El ídolo de barro

He tenido frío.
He pasado hambre.
Estuve en un orfelinato.

Kirk Douglas.
Midge Kelly.

Sólo hay dos clases de personas. Las pequeñas y las grandes.

Los mitos de la infancia terminan convirtiéndose en héroes a medida que la edad avanza.
Terminan convirtiéndose en dioses, claro.

¿Pero por qué me siguen subyugando si ya la infancia y la adolescencia se pierden en el recuerdo?
No era más que un campeón de los pesos medios.

Cada historia bien contada, muy bien contada, merece un sobresaliente porque en caso contrario no existiría la justicia.

La ambición proporciona tal energía que puede también abrasar el universo. Fábula sobre la desmesura de las pasiones, recibe la influencia del mito bíblico del gólem, ser que encarna la destrucción indiscriminada que genera el desequilibrio, aun cuando el desorden se perpetrara para alcanzar una meta benévola. Se desarrolla la acción dramática en el mundo del boxeo, metáfora intensa de la continua lucha y oposición que es la vida. Kirk Douglas interpreta a los seres que arden de ambición como ninguno. En definitiva, una elegante e intensa dramatización del peligro de las pasiones descontroladas, fuente inagotable de materiales artísticos desde tiempos inmemoriales.

Lo primero que me llama la atención es lo bien narrada que está la historia. ¡Cómo en aproximadamente 100 minutos se construye una historia en que pasan tantas cosas! Cómo se narra una historia de ambiciones llevadas hasta las últimas consecuencias. El mundo corrupto que se asienta alrededor del deporte/espectáculo. ¿Cuándo se hará en este bendito país algo similar con el fútbol? Mientras que el mundo del cine siga subvencionado por el poder me temo que nunca. Qué buena interpretación la de Kirk Douglas, ¡cuanto transmite! ¡Qué sobriedad la de Arthur Kennedy! Qué profesionalidad la de Robson cuando tiene un buen guión entre manos y qué destellos de puesta en escena, al final, cuando después de su último combate, Douglas literalmente es alguien al borde de la locura. ¡Cómo está iluminado! Quizás este apunte sea mérito del director de fotografía.

No es más patriota el que calla y acepta sumisamente las turbias problemáticas de su sociedad por dañinas y absurdas que éstas sean, que el que cuestiona con rigor y buena voluntad sus improcedencias. El primero, es un ser pasivo y permisivo que fomentará la permanencia de aquellas cosas, y el segundo, es un ser palpitante que lucha por la verdad, por la justicia y por el cambio.

El novelista y dramaturgo, Ring Lardner (1885-1933), era de esa suerte de hombres a quienes les dolían las eternas injusticias que se preservan por años, por décadas y a veces por siglos en la sociedad estadounidense, y entonces, como hombre de paz, se sirvió de la pluma para expresar sus inconformidades y para mostrar que, hay cosas que nos dejan muy mal parados como especie humana.

Por muchos años, el ‘deporte’ del boxeo ha sido uno de los más viciados por sus componendas, sus sucios trucos, y por la explotación que se ha hecho de los boxeadores, de los cuales se ha abusado sin conmiseración alguna, pisoteando su dignidad y da grima hablar de quienes, por subir a los cuadriláteros, han terminado con daños cerebrales irreversibles… discapacitados… o muertos, a consecuencia de los golpes recibidos.

Basado en la historia, “The champion”, que escribiera Lardner (padre del también recordado guionista Ring Lardner Jr.), Carl Foreman elaboró un profundo y muy sólido guion, con el que se propuso recrear no sólo los oscuros tejemanejes del boxeo, sino también -y esto es bien importante-, los rasgos psicológicos que inducen a actuar a sus protagonistas de ésta o aquella manera. En la historia, se emiten criterios, pero no se condena a nadie, y cada ser humano es plasmado con sus virtudes y falencias, dejando tan sólo ver como, cada acción, produce una particular y equitativa reacción.

Las personalidades que revelan el boxeador Midge Kelly y su hermano Connie, dan perfecta cuenta de los polos opuestos como puede visionarse la vida… y también de lo que esta traerá a cada uno, según la manera como la haya asumido.

Mark Robson, quien aceptó la dirección de este filme sintiendo que conocía algo del tema, pues él mismo había practicado un poco de boxeo en sus años mozos, logra darnos una calificada historia colmada de denuncia social y de reflexión humana, y lo mejor, es que lo logra con una ambientación inmejorable, donde las sombras y los ángulos de cámara nos dan precisos significados, y extrayendo de Kirk Douglas, Arthur Kennedy, Ruth Roman, Lola Albright y el resto del reparto, las más potentes actuaciones.

Se consolidaba aquí, el tándem conformado por el productor independiente Stanley Kramer, el brillante guionista Carl Foreman y el agente de prensa, George Glass... y entre los tres, habrían de hacer historia.

Una frase para recordar:

“Éste (el boxeo) es el único deporte donde, a dos tipos se les paga, por hacer algo por lo que serían arrestados si lo hicieran borrachos y sin justificación alguna”.

Título para Latinoamérica: “EL TRIUNFADOR”

"El oficio de boxeo es como cualquier otro, sólo que en este se ve la sangre".

Vista dos veces en mi vida, la primera de ellas, siendo un adolescente, me causó gran impresión y pensé esto de ella:

"Muy buena película, dotada de una gran intensidad dramática.
Excelentemente dirigida por Robson, un director que me gusta mucho, pese a darme cuenta de que suele ser bastante académico, aquí dota de vigor a la historia.
Las interpretaciones son sublimes, con un Douglas inconmensurable, por cuyo papel fue nominado al Oscar (creo que por primera vez en su carrera).
Estupenda fotografía en blanco y negro, y un final que se queda grabado en la retina y en la memoria para siempre".

Ahora, en agosto de 2020 la emiten por un canal privado de televisión y como quiera que, en efecto, sólo recuerdo bien el final, inolvidable, la vuelvo a ver. Y mi consideración es igual que la primera.
Una gran película, intensa, dura, áspera cruel en ocasiones, excelentemente interpretada y con matices rigurosos sobre la profesión de boxeador y sobre el mundo que le rodea, así como la forma en la que afloran perturbadores sentimientos humanos.
Una buena película que refleja el alma humana como solía hacer el Hollywood dorado, sin aditivos, nada de "política correcta", clara y concisa, dolorosa también.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/