Nader y Simin, una separación

Voy a empezar agradeciendo que me recomendaran esta película iraní, algo que me empuja a ser consecuente y desde este mismo momento haré mía esta recomendación. Al que sea que acabe leyendo estas palabras, si no la han visto, de verdad, "Nader y Simin, una separación" es una película enorme. Intentaré dar mis razones, que para eso escribo.

Su director sabe hacer muy bien las cosas, se nota que Asghar Farhadi piensa muy bien dónde y cómo colocar los giros de la historia y lo hace con inteligencia, cuando la película parece que decae y se vuelve átona introduce nueva información que hace que todo varíe. El espectador queda preso porque la dosis de información se ofrece justo cuando más se necesita, primero con pequeños detalles que pasan inadvertidos para alguien como yo, después en un desbordamiento de hechos que elevan su intensidad. Es difícil hablar de "Nader y Simin, una separación" sin destripar algo su contenido explícito, así que alguna cuestión la dejaré para la parte oculta de este texto. No engaña el título, se produce una separación en una pareja iraní con una niña adolescente por en medio, pero hay más, muchísimo más. Se entrecruzan visiones más occidentales de la existencia con la cultura envejecida de este país islámico, pero hay más separaciones, como la del hombre devoto y la mujer devota en una religión en la que los papeles de la mujer y el hombre contrastan tanto.

Quisiera destacar que si todo funciona tan bien es gracias a la asombrosa sensación de que lo que está sucediendo es real y verídico. A los actores los vemos en la pantalla y la película se crea a su alrededor, con la cámara detrás y todo un equipo de profesionales, pero es como si sucediera realmente así, como la vida misma seguramente. Esa proximidad hacen especial a esta película iraní a pesar de la distancia cultural extraordinaria entre ellos y nosotros. Cuesta ponerse en su piel porque piensan y ven las cosas de otra manera, y sin embargo, me hago cargo de la historia y la percibo como algo absolutamente real. ¿Cómo sucede eso? A mi manera de ver los principales culpables son los actores y en especial, no puedo ocultar mi admiración, la interpretación del marido zapatero que vive ahogado en deudas es sublime. Lo mejor que he visto en mucho tiempo, su presencia es clave y una gozada a nivel cinéfilo.

Vuelvo a insistir en su recomendación, "Nader y Simin, una separación" engancha cuando crees que se dirige al convencionalismo, de repente algo explota y te das cuenta de los detalles, esos maravillosos detalles con los que el director construye su película. Voy al spoiler...

Una más que agradable sorpresa que nos depara el cine iraní. Una película que habla de personas, conflictos y un gran retrato de la opresiva sociedad iraní todo ello realizado con naturalidad y un gran trabajo interpretativo de los actores. A lo largo del metraje se puede disfrutar de la evolución de los personajes en todos sus matices; así, el marido Nader es más tolerante de lo que parece a primera vista, es más orgulloso que machista, y la mujer Simín (un bellísimo rostro que no podemos apreciar en su totalidad al llevar cubierta su cabeza todo el rato, una pena) no es tan liberal como parece. La que más sufre es la hija, que no quiere tener que elegir entre el padre y la madre. Muy bueno también el personaje del antagonista del marido en la contienda judicial, con sus muy creibles arrebatos de ira. Y las clarificadoras reuniones de los clanes familiares para intentar lograr un acuerdo extrajudicial. Y el gran poder que tienen los jueces iraníes para administrar justicia de forma expeditiva e implacable, con la sharia islámica presente en todo momento. El director no moraliza ni juzga a sus personajes en ningún momento. Por tanto, chapeau para esta estupenda película

Habrá que tener muy en cuenta de ahora en adelante a éste Asghar Farhadi. Sin haber visto su celebrada "A propósito de Elly" (me pongo ya mismo en ello) resulta fascinante descubrir la facilidad narrativa de éste director. Y su valentía, con Panahi en la carcel, hay que echarle huevos para rodar en Irán una cinta con semejante y sutil censura a esa sociedad anquilosada en sus creencias y sumida en el miedo a la mentira.

Resulta tan difícil construir un guión partiendo de un suceso sin relevancia aparente para ir poco a poco añadiendo capas y más capas de emoción e intriga al relato que buena parte del éxito cosechado nace de esta premisa. Con una historia de intereses enfrentados (en los que el director no hace de juez, solo los expone), la película nos muestra la historia de un matrimonio acabado, con una hija de quince años y la pregunta en el aire sobre si no será mejor para su futuro escapar a un pais extranjero.

