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Tiempo de amar, tiempo de morir

Romance. Drama Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), un soldado alemán que combate en el frente ruso obtiene un permiso para volver a Alemania. Tras comprobar que su casa ha sido bombardeada, emprende la búsqueda de sus padres desaparecidos; al mismo tiempo, conoce a la hija de un preso político y se enamora de ella.
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
8 de diciembre de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emocionante ,antibelicismo en estado puro . Si piensas que la guerra tiene su épica ésta no es tu película . Erich María Remarque nos recuerda que en la guerra pierden todos , también nos enseña que en la Alemania nazi no todos los alemanes eran nazis . Sabía de lo que hablaba . Por otra parte no hay drama que Douglas Sirk no le saque el máximo partido . La búsqueda de sus padres muertos por toda la ciudad se te queda en la mente largo tiempo . Pero siempre se agarra a la vida , entre el bombardeo americano hay tiempo para la vida y el amor . Nada fácil . Hay un tiempo para amar y un tiempo para morir . Nunca se sabe donde encontrarás el amor ni la muerte . Esta maravilla solo puede surgir del talento de dos genios Remarque y Sirk .
crisgay
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18 de agosto de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un elocuente D. Sirk sabe poner un nudo en la garganta del espectador y llenar de repulsa el patio de butacas porque la crueldad de la guerra siempre sobrecoge.
La guerra es despiadada en todos los ejércitos -en el amigo y en el enemigo-, en todos los ámbitos y en todas las situaciones aunque se trate de una obra de arte y posea una ambientación ejemplar.
Y eso que el director presenta el dramatismo sin recrearse en la morbidez.
Pero sin disimulo.

La película explora los resortes de la ternura, se detiene en ellos durante un instante para acabar sucumbiendo ante la fuerza y el despropósito de la guerra.
Al espectador le queda la fascinación por la película bien hecha, le queda la magia de la fabulación que convence y le queda un regusto entre amargo y espantado que tiene nombre de frustración y apellido de desesperanza.
ABSENTA
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24 de abril de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Douglas Sirk, fue uno de los mejores ejemplos de directores que supo entender cómo rodar un melodrama, y dejarnos algunas obras para la eternidad, intensa historia ambientada en la II Guerra Mundial, pero que podría ser cualquier guerra, conflicto dónde las personas , nuestros destinos nos deparan un tiempo para vivir, amar, soñar y un tiempo para morir.
Sobrios actores con una esplendida dirección de Sirk.
maria josep
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11 de mayo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama ambientado en la Segunda Guerra Mundial cuya singularidad viene referenciada por dos nombres propios.

El primero de ellos es Erich Maria Remarque, autor de la novela original, y que, al igual que ocurriera con su conocida y popular "Sin novedad en el frente" (situada en la Primera Guerra Mundial), cambia nuestro punto de vista para ponernos en la piel del "enemigo". El pueblo alemán se transforma en un reflejo de muchas de las emociones y preocupaciones que nos asolan en tiempo de guerra a cualquier ser humano.

La acción de "Tiempo de amar, tiempo de morir" tiene lugar en la etapa final de la contienda (primavera de 1944). Estamos en una ciudad alemana que, como muchas otras, no contaba con ningún valor estratégico, y que sufre en cambio un constante bombardeo de castigo por parte de la aviación aliada.

Por supuesto, esto no se especifica de manera tan clara en el film, pero puede hacernos comprender por qué la película y el libro no tuvieron el mismo recibimiento que tuvo "Sin novedad en el frente". De la Gran Guerra se salió con un mayor consenso anti-belicista a nivel mundial. No ocurrió así en 1945, donde el complejo militar-industrial comenzó a armar una importante campaña de necesidad belicista que influyera en la opinión pública. Eran los tiempos de la incipiente Guerra Fría.

El otro nombre propio de la cinta es Hans Detlef Sierck, es decir, Douglas Sirk, director germano exiliado en EE.UU. en 1937 y que ha manejado como nadie los delicados hilos del melodrama para hacer de la tragedia un canto efusivo al amor y la vida. Encontramos a un Sirk entregado desde la emoción al material literario de Remarque. Se trata de una producción ambiciosa (rodada en varios escenarios naturales de Berlín) pero que cuida con calor el sutil romance que nace entre las ruinas que van dejando las bombas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cautivo del mal
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13 de septiembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un título tan precioso sólo se podía esperar una preciosa película. Y ésta lo es con creces. Su creador es Douglas Sirk, que en los años 50 elevó el melodrama a la cumbre y a la dignidad que se merece con obras tan recordadas como “Obsesión”, “Sólo el cielo lo sabe”, “Escrito sobre el viento” o “Imitación a la vida”, nada más y nada menos; todas ellas incomprendidas en su momento (eran mal llamadas “folletines” o “películas de llorar”) pero que el paso del tiempo las ha ido revitalizando cada vez más y colocándolas en un puesto muy elevado en la historia del cine.

“Tiempo de amar, tiempo de morir”, además de ser una hermosísima historia de amor en el límite mismo de la existencia, no deja de ser una feroz denuncia contra la guerra; no presenta sus horrores directamente, tan sólo un par de detalles en las primeras secuencias; pero expone con honda emotividad el contraste entre el derecho del ser humano a ser feliz y a vivir, nada más, y la dura realidad que se empeña en negar ese derecho. Sólo por eso ya vale la pena que esta película se haya hecho; si, además, contamos con unos personajes que nos llegan dentro, una excelente ambientación, una soberbia fotografía en color, una partitura musical que roza la perfección y un desenlace impactante y de enorme fuerza, se puede comprender cómo el arte cinematográfico puede llegar a ser pura poesía en el corazón del mismísimo infierno. Una de las grandes e inolvidables de este verano.

El diálogo:

Ernst .- Dígame, profesor, ¿existe todavía hoy algo en lo que se pueda creer?

Profesor.- Sí, existe.

Ernst.- ¿Qué es?

Profesor.- Dios.

Ernst.- ¿Sigue usted creyendo en él?

Profesor.- Más que nunca.

Ernst.- ¿Sin el menor asomo de duda?

Profesor.- Claro que las tengo. Si no hubiera dudas, no habría necesidad de la fe.

Ernst.- ¿Cómo se puede seguir creyendo en Dios con lo que está ocurriendo aquí?

Profesor.- Dios no es responsable de lo que nos pasa. Y sí nosotros ante nuestras torpes acciones.

Ernst.- Si eso es cierto, ¿qué responsabilidad tengo yo, profesor? Quizá nuestro pueblo está sufriendo este castigo por haberse apartado de todas sus creencias; las que practicaban nuestros padres y que todos nosotros hemos olvidado. He de tomar una decisión, profesor. Necesito saberlo.

Profesor.- Nadie puede tomar esa decisión por usted. Ni siquiera su maestro. Cada hombre tiene que decidirlo por sí mismo. Pero primero hay que enfrentarse con la verdad, por horrible que sea. Se pierde la guerra, Ernest. Y lo más terrible es que la perderemos antes de que el país haya encontrado su alma.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cinemaparadiso1951
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