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Manos peligrosas

Cine negro. Thriller Skip McCoy (Richard Widmark), un ratero de poca monta, atraca a una mujer llamada Candy (Jean Peters) y se apodera de un valioso microfilm que contiene secretos de estado. Pero Candy estaba bajo la vigilancia de agentes del gobierno, por lo que Skip se convertirá en sospechoso de espionaje... (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
31 de agosto de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos y muy diversos cineastas actuales (J. L. Godard, A. Rockwell, W. Wenders, M. Kaurismäki) han hecho comparecer en sus imágenes la figura de Sam Fuller, para que, con su puro eterno en la boca, mascullara su credo sobre el arte del cine. Quizá como homenaje antes de su fallecimiento en 1997, un autor insobornable cuyas obras, como los mejores vinos, se revalorizan día a día, nuevo ejemplo de la modernidad incombustible de los clásicos. Su cine arrancó con la furia de un tornado en los años cincuenta, como el de Fleischer, Siegel o Aldrich, todos ellos maestros de la serie B y cineastas aptos para abordar con éxito cualquier género. Fuller hizo malas migas con los productores y con el sistema de producción Hollywoodiense, su camino fue el del exilio temprano, no siempre acertado, pero siempre apasionante.

De lo que legó al cine americano (docena y media de películas robustas, pura dinamita) “Manos peligrosas” es un buen ejemplo. Thriller admirable, en su día repudiado por su tufillo patriótico y anticomunista (no hay que olvidar, que la caza de brujas y la guerra fría, estaban en su apogeo), pero aún así, premiada en Venecia. La película ofrece la disección del quehacer cotidiano de un carterista, a quien sólo empezar la función pillaremos en uno de esos días para olvidar: cumpliendo con su no sindicalizada jornada laboral en el metro de la “Gran Manzana”, pone los ojos en el bolso de una hermosa morena y le sustrae la billetera sin saber que esa mujer (vigilada celosamente por dos agentes que no se percatan, de lo que sucede, o la hacen tarde) es una espía y la cartera contiene un valioso microfilme en los asuntos de la guerra fría.

Aunque la intriga va por ahí, “Manos peligrosas” es mucho más que una película de espionaje coyuntural. A Fuller le interesan tanto o más las relaciones que a partir de ese momento se establecerán entre el ladrón y su víctima (o la atractiva combustión entre la metálica frialdad de un magnífico Richard Widmark y la sensualidad volcánica de Jean Peters, aquí tan avasalladora como en “La mujer pirata”) o la figura lateral aunque decisiva de la vendedora ambulante de corbatas interpretada, prodigiosamente como en ella es habitual por Thelma Ritter.

A Fuller le bastan cuatro trazos para perfilar una situación, desnudar un personaje y mantener un ritmo que no desmaya. Es el triunfo de un cine brillantemente confeccionado con una poderosa economía de medios y una planificación exacta. A destacar igualmente la fotografía de Joe MacDonald, un blanco y negro realista que por aquel entonces se llevaba en el cine policiaco.
Antonio Morales
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21 de enero de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
USANDO EL MACGUFFIN POR EXCELENCIA - un microfilm - y aprovechando el contexto político de la época mas "hot" de la guerra fría entre Estados Unidos y la U.R.R.S., plagados de espionaje, contraespionaje y temor reverencial de la población hacia los comunistas, el loco lindo de Sam Fuller realizo en 1953 una de sus películas escenciales: Pickup on South Street ("El Rata" en Argentina; "Manos Peligrosas" en España).

Cuando Candy (Jean Peters) decide hacerle un último favor a su ex-novio, no sabe que está colaborando con un espía sovietico. Cuando Skip McCoy (Richard Widmark), un punga de poca mota, roba su enésima cartera en el subterraneo, tampoco sabe que sin querer se esta apoderando de secretos de estado sustraidos por los "rojos".

Así tanto los rusos que esperan su envió como los agentes del FBI que venian rastreando la operación para abortarla, se quedan con las manos vacias.

Esta situación volverá a McCoy, que tiene poca conciencia patriotica pero mucho interes por el dinero, el centro de todas las miradas.

La película, además de consolar nuestro complejo de tercermundistas dejandonos ver que en el subte neoyorkino se viaja igual de apretado que en la línea "A" de Buenos Aires en hora pico, nos lleva hacia un viaje brutal hacia un submundo corrupto, caótico, deprimiente y desolador (cómo el de Metrovias y los empleados de la línea A).

Hay que remontarse a la década del 50 para imaginar lo zarpado que eran este tipo de películas. Si bien no es tan extremista como algunas de sus otras obras - a los amantes del cine bizarro, les recomiendo que se busquen algún VHS de Delirio de Pasiones (*) (Shock Corridor, 1963) - la peli se aleja bastante de lo políticamente correcto. La violencia viaja de escena en escena, el retrato de estos seres marginales y el mundo que habitan es tan directo como pesimísta, la decadencia de las bases morales, marcan el paso de la historia. En el cine de Fuller, como en el de Tarantino, no hay buenos y malos: todos son un sorete.

