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Mud

Drama. Aventuras En una isla del Mississippi, dos chicos descubren a un fugitivo llamado Mud. Ha matado a un hombre para proteger al amor de su vida, Juniper, y ahora se oculta de los cazadores de recompensas. Los chicos acceden a ayudarle a reunirse con Juniper y preparar su huida juntos, sin saber que la aparición de Mud significará el fin de sus infancias. (FILMAFFINITY)
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Críticas 127
Críticas ordenadas por utilidad
26 de julio de 2013
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
MUD tiene un estilo muy sobrio en su puesta en escena. Destaca por una narrativa tradicional al mejor estilo de las historias de Mark Twain (Tom Sawyer, Huckleberry Finn) que le sirven de inspiración. Y eso es algo bueno, pues da como resultado un filme que tiene una dirección segura, exenta de trucos visuales o narrativos tan comunes hoy en día. Es simple y llanamente, cine interesado en contar una buena historia, y hacerlo bien.

Nuevamente (después de TAKE SHELTER) Jeff Nichols logra extraer excelentes actuaciones de su reparto. Mucho se ha hablado (con justicia) de Matthew McConaughey interpretando al personaje que le da nombre a la película. Pero la carga recae sobre Tye Sheridan (casi desapercibido como el hermano menor en THE TREE OF LIFE) y no es cualquiera el que tiene tal protagonismo y sale tan bien librado. Ésta historia es básicamente sobre su personaje. La película debió haberse titulado "Ellis" (pero siendo justos, ese nombre carece del efecto y simbolismo que tiene "Mud").

Al igual que con TAKE SHELTER, mi mayor queja respecto a MUD sería que da un giro de más, que se siente forzado y afecta la plausibilidad del relato (responsabilidad del director, como guionista). Pero el efecto lo siento menos negativo aquí, de algún modo. Quizá para ambas películas vale decir que si el desenlace no es tan satisfactorio, todo lo que le antecede sí es altamente disfrutable, por las virtudes formales y las actuaciones.
Donaldheil
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9 de septiembre de 2013
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mud puede considerarse de dos maneras: como un paso adelante en la carrera de Matthew McConaughey hacia los Oscar, que culminará con su más que probable nominación por Dallas Buyers Club, y como un paso hacia atrás del director Jeff Nichols después de dejarnos anonadados con Take Shelter. Porque tras un filme tan poderoso e inquietante como el que protagonizó Michael Shannon en 2011 no se concibe un retroceso tan acuciado.

Interpretada por muchos como una revisión de Oliver Twist, como un retrato del despertar de la niñez a la adolescencia, Mud no es más que la historia de dos niños que a orillas del Mississippi conocen a un hombre malo, a un fugitivo que les permite huir de sus soporíferas rutinas. Un argumento que se queda a medio camino entre el género de aventuras y el thriller, desperdiciando las virtudes de ambos para concentrarse en una relación de personajes que permanece varada durante más tiempo del necesario.

Lo que podría haberse convertido en la típica y entrañable amistad entre el hombre rudo y el niño inocente no termina de cuajar, bien porque el personaje de McConaughey provoca la misma empatía que una serpiente de río, agazapado durante buena parte del metraje como un cobarde, bien porque la química entre el fugitivo y el mayor de los adolescentes no despega hasta el final de la cinta, cuando ya hemos pasado demasiado tiempo navegando de orilla a orilla.

La película se desarrolla en el mismo entorno decadente de Bestias del sur salvaje pero sin el surrealismo y los aires de trascendencia de la ovacionada cinta de Benh Zeitlin. Nichols aprovecha mejor su oportunidad de reflejar otro rincón de la América profunda, esa que representa a buena parte del próspero país pero que a menudo es ninguneada por el cine más comercial. Lástima que el fiel retrato no lo acompañe el director con alguna reflexión social como las que manifestó en su anterior obra maestra.

Si en Take shelter el clímax se alcanza sin sobresaltos, como parte de una atmósfera que la cinta va originando desde el inicio, en Mud las grandes escenas se reservan para el final, cuando el peligro deja de ser una amenaza y se convierte en algo real. Entre picaduras y tiros a orillas del río, la película por fin alza el vuelo. Demasiado tarde quizá para compensar la hora y media anterior.
polvidal
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21 de diciembre de 2013
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que veo es que la película no expresa todos esos valores o enseñanzas que pretende y que se comentan. No nos encontramos en éste caso con un medio de expresión ni de comunicación de casi nada puesto que va desfasada en el tiempo con respecto a todo eso que se quiere expresar, va como con 10 minutos mínimo y más, de retraso. No me refiero a que lo que va a suceder a lo largo de ella sea predecible sino que llega tarde a todo aquello que se pretende plasmar porque quizás ya sin querer lo han plasmado o porque ya se ha hecho tarde y toca otra cosa, los tiempos de exposición y asimilación están entre lo casi aceptable y el auténtico desastre, hay momentos de cambio de ritmo en desfase con la duración natural de los hechos como para que ésta película pueda ser apenas aprobada por los pelos, el ambiente o la atmósfera que crea es de peli mala de las malas esas que nos tragamos en la tele porque no hay quien se levante del brasero. Tampoco hay contrastes emocionales de suficiente peso, ni las personalidades, vivencias e intenciones de los personajes están a la altura o intensidad de lo que se quiere contar, ésto hubiera ayudado un poco a que la peli fuera algo mejor. Me ha sorprendido lo bien valorada que está, por eso y por el argumento parecía que la película iba a estar bastante bien, es de las pocas veces que me encuentro con una sorpresa así, no me siento engañado porque se ve que la película lo ha intentado pero esperaba si no un peliculón, algo que se le acercara aunque sea un poco a eso.
Antonio
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5 de septiembre de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que buena parte del éxito de esta cinta reside en la sencillez e inexistente pretenciosidad con la cámara de Jeff Nichols, que sabe en todo momento lo que se trae entre manos y lo que pretende conseguir. Partiendo de una maravillosa creación ambiental de la película, el director convierte la misma en un auténtico relato. Uno clásico además, pues es inevitable recordar a los personajes de Mark Twain al ver a los niños o reconocer a Jim en el personaje de Mud.

