Remington Steele (Serie de TV)

Era una serie de guante blanco, vive dios. La combinación entre la pulcra pareja protagonista y los inocentes embrollos en los que se veían envueltos hacen que Remington Steele fuera un producto digno y entretenido, pero carente de chispa, la verdad. Siempre pongo como contrapunto a Luz de luna porque era infinitamente más gamberra y más interesante, aunque el pasteleo entre Willis y la Shepherd acabara cargando un poco. En definitiva, interesante serie de los primeros 80 que tiene el morbo de ver a un Brosnan en plena juventud.

El formato de esta serie definió su éxito: llena de humor, de ironía, de erotismo (velado en ocasiones, evidente en otras), en ocasiones condimentada con emoción y acción. Fantástico Pierce Brosnan con su airecito de seductor latino empacado en señorito inglés, y la Zimbalist un deleite con su doble sentido a flor de piel. Es decir, una serie sabrosa y fácil, sin alambiques ni más ambición que entretener.

Muy entretenida serie, con la cual Pierce Brosnan presentó su candidatura para ser James Bond, aquí haciendo de simpático caradura.

Las interpretaciones son correctas, destacando además de a Pierce Brosnan y Stephanie Zimbalist a la simpática Doris Roberts, que se convirtió en imprescindible para el programa.

Los capítulos son tremendamente interesantes (la mayoría), sobre todo cuando las tramas hacían referencia a películas de cine clásico, aunque el paso del tiempo les ha afectado notablemente restándoles algo de frescura.

La banda sonora corrió a cargo de Henry Mancini, que creó una preciosa melodía para la serie (sobre todo para los títulos finales).

Para disfrutar una horita