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Madres e hijas

Drama Presionada por su madre, Karen, una adolescente, dio en adopción a su hija. Después de 37 años, Karen (Annette Bening) sigue lamentando la pérdida de su hija, pero encuentra a un hombre que está dispuesto a darle una familia y a aportar un poco de alegría a su vida. Por otra parte, están Elizabeth (Naomi Watts), una mujer adulta que tiene problemas que resolver, y Lucy (Kerry Washington) una mujer negra que quiere adoptar a un niño. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
2 de julio de 2010
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que la fiebre isleña se vaya apagando poco a poco después del final de ‘Perdidos’, pero ahí no termina el gran interés que suscitan las series de la televisión. Ni mucho menos. Es esta una de las máximas más usadas en lo que llevamos de nuevo siglo: actualmente, la mayor parte de la materia gris del mundo del espectáculo audiovisual ya no se encuentra en las salas de cine, si no que podemos hablar de un auténtico “brain drain” hacia una pequeña pantalla que cada día pone más en duda esta denominación. El afloramiento de series que plantean nuevas propuestas y semana tras semana retan al espectador a bucear en sus riquísimos y sesudos universos ha puesto de manifiesto la excelencia de un sector que hasta se permite la osadía de crear influencias en el cine contemporáneo.

La anteriormente conocida como “caja tonta” ya no es tal, y por el diálogo de tú a tú que mantiene con las producciones cinematográficas de primer nivel se ha convertido en una pieza fundamental para comprender el estado actual del séptimo arte. Teniendo esto en cuenta, aparece en escena un artista llamado Rodrigo García (sí, el mismo al que no se le da nada mal eso de escapar de la alargadísima sombra de su padre, ni más ni menos que el gran Gabriel García Márquez) que es imprescindible para comprender la tendencia comentada. Escritor y realizador, es también uno de los principales conductores de series del calibre de ‘A dos metros bajo tierra’, ‘Los Soprano’, ‘Carnivàle’ o ‘En terapia’. Casi nada. Un hombre cuyo papel en la consolidación de las series como un producto artístico de primerísima calidad ha sido tan demostrado, obviamente tenía que probar suerte con los largometrajes.

Y lo cierto es que en sus dos primeros intentos sonó la campana... eso sí, con una clara ayuda del formato televisivo se podría decir. Así es, tanto en ‘Cosas que diría con sólo mirarla’ como en ‘Nueve vidas’ se seguía a sus personajes siempre de uno en uno, ya que al fin y al cabo, exceptuando algunos puntos de conexión casi anecdóticos, sus historias estaban desvinculadas de las demás, en el sentido más clásico a la hora interpretar una trama que esquivaba la linealidad tradicional. Se nos ofrecía un producto claramente dividido en capítulos, lo cual cabría interpretarlo como la voluntad de conciliar lo mejor tanto de la pequeña como de la gran pantalla. Pero tal vez por querer probar otras fórmulas, Rodrigo García se estrelló de forma estrepitosa con aquella engañifa titulada ‘Passengers’, que todo sea dicho, fue también el primer trabajo que no venía escrito por él.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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23 de octubre de 2010
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No entiendo las ganas que tienen directores como Rodrigo García o Iñarritu en ensañarse con los personajes de sus películas, haciendo de ellos gente con una vida muy dura. Además, en cuanto ven una pequeña luz, una nueva tragedia se ceba con ellos. Tampoco entiendo la obsesiñon de García por los personajes femeninos, pero esa es otra historia.

En lo que concierne a la cinta, hay que decir que está muy bien hecha, quizá sea algo lenta, ya que la vida de esta gente no es tan apasionante como para mantenerte enganchado a la butaca durante sus dos largas horas de metraje, pero gracias al sensacional cast, consigue imprimir a los personajes una personalidad marcada, en especial a una bellísima Naomi Watts, que hace un trabajo extraodinario, al igual que Jimmy Smits o Annette Bening, una gran actriz, que se prodiga poco. Además consigue una definición bastante buena del sentimiento de ser madre e hija, como el título indica.

