Madres e hijas

"Madres e hijas" nos habla un poco de la continuidad de la vida en otras vidas. Los sentimientos que se heredan, las situaciones que se repiten, que parecen pasar de progenitores a hijos. Se traspasa la alegría, la tristeza, la frialdad, el resquemor, las ganas de ser amado, el miedo a amar, el instinto de tener un hijo al que dejar un legado... Como si de corroborar la idea se tratara en el mundo más allá de la ficción, Rodrigo García Barcha ha escrito y dirigido dejando un poso a "Cien años de soledad", a personajes bien construidos que rezuman sentimientos y tal vez buena parte de fatalidad de unas a otras generaciones, trasladando con imágenes de delicada y cuidada composición un guión que parece heredar las enseñanzas de su padre -premio Nóbel y cumbre de las letras en español del siglo XX- en los tallares de literatura y cine de Colombia con la única salvedad de trocar el realismo mágico en un mágico realismo. Magia en la fotografía, en el acompañamiento musical desapercibido pero hermosamente sutil, y sobre todo en el desgarro y la emotividad de la historia que nos cuenta.

Si bien el argumento de tres historias paralelas que terminarán revelando su conexión -dos de ellas inmediatamente, la tercera hacia el final- remueve al espectador sensible hasta casi la lágrima, nada sería igual sin el recital del reparto en pleno donde sobre todo dan una lección de arte dramático dos mujeres: Annette Bening y Naomi Wats, con algún secundario de lujo como Samuel L. Jackson que llena cada una de sus tomas de fuerza. La intensidad de las secuencias de cada una de las protagonistas es conmovedora. Sólo dos escenas bien merecen las dos horas de duración, tanto por la forma de rodaje subrayando el primer plano combinado con el cambio de foco como por lo que nos cuentan: Elizabeth dando a luz en el hospital y Karen recostando su cabeza en la almohada mientras mira las fotografías colocadas en la mesilla.

Aunque no hay elementos fantásticos en esta película, el autor nos hace ver que en sí misma colma el mundo de lo maravilloso. Y uno de sus personajes nos lo recuerda con una de las frases que impregnan diálogos muy bien pulidos: "una persona dentro de otra persona: ciencia ficción". Tal vez a algunos les parezca de lágrima fácil, pero yo más bien la calificaría de lágrima inteligente. Una historia sencilla y tan conocida como la propia vida contada con muy buen pulso: el milagro de la continuidad de la vida en otras vidas.

Con "Mother and Child" el director colombiano Rodrigo García (hijo del escritor Gabriel García Márquez) vuelve a abordar el tema de varias historias cruzadas, centradas principalmente en los personajes femeninos, algo que ya vimos en "Cosas que diría con solo mirarla" (2000) y "Nueve vidas" (2005).
A esto hay que añadir que en la producción está Alejandro González Iñárritu, especialista en relatos corales, y que el guión es de Guillermo Ariaga, autor de "21 gramos" y "Babel", ambas dirigidas por Iñárritu.

En "Mother and Child" Rodrigo García se centra en las historias particulares de tres mujeres marcadas por el tema de la maternidad y la adopción; tres personajes femeninos -especialmente dos- de carácter difícil, con sus soledades, sus conflictos de relación y sus miedos interiores, en comparación con los personajes masculinos mucho más elementales que sirven de contrapunto.

"Mother and Child" está narrada con elegancia y suavidad, en tono pausado e intimista y se ve con agrado, especialmente por las actuación de una maravillosa Annette Benning, en el papel de mujer madura, arisca de carácter, que ha sufrido varios desengaños amorosos. También resulta muy convincente Naomi Watts que da vida a una prestigiosa abogada que tras su aspecto exterior de triunfadora, esconde una fragilidad fruto de un pasado muy complejo.

El principal problema del film, que hace que no estemos hablando de una película notable y perdurable en la memoria, es que en su tercer acto se vuelve bastante predecible, con situaciones de guión algo forzadas y poco creíbles, que estropean en parte el buen hacer general de un film que merece la pena ser visto por el buen reparto y porque hoy en día resulta cada vez más difícil en el mundo cinematográfico ver historias que nos hablen de personas humanas, con sus conflictos, inquietudes e inseguridades.

Aunque dice en entrevistas que escribe sobre seres humanos, es evidente la predilección de Rodrigo García por las mujeres y sus tejemanejes vitales. Si ya en "Cosas que diría con solo mirarla" y "Nueve vidas" fabuló sobre historias ligeramente conectadas sobre mujeres en diferentes momentos de su vida, concreta sus esfuerzos e hila de forma directa las 3 historias que vertebran "Madres e hijas". Tomándose el tiempo necesario para que comprendamos a las protagonistas y con una maravillosa atención por el detalle para explicar sin palabras, García construye una historia llena de dolor y sensibilidad. Ayudado en todo momento por un elenco sobresaliente (destacando en especial una impecable Naomi Watts), el relato fluye sin problemas durante gran parte del metraje, pero en la última media hora de la película, García comienza a hacer carambolas de guionista (¡¡¡esa carta traspapelada!!!) y a forzar los hilos para llegar a un desenlace más impuesto que natural, lo que lastra bastante el resultado de una película notable.

¡Muy buena!. No había visto ninguna obra de Rodrigo García y he quedado muy gratamente impresionado.
Una chica de 14 años se lo monta con su novio adolescente y nace una niña a la que cede en adopción y que de mayor se convierte en una "destroyer" total; la madre a su vez queda amargada por la culpa, siempre expiando... Entretanto otras jóvenes sufren embarazos indeseados y son coordinadas con gran habilidad por una monja (por tanto célibe o casada con Dios y también madre o hermana, como se prefiera) con mujeres infértiles que desean adoptar; a partir de aquí...
Se teje un film que vuela alto y desprende calidad de una manera que hoy día es cara de ver. En forma de historias cruzadas, García ejercita un muy notable ensayo sobre la psicología femenina en el vital, omnipresente y siempre imprevisible equilibrio entre sexo-maternidad-supervivencia. Las actitudes cambian y se revisan por motivos subjetivos, objetivos o de origen desconocido ante la posibilidad/realidad de un embarazo o un bebé; las madres y las hijas se desean/rechazan/aman/buscan, mientras la monja lo comprende todo y los hombres hacen el papel de siempre.
Si todavía la podeis pillar, merece la pena (incluso en versión doblada) -como siempre raya en el delito la indiferencia de los medios y la penosa situación del film en sus "ránkings", para una vez que aparece una película buena-. A destacar Naomi Watts en su interpretación, aunque todos están a gran altura.

Buen drama, que muestra la vida de dos mujeres (madre e hija) en su dos modos de proceder diferente. Excelentes actuaciones de Benning, Washington y Watts. Gran acierto, a pesar de un guión al que se le pudo haber aprovehado mejor.