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Dogville

Drama. Thriller Grace llega al remoto pueblo de Dogville huyendo de una banda de gángsters. Persuadidos por las palabras de Tom, que se ha erigido en portavoz de la comunidad, los vecinos se avienen a ocultarla. Grace, a cambio, trabaja para ellos. Sin embargo, cuando Dogville sea sometido a una intensa vigilancia policial para dar con la fugitiva, sus habitantes exigirán a Grace otros servicios que les compensen del peligro que corren al darle cobijo. ... [+]
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Críticas 345
Críticas ordenadas por utilidad
26 de septiembre de 2008
36 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dogville fue de esas películas que tanto me han impactado, puedo decir que es una de las mejores películas de los últimos años además de considerarla una de las mejores películas de la historia del cine.
Es la verdad que rompió moldes y se salió por completo de los esquemas del cine clásico pero señores esto no es nuevo, Bergman hizo tantas películas casi sin escenografía haciendo casi una obra teatral en la pantalla consiguiendo resultados espectaculares como en El rito o en De la vida de las marionetas, Lars von Trier quiere que los actores actúen, que haya una historia que contar por encima de la escenografía u otras tantas cosas que en el cine de hoy parecen tener más prioridad que los actores o las historias.
Trier construye un guión espectacular y de los mejores que he visto en los últimos años, una película que puede ser analizada desde diferentes puntos de vista, pues Trier no analiza la historia de Grace y sus habitantes del pueblo, analiza la maldad del ser humano, la moral, la religión, el espíritu humano en diferentes condiciones sociales, la película es una obra maestra en el análisis moral del ser humano, es un guión con tantas lecturas que se convierte en una película de culto para muchas personas.
La bondad, inocencia, sencillez, ternura, un regalo de Dios a un pueblo perdido donde sus gentes son el resumen de la sociedad humana, Trier construye una historia que ha dado mucho de que hablar.
Una película cargada de teatro, fácilmente esta película podría ser llevada a escena pero quería una película, poder ser con su cámara el ojo del espectador, consigue unos ángulos, cortes, grabados de una manera tan peculiar que consigue adentrarnos en la escena consiguiendo que esta sea más real.
La elaboración de cada parte está genialmente estudiada al igual que las interpretaciones, Kidman hizo el papel de su vida, demostró que ama el cine como arte y buscaba la oportunidad de demostrarlo ya que en Hollywood tiene la obligación de hacer la basura que en los últimos años está haciendo, el único papel realmente bueno que hizo, aunque corto fue con Kubrick, demostró un talento que anteriormente no pudo mostrarnos.
Todos los actores son fantásticos.
Trier se adelanta como uno de esos directores que rompen moldes, busca y busca, analiza y analiza al ser humano para crear siempre una película con mensaje moral y moraleja, a veces consigue espectaculares resultados como en Bailar en la oscuridad, Rompiendo las olas o en Los Idiotas, a veces le salen más regulares como en El jefe de todo esto, pero sigue siendo un director que ama al cine y este como medio de comunicación para poder comunicar un mensaje moral.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
manuel
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31 de mayo de 2009
39 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quién me lo iba a decir. Informándome sobre los sucesos que acontecian en Cannes, surgió de nuevo en mi el recuerdo de Lars von Trier, más que nada por su pedantería y su poca humildad al afirmar que él "era el mejor director del mundo".
No es que antes no lo conociese, sino que no me llamaba demasiado la atención.
Después de eso sí lo hizo y de entre su filmografía elegí Dogville, me gustaba las imágenes que veía en Internet, me gustaba la estética de la carátula, me gustaba la sinopsis, pero sobretodo, me gustaba Nicole Kidman.

Los 10-20 primeros minutos, lo reconozco, me dije, ¿qué cojones hago yo mirando esta basura?¿Después saldrán escenarios no?¡¿Dónde está la Kidman?!

Si bien esos minutos iniciales son interesantes, llegan a ser lo más flojo de la peli.
Lars nos empieza a introducir personajes a cascoporrillo, a tal velocidad que la mayoria acabas sin saber quién diablos son.

Pero llega la Kidman y todo cambia, tanto en el argumento del film, como en mi estado de ánimo. La peli empieza a mejorar. Joder Lars, si el hecho de que no haya decorados empieza a ser la polla.

La historia se vuelve más oscura, se va complicando la trama, ese pueblecito honrado del principio de la peli ya no es lo que parecía, hasta aquí llega la corrupción. Todo empieza a cojer interés, te empiezas a fijar en cualquier detalle, porque, nunca se sabe, al final puede tener relevancia y empiezas a flipar en colores.

¡Si Lars!¡Eres la polla! Estas haciendo que me enganche mazo esta película y que me sienta identificado con los personajes, qué tristes son, qué patéticos, qué imperfectos, qué humanos...

Y llega el final y: ¡hala! Tío, cómo mola el final. Yo alomejor no sé mucho de cine, pero te lo aseguro Lars, yo si hubiese hecho esta peli, estate seguro de que también iría soltando por allí que soy el mejor director del mundo. Sí señor, con un par de cojones.

Lo mejor (en spoiler)
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Filiûs de Fructüs
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17 de septiembre de 2010
98 de 170 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca he hablado con él y no es que me muera por hacerlo nunca, pero estoy convencido de que si alguien le preguntara qué le gustaría haber sido de no haberse dedicado al cine, Lars Von Trier diría algo así como pintor de Capillas Sixtinas o constructor de catedrales góticas. No me cuesta nada verlo, todo modestia y embeleso, contemplando su película al final del rodaje, con la misma cara que debió poner Miguel Ángel tras dar la última pincelada en el techo del Vaticano, convencido de haberle dejado a la humanidad una obra inmortal, destinada a durar por los siglos de los siglos.