Entre ellos se destaca Thelma Ritter - quien obtuvo aquí una de sus docientas nominaciones al Oscar no coronadas - como Moe, la señora buchona de la policia que puede reconocer a cualquier miembro del hampa apenas con que le digan que mano usa o en que posición se para al momento cometer el atraco.

Pickup on South Street es un film de muchas facétas que transita tanto por los lugares comunes de los film noirs más finolis como por los atributos del más básico cine clase B.

(*) Ustedes la conocen como "Corredor Sin Retorno"

YEGUÓMETRO:
Jean Peters = 71%

http://videovengador.blogspot.com.ar/
Giskdan
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7 de mayo de 2018
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es posible que esta sea la mejor película de Fuller, no solo en sí misma, sino por lo que representa en la historia del "thriller" norteamericano y más ampliamente en su historia de la mitología popular y en su estética política. Se trata de un "thriller" de espionaje cuyos cimientos están firmemente asentados sobre los filmes propagandísticos de la Segunda Guerra Mundial. La brillantez de Fuller consiste aquí en superponer el "thriller" (y su mundo político y económico) con el cine negro (y su mundo sexual y psicológico), rebasándolos para formar un nuevo género.

Esta película es el primer ejemplo (y el mejor) de radicalismo erótico en el cine negro americano y una transformación de las modas anteriores del "thriller": realizando un convencional "thriller" anticomunista, Fuller fue lo bastante afortunado y brillante como para forjar una parábola sobre la liberación y el amor, que supuso la abrogación de las economías gemelas del comunismo y del capitalismo. La política final de la cinta de Fuller es la política del cerebro como prisión, del individuo atrapado y casi perdido en un sistema inhóspito.
Isidoro Feria
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28 de abril de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una intervención anecdótica nos lleva a situaciones inesperadas de gran importancia. Samuel Fuller expone con oficio un argumento bien construido, con el siempre eficaz Richard Widmark de protagonista para estos papeles que requieren máxima expresividad.

Manos peligrosas es una entretenida película, un thriller que en ningún momento se hace tedioso, con un tema político de fondo como excusa.

Lo que importa es la claridad de las imágenes y aquellos detalles propios de este tipo de cine que tiene sus adeptos en personas que gustan del cine en blanco y negro y temas policiales. Los buenos aficionados se fijarán en como un tal McCoy refrigera las cervezas, al igual que refrigera los bolsos a las señoras en el Metro y ello les interesará hasta el desenlace final.

Samuel Fuller, además, quitando a aquellos que son estereotipos, consigue siempre dar a los personajes una estampa especial, dotarlos de personalidad. La película es recomendable vista de todas las maneras, expone de forma abrupta la naturaleza humana, y ahonda hasta sacar la "mejor" cara de la maldad.
floïd blue
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28 de noviembre de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me pasa algo con Samuel Fuller, cuando veo sus películas me da la sensación de que es como si estuviera detrás de la pantalla mirándome, mirándonos a todos y riéndose con sorna, con una sonrisa de pícara complicidad, es como un abuelete que cuenta batallas a sus nietos y se lo pasa tan bien que es contagioso, y esto me pasa con estas “Manos peligrosas” que Fuller adaptó y dirigió para la FOX en 1952, cuando tenía 42 años, de abuelo nada, y fue una de las dos o tres películas que hizo Fuller para ese estudio. Lo veo con su inseparable habano inmenso en la mano diciendo eso de: Érase una vez un carterista que en el metro robó a una chica un monedero y dentro había un microfilm y se armó la grande porque ese microfilm lo quería recuperar la policía y los comunistas.

Fuller muestra una galería de personajes con este cuento que no tienen desperdicio. Al carterista ya lo hemos mencionado, la víctima del robo es una mujer bastante pendona, por no decir algo prostituta y la tercera en discordia es una chivata. Bueno, la película no gustó en Estados Unidos, menos mal que se llevó un León de Bronce en el festival de Venecia, un premio que le vino bien a Fuller para defender su adaptación abrupta y seca de la novela corta de Dwight Taylor.

Vamos con el reparto, el carterista es el gran Richard Widmark que tiene aquí 38 años y debutó al mismo tiempo que nuestra chica, la sensual Jean Peters, y volvieron a trabajar juntos en “Lanza Rota” de Dmytryk, ese mismo año Jean Peters se casó con un potentado, luego se volvió a casar con Howard Hughes y claro, pues dejó el cine, en realidad Jean Peters que tiene aquí 26 años y acababa de trabajar con Brando en “Viva Zapata” heredó un papel destinado a Marilyn Monroe que no pudo hacerlo, no porque le faltaran ganas de trabajar con Fuller, o le asustaran sus “Manos peligrosas”, no, no, estaba preparando “Los caballeros las prefieren rubias”. Hubiera coincidido Marilyn con Thelma Ritter, casi diez años antes de “Vidas rebeldes”, Thelma Ritter, 41 años, nominada para el Oscar como actriz de reparto. Al que no he visto por ningún lado es al jovencito Roger Moore de 25 años, dicen que en un papelito.
Juan Marey
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