Con una idea coherente y rebosante de consistencia, hay dos elementos sin los que sería imposible concebir la película, o al menos sin los que ésta no sería tan rotunda: la belleza permanente de los paisajes en la composición de cada encuadre y la presencia omnipresente del río como metáfora vital. Más allá de eso, cabe destacar la ausencia de artificios sentimentaloides, combinando la dureza del largometraje con ciertas dosis de calidez y ternura en un ejercicio de sincera honestidad que el espectador agradece.

Muy bien Matthew McConaughey en un personaje que por fin parece que le exige al límite de sus capacidades, aspecto que repercute positivamente en el resultado interpretativo del antihéroe. Genial también ambos niños, sobre los que recae buena parte del magnetismo de la película, pues son los ojos que nos marcan el ritmo y el devenir de la historia. De las prometedoras cualidades de Tye Sheridan ya sabíamos gracias a “El árbol de la vida”, pero hay que destacar también el meritorio desempeño de Jacob Lofland en los siempre complicados papeles secundarios. Sam Shepard completa el excepcional sustento interpretativo de “Mud”.

En definitiva, tenemos ante nosotros a una película que amenaza con mejorar con el paso de los años y es que uno acaba con la sensación de que hay mucho más por descubrir en ella de lo que se capta en un único visionado. ¿Y si está llena de códigos encriptados esperando ser descubiertos? Los años lo dirán. Hasta entonces, tenemos una historia de aventura, venganza y amor que en ningún momento da la espalda a la exploración y el conflicto de valores, la madurez o la lucha incesante por conseguir lo que uno quiere. Quizás lo peor sean “los malos”, poco creíbles y presumiblemente poco desarrollados, pero probablemente su papel no sea tan importante como pueda parecer. Y menos en el contexto de una exquisitez de película como “Mud”.
javi_crm
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5 de enero de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras recabar la admiración de toda la prensa especializada con TAKE SHELTER, Jeff Nichols da un giro a su impecable trayectoria y decide, magistralmente, darse un baño de clasicismo intachable, renacido, perfecto. MUD le devuelve al cine contemporáneo un gusto por la narración como pocas veces éste ha tenido ocasión de disfrutar en los últimos tiempos. El cineasta cumple a rajatabla con los preceptos de ese tipo de cine que los grandes maestros de los años treinta y cuarenta supieron llevar a su cumbre expresiva, para después, poco a poco, verse arrollado por determinadas circunstancias históricas e irse diluyendo hacia un ocaso del que sólo unos pocos privilegiados (Clint Eastwood, Yoji Yamada, etc.) saben rescatarlo.

La película parte de un punto de vista de naturaleza inquieta, balbuciente, dubitativo: el que procura un chaval de catorce años, esto es, un incipiente a la adolescencia, esa edad en la que la vida comienza a despedirse de forma definitiva de ese limbo protegido e ingenuo que es la infancia. Ellis y su amigo Neckbone se hacen amigos de Mud, un extraño hombre que vive escondido en un islote en medio de un río que fluye por el condado de Arkansas. La presencia, su forma de sobrevivir y, sobre todo, el descubrimiento de un revolver generará en ambos una irresistible atracción hacia Mud.

El film es una maravillosa reflexión sobre la pérdida de la inocencia, elaborado sin que medie ningún tipo de aspaviento discursivo, sino siempre aferrándose con emotiva nobleza a las leyes de la narración pura, fluida y sembradora de oscuros recovecos. Nichols dispone una puesta en escena tremendamente efectiva en la que se impone una muy ajustada preponderancia visual a la captura del paisaje que sirve de marco a los acontecimientos, a la connotación de ciertos objetos (esa lancha varada en lo alto de un árbol, el casco de buzo del tío) y al retrato de los personajes. Sobre todo el de Mud (un inmenso Matthew McCounaghey). Mud simboliza el ansia de conocimiento, la curiosidad por la aventura, las ganas por saber del significado de la vida y también la contrariedad, el enfado, la decepción ante el descubrimiento de la verdad. Nichols sabe estar a la altura de los dos discursos establecidos en el film: el que impone la inocencia de los chavales, y el adulto del espectador que sabe ver lo que estos son incapaces. La eviocación al universo literario de Stevenson o Twain es muy emocionante. La mirada infantil herida cicatriza una profundidad dramática de primer orden. Seguramente, para muchos no sea el mejor film de 2013, pero es el único al que nuestro corazón reclama que le demos un 10. Sobresaliente. Sin más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Musiczine
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