Yo casi diría que se trata de un Thriller en toda regla en el que sus protagonistas luchan por resistir en esa oprimida sociedad, por hacer valer sus pocos derechos (hablamos del enfrentamiento entre una familia pobre y otra de clase media) y recuperar los muchos que han perdido y todo, bajo el prisma del significado de ser padres y la implicación matrimonial como eje central.

La otra parte del éxito de la cinta se la debemos a las creíbles, hiperrealistas y naturalísimas interpretaciones de todos y cada uno de sus protagonistas. No creo que vuelva a ver una Irán tan cotidiana y cercana como la que nos muestra Farhadi, con sus miserias e injusticias, con su gente, sus anhelos..

Melancólica, crítica, didáctica, muy creíble, tiene tantas cosas..

Imprescindible, caviar iraní. 7,5

La consagración de cine iraní es un hecho constatado desde hace unos años, siendo sin ninguna duda la mejor cinematografía de Oriente Próximo. Y ello es posible gracias a las historias humanas y cercanas que cuentan, algo que se acrecienta aún más teniendo en cuenta el contexto de la sociedad en la que se sumergen dichas narraciones. Esta misma línea es la que imbuye la narración de “Nader y Simin”, una película carente de grandes parafernalias, pero no exenta de una enorme frescura y dinamismo que la hace merecedora del puesto de privilegio que está empezando a tener dentro de la cinematografía del Irán.

De entrada, la película nos habla de una separación entre los dos personajes principales, decisión que parece explicarse en la primera secuencia de la misma. Pero los motivos aquí aducidos no dejan de ser pequeñas excusas para justificar la verdadera realidad que vamos intuyendo a lo largo del metraje. Orgullo, egoísmo, diferentes visiones y necesidades ante la vida, podrían ser algunos de los motivos reales. En definitiva, se nos habla de dos personas que caminan en sentidos casi opuestos, algo que descubrimos muy sutilmente a lo largo del entramado judicial que gobierna la mayor parte de la película.

Pero no nos olvidemos tampoco que la película puede llegar a ser una reflexión sobre ese concepto tan complejo como es la verdad. Pero la verdad entendida como entelequia que existe en uno mismo en contraposición con la realidad. Vemos pues que cada personaje se mueve por su propia verdad, situación que justifica en cada caso el uso de mentiras y omisiones que sólo empeoran la situación. Todo ello hace que surjan otros problemas internos para sus protagonistas como son la moralidad y la religiosidad, situación que cobra más peso en el contexto de esta sociedad tan opresiva como es la iraní.

Sin duda, el pilar fundamental sobre el que se sustenta la película es el guión, dotado de continuos diálogos que se complementan con las sólidas actuaciones de sus protagonistas. Pero tampoco podemos olvidar la enorme veracidad conseguida en la puesta en escena. La cámara destaca por sus encuadres realistas, casi como si se tratase de una cámara subjetiva del espectador que interactúa dentro de la escena. En esta línea, son habituales los planos con mínimos obstáculos (hombro de una persona, marco de una puerta…), elemento que dota a la película de una naturalidad próxima al “cinema verité”.

Asghar Farhadi logra una obra simple y compleja a la vez. Denuncia y critica a una sociedad llena de desigualdades, pero haciendo uso de la cotidianidad más pasmosa y simple. Se configura pues como un nuevo autor a tener en cuenta, destacando por su estilo personal que nada tiene que ver con otros grandes de su país como serían Abbas Kiarostami o Bahman Ghobadi, por poner sólo dos ejemplos. Cine de autor y comprometido para una de las películas del año.

Excelentemente dirigida y con un guión aceptable.
En esta película se nos cuenta la historia del fin de un matrimonio iraní moderno. La historia de dos personas, que sin dejar (quizás) de amarse, deciden separarse.
A esta historia la circundan la acusación al padre de un grave delito y el cuidado de un anciano con alzheimer (siempre en un marco de reflexión social y religiosa).
Todo esto es observado por los ojos de Termeh, hija del matrimonio, que nos guía emocionalmente a lo largo de la historia.
De esta forma, el gran merito del director es la identificación espectador-Termeh que consigue de forma sutil.