“Dogville” fue rodada en el año 2003, pero, en realidad, es algo más antigua que eso. Se trata, de hecho, de uno de los ejemplos más acabados de arte medieval que conozco. Desde su privilegiada atalaya de ciudadano danés que nunca ha puesto los pies en los Estados Unidos, Von Trier retrata la sociedad americana como lo haría un pintor de escenas bíblicas en paredes y vitrales para la plebe iletrada: una narración alegórica con personajes estereotipados y nombres simbólicos, en un escenario desnudo de todo ornamento que pudiera desconcentrar a los analfabetos espectadores y hacer que se perdieran el sentido final de su edificante fábula. Von Trier, como un bondadoso y erudito frailecillo, nos confía desinteresadamente los secretos de su sabiduría, nos lleva de la mano y nos ilustra acerca de los peligros y maldades de la sociedad de un país que conoce de primera mano: no sólo lo ha visto en documentales y en “Bonanza”, sino que incluso pasó un día por delante de un McDonalds. Imaginaos.

Lo mejor de “Dogville”, en cualquier caso, no está en la pantalla, sino en las butacas, en esos críticos y ese público que se derriten de gusto mientras los tratan de imbéciles y les embuten un burdo autoplagio de la ya ridícula y tremendista “Bailar en la oscuridad” en que apenas se intercambian buenos y malos, una soga por balas y fuego, una mema islandesa por una pelirroja de hielo. En aquellos que vieron una osadía nunca vista en la tiza y el cartón o en esa gente que juega a dar portazos o a hablar con perros invisibles. En los que siguen considerando a nuestro frailecillo un artista transgresor y novedoso en vez de un apolillado y torpe narrador y un extraordinario, eso sí, experto en mercadotecnia.

Hubo una época, allá por los años 70, en que estuvo de moda escribir novelas sin puntos, comas ni mayúsculas. Eran malísimas, por supuesto, y completamente incomprensibles, pero sus autores decían luchar contra las esclavizadoras convenciones, contra los mentirosos artificios del arte. Abrían caminos nuevos, ganaban premios, construían, como Von Trier, catedrales de papel, incomprendidas y adelantadas a su época, que iban a durar para siempre. Ahora, claro, duermen el sueño de los justos y nadie las echa en falta. Son, como “Dogville”, auténticas y polvorientas antiguallas, papel mojado y cartón rancio que el tiempo, tranquilos, acaba poniendo siempre en su lugar.
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Normelvis Bates
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12 de enero de 2009
47 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como rectificar es de sabios, hago lo propio con un film que me decepcionó bastante el día que aposté por él por primera vez. Reconozco que en aquella ocasión me dolió en el alma el euro y pico entregado al dependiente del videoclub a cambio de lo que yo creía una película sin parafernalia, y la cual resultó ser uno de esos extraños experimentos que de muy vez en cuando te lanzan a traición en toda la jeta desde el séptimo arte.

No, compañeros; no voy de rácano por la vida. El euro y pico no me dolió por el gasto en sí. El cabreo acogido fue porque nos estropeó, a mi buena acompañante y a mi, lo que sería una noche de sábado y cine en casa. Hay que reconocer que si no te lo esperas... te choca.

Lo del plató y la tiza nos hizo gracia en el primer plano. Recuerdo comentar en esa primera vez, a mi acompañante y hermana, lo bonito-gracioso-curioso que quedó ese primer segundo de película. Ese pueblo enfocado desde el cielo. Me gustó.
El prólogo siguió; la tiza también. Nuestras caras fue lo único que cambió;

- ¿Toda la peli va a ser así? - Preguntó ella.
- No creo... esto debe ser el prólogo sólo.

Un carajo pa mi. En menos de lo que canta un gallo nuestras caras cambiaron sin efecto fade de la sonrisa curiosa a la decepción absoluta. Le dimos a siguiente capítulo... y las tizas seguían allí.

Poco más que contar. Tras una breve debate apagamos el aparato y nos decidimos por probar suerte en distintos canales. Tan mala resultó la alternativa, que Dogville recibió años más tarde un espléndido 1 por mi parte.
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JuanCádiz
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12 de junio de 2009
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Porqué Dogville? ¿Qué nos han hecho los perros para asimilarlos a humanos?. Sólo los humanos pueden actuar como en Dogville, porque sólo los humanos pueden ser tan extremadamente desagradecidos y mezquinos como en Dogville. Esta película es una bomba contra el corazón de la cultura judeo-cristiana, una bomba que amenaza con hacer saltar por los aires las raíces más profundas de la cultura occidental. Esta película te estalla en plena cara y te deja sentado en la butaca sin saber cómo reaccionar. Llega el final y miro a un lado.... a otro.... al techo.... a mis pies..... me siento inquieto...... ¿Qué hago? ¿Me voy? ¿Salgo corriendo? ¿Me tomo una copa?..... tengo que hacer algo, pero ya.... rápidamente..... cualquier cosa que no sea acostarme. Esto es muy fuerte y no se puede digerir así como así. Y como remate, mientras aparecen los títulos de crédito y todavía no te has recuperado de tan tremenda bofetada, suena a toda pastilla el “Young Americans” de David Bowie, como una burla a tu desconcierto. Mmmmmmmmohones!!!! en pocos momentos de mi vida he sentido una emoción tan intensa como en ese momento.
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GinTonic
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