El problema es el que menciono arriba, si bien en esta cinta no se ensaña tanto como en otras anteriores, no creo que sea necesario hacer de esta gente, personas tan desgraciadas. Por otra parte, si no fuera por el cast, probablemente no pasaría de ser un telefilm más de sobremesa.

Os la recomiendo, si os gustan las historias sobre vidas cruzadas, y personajes prácticamente destruidos.

Lo mejor: Los actores, en especial Naomi Watts y Jimmy Smits.
Lo peor: El ensañamiento con los personajes y que si no fuera por el cast, no habría ningún motivo para verla.
Chackson5
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16 de julio de 2010
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie puede negarle a Rodrigo García su empeño en hacer una película madura, que tratara sin trampas temas delicados como las relaciones entre madres e hijas o el asunto de la adopción. Todo muy de frente y con mucha verdad, con un reparto excepcional y con una puesta en escena atrayente.

Ahora bien, el desarrollo de la película es tan extremadamente lento que aburre. Sobra metraje, se podría haber resuelto en poco más de una hora y se superan las dos horas. Hay partes de la historia que se cuentan de pasada y otras en las que el director se recrea una y otra vez en los detalles. El resultado es lentitud, y eso equivale al bostezo.

Y eso que todo está contado con mucho sentido y apenas hay trampas para estar todo narrado al estilo de Vidas Cruzadas o 21 gramos. Impresionante Naomi Watts, como siempre, y también Anette Bening y Samuel L. Jackson. Pero su trabajo está lastrado por un tempo que hace que la película no termine de despegar, que van pasando cosas sin que parezca que pasa nada.

Muy al estilo de los capítulos de A dos metros bajo tierra, serie de la que Rodrigo García dirigió algún episodio. Pero, como se recordará, aquellos capítulos duraban una hora. Dos es demasiado tiempo. Así que a la hora y cuarto de película mi mente empezó a volar a otras partes y a recordar que dos de los personajes aparecen en Dexter, que uno de ellos ha pasado de fiscal del distrito por el día y asesino en serie por las tardes a bonachón educado y entrañable y que otro ha dejado de ser el confidente porreta novio de la hermana de Dexter para ser un tipo que quiere un hijo. Y me acordé de mi asesino ídolo favorito, y de las ganas que tengo de que empiece la quinta temporada. De cosas, en definitiva, que no tenían mucho que ver con la historia que Rodrigo García me proponía.
ferperavi
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2 de julio de 2010
20 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ramplonería de este subproducto, destinado a maestras y cosedoras de cruceta en potencia, reside no tanto en la premisa que articula -una premisa con posibles, tiempo ha tratada por verdaderos cineastas como Cukor, Leisen o Vincent Sherman- como en el feminismo de andar por casa del que hace gala y en el que muy a su pesar se disuelve.

En pocas palabras: "Madres e hijas" no es sino una película destinada a mujeres contra las mujeres. Su mensaje pretendidamente feminista, domesticado y manipulado desde fuera, es a la par que ultraconservador y demagógico, abiertamente burdo: que una mujer sea mujer ya presupone de entrada que tenga que ser madre, madre de una hija, a su vez futura madre, etc. Esta parece la interesante tesis de tan miserable telefilm con medios.

Ni que decir tiene que este engendro, rodado por un ínfimo director asalariado sin estilo ni personalidad, resulta aburrido, tedioso y externo. El atroz reparto de nulidades -excepción: Annette Bening, si bien en uno de sus peores trabajos; Samuel L. Jackson, fuera de lugar- termina de hacer más extraño e incomprensible lo que nos cuenta el tal García, hijo de su padre.

Sin entidad fílmica alguna, este emplasto de saldo es aberrante y primitivo, estereotipado y grosero. Su feminismo está prefabricado, negando a la mujer cualquier posibilidad intelectual más allá de la mera procreación a la que por naturaleza parece estar destinada, premisa que la película ilustra con abierta ingenuidad.

Un seudomelodrama, en definitiva, para gente bien... para gente sucia.
Colectivo Cinema89
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