libro, Amadeu do Prado, joven atormentado por la injusticia del mundo que le rodea, en conflicto con su propia clase, la aristocracia, y con la condición humana, que resume en las líneas escritas antes de morir, de una prosa cuidada y bellísima, los principales temas que generan ansiedad en el alma de cada individuo. Como decía, una y otra historia son lo de menos: ambas se entrelazan y se separan; Raimund y Amadeu son el mismo y dos personas distintas a la vez, que comparten puntos de vista y difieren en carácter, pero que tienen la suerte de habitar, en el caso del primero, y de haber nacido y muerto, en el caso del segundo, en la ciudad que despierta su melancolía y les impele a hacer lo que nadie se atreve a hacer: cambiar la vida de los demás, comenzando por transformar la suya propia.

La película se mantiene fiel a la novela donde tiene que hacerlo. A ello, más que la realización, contribuye la interpretación magistral de un Jeremy Irons entrado en la madurez, que encarna cada poro de la piel del viejo profesor suizo. Las ausencias de fidelidad del film respecto al libro son perdonables por un solo motivo: los planos de la ciudad, que demuestran que el director ha sabido entender la esencia de las palabras de Pascal Mercier. Y ésta estriba en que la historia no versa sobre la resistencia portuguesa, ni sobre los anhelos de la clase media intelectual y aburguesada, sino en que hay ciudades que, cuales vórtices abiertos a otra dimensión, empujan al espíritu hasta límites insospechados.

Sólo una recomendación: si alguien duda entre leer el libro o ver la película, aunque sólo sea por tributo a ese lenguaje que la sociedad actual se empeña en desprestigiar, por favor: que comience por la novela y que luego se deleite en los paisajes y los momentos de la película.

Salud,

Raphael de la Ghetto.

http://raphadelaghetto.blogspot.com.es/2014/08/tren-de-noche-lisboa.html
Antognetti
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8
8 de diciembre de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace un año, más o menos, tenía bastante interés por ver esta película, hasta que me decidí a ello unos días atrás. En primer lugar, me gustaría advertir al espectador que no se deje engañar por el título: no va a presenciar una película de acción, ni una trama de gángster presidida por el contrapunteo entre el carácter negro de Luis Tosar y Eduard Fernández, por una parte, y la vis cómica de Ricardo Darín y Javier Cámara, por otra.

Una pistola en cada mano es una película en la que no pasa nada: durante hora y media, se asiste a una sucesión de historias personales aparentemente inconexas entre sí. Dos antiguos amigos del colegio se cruzan por casualidad en Barcelona, recuerdan su juventud y se dan cuenta, con amargura, de los caminos opuestos por los que les ha llevado la Fortuna. Desde aquí, las tramas se superponen con un único elemento común: varios hombres de mediana edad ejemplifican, de distinta forma, la decadencia humana y la pose que hay que adoptar en cada momento para ir sobreviviendo día a día. La mala suerte, el fracaso marital, los problemas de pareja... aparecen como telón de fondo, mientras los protagonistas capean el temporal con una sonrisa forzada que les ayude a abandonar el escenario, al menos, con un poco de dignidad. Cuando el film toca a su final, una última escena ayuda a cerrar el círculo de la historia y convierte lo que amenazaba con ser un collage incoherente en una historia redonda: al final, por muy mal que se esté pasando, todo es relativo y se contribuye a atenuar el sufrimiento si se comparte con otros semejantes. Dicho de otra forma: mal de muchos, consuelo de tontos.

http://raphadelaghetto.blogspot.com.es/2013/12/una-pistola-en-cada-mano.html
Antognetti
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9
2 de mayo de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una genial adaptación de la novela de Le Carré. Sorprende el papel de Gary Oldman, camaleónico hasta límites insospechados, así como la frialdad subyacente a toda la trama, propiciada por el ambiente de espionaje en el contexto de la Guerra Fría. Quizá sea necesario haber leído la novela para llenar algunas discontinuidades en en la trama narrativa, pero en general es una película que anima a pasar un rato excelente y que mantiene la atención del espectador de principio a fin.
Antognetti
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