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Solo Dios perdona

Thriller. Drama En Bangkok, el joven Julian, un fugitivo de la justicia estadounidense, dirige un club de boxeo tailandés que actúa como tapadera para tráfico de drogas. Su madre, jefa de una poderosa organización criminal, desembarca procedente de Estados Unidos para repatriar el cuerpo de su hijo favorito, Billy: el hermano de Julian ha sido asesinado tras haber violado y matado salvajemente a una joven prostituta. Llena de odio y deseo de venganza, ... [+]
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Críticas 154
Críticas ordenadas por utilidad
10 de julio de 2013
20 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Winding Refn se va a Tailandia con todo lo que ello significa y nos recuerda que su parada cinéfila en USA con la premiada Drive fue sólo un jalón más de un firme camino autoral, surgido de las grises nieblas escandinavas en Valhalla Rising y con parada final en este mundo de karaokes, de tapices rojos y ornamentos dorados que es la Bangkok de Only God Forgives. El film del director danés nace, desde su primer en pase en Cannes, destinado a formar parte del Olimpo de obras abucheadas por la platea festivalera, algo paradójico si se tiene en cuenta que se venía acusando a la película (¡¡¡con la única guía de su tráiler!!!) de ser algo así como la segunda parte de Drive, ¿alguien duda de las acusaciones de autoplagio si las cosas hubieran ido en ese sentido? Lo curioso, retomemos el hilo inicial de la reseña, es que sí que hay una especie de mímesis camaleónica en Winding Refn (descodificando en imágenes la esencia de sus locaciones cinéfilas) que forja así su libro de estilo, despojando su película de cualquier artificio argumental, profundizando en su estudio continuado del lado brutal de la naturaleza humana. También esperamos ansiosos las reacciones de sus fans ante un Ryan Gosling más hiératico que nunca, en el que apenas se manifiesta un gesto diferente a lo largo del metraje, sometido física y moralmente a una fastuosa Kristin Scott-Thomas, mezcla genética perfecta de Lady Macbeth y Yocasta, motor trágico de esta heredera directa de Sófocles y Shakespeare que es Only God Forgives, de esta pieza donde la imagen se independiza de su entorno y cobra relevancia por ella misma, aunque sea por este único motivo debería ser vista con el respeto del cinéfago sediento de sensaciones. Sobre los abucheos, decidan ustedes mismos.

Reseña publicada originalmente en cinemaadhoc.info
Talamasca
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6 de agosto de 2013
17 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había una vez, en un país frío y lejano, un director de cine de apellido pronunciable pero fácilmente olvidable que quería revolucionar el mundo del cine. Empezó una breve pero intensa carrera sorprendiendo a todo el mundo con una trilogía sobre el crimen y el lado más oscuro de su país, “Usher”. Luego se aventuró a empresas cada vez más experimentales (el granizado de naranja mecánica “Bronson” y la vikinga “Valhalla Rising” como ejemplos), y fue así como el joven de apellido pronunciable pero fácilmente olvidable (JAPFO en adelante) empezó a ver en sus películas, marcadamente visuales y violentas, una constante que no paraba de repetirse: la exploración de la psique de individuos con oscuros pasados cuyo interior sólo ha conocido la aflicción y el odio. Pero no una exploración psicológica como la solemos entender, no… Era más bien… ¿cómo lo diría? Como… acercarse al interior de los personajes, llamar a las puertas de sus almas y quedarse fuera. De entrar en casa de dichas almas ya se encargaría el espectador. De esta manera, JAPFO se había propuesto hacerle de guía al espectador, acompañarlo de la mano en los llamados “viajes hacía el interior del alma”, envueltos todos ellos por una cada vez más satisfactoria factura visual, hasta llegar a la obra que lo ha encumbrado como precoz autor de culto, “DRIVE”. En ella, consiguió ambas cosas: “sugerir” lo que hay en el interior del personaje de Ryan Gosling mediante un inteligente uso de herramientas cinematográficas (música techno-retro, movimientos de cámara, cámara lenta… y el rostro impasible del actor) y al mismo tiempo narrar una historia comprensible con toda clase de alicientes (desde un romance hasta las logradas escenas de acción), y aderezarlo todo con un curioso aroma a tragedia de anti-héroe. JAPFO logró volver a poner en boca del público el vocablo “Cool”, en nuestras tierras más conocido como el “¡Cómo mola!”.

Pero a JAPFO, tras ver su marcado estilo y ser consciente de él, le empezó a asaltar la codicia y quiso abusar de todo aquello que había caracterizado su estilo, y llevarlo al extremo con su nueva película “Only God Forgives”. La historia era lo de menos en este caso: la simple premisa de un delincuente (Gosling) que vive prófugo en Bangkok y que debe valorar si vengarse o no de “los asesinos” de su hermano. Todos aquellos recursos que funcionaban en “Drive”, utilizados aquí de forma desproporcionada sólo consiguen hacer florecer la vacuidad del conjunto, agravada por la caricaturesca e inolvidable actuación de Gosling, cuya expresión no cambia ni un ápice en toda la película, calcada a la que mostraba en “Drive”, e incluso muy parecida a la que mostraba en otro film independiente como era “Cruce de Caminos” (2012), donde su director quiso aprovechar el éxito de la “Fórmula Drive” para dirigir a Gosling exactamente igual que lo hiciera JAPFO.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kakihara
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26 de julio de 2013
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los celos entre hermanos no son buenos, pero cuando tu madre se dedica al tráfico de drogas y tu hermano mayor es un auténtico cabronazo, la cosa va aún a peor. Nicolas Winding Refn nos propone esto y una espiral de violencia a lo largo de los noventa minutos que dura Only God forgives.

Rápidamente, la película establece sus virtudes y sus defectos. Por un lado, tenemos a un Refn preciosista, que bebe mucho (por no decir, se emborracha) del cine oriental. Le acompaña la música de Cliff Martínez, consiguiendo transmitir agonía o espiritualidad.

Luego, se establece el detonante la historia de un hermano mayor Billy (Tom Burke), que viola y mata a una prostituta menor de edad, y un hermano menor Julian, que es obligado a vengarse mientras que por medio está su madre Crystal (un diabólica y a la vez shakesperiana Crystal), un policía fan de la katana y el karaoke Chang (Vithaya Pansringarm) y la hermosa prostituta Mai (Yayaying Rhatha Phongam).

En resumen: tenemos algo estéticamente muy bonito (capaz de crear inquietud, cuando imita a Kubrick y sus pasillos, o a David Lynch), pero más vacío en cuanto a guion pese a que beba de las tragedias clásicas como Edipo e incluso en cuanto a metáforas visuales; con unos actores empeñados en no transmitir ninguna emoción en sus caras, aunque se las hinchen a moratones (especialmente un lacónico Ryan Gosling -con poco más de veinte líneas-, que sustituyó a Luke Evans, y que ya había vivido el éxito con Refn gracias a Drive).

Hay que saber que Refn es un experto en hacer trascendentales tramas de acción que en manos de otro director serían películas normales y corrientes o bodrios. Por ejemplo, si a Drive le quitamos su dirección y muchas de sus decisiones, tenemos una especie de A todo gas. En este caso, en Only god forgives, la trama da para lo que da, pero pronto empiezan los desvaríos de Refn y no es raro que el film esté dedicado a Alejandro Jodorowski (al que ya le dedicó Drive). Una virtud dependiendo del espectador.

En cuanto a la polémica sobre la violencia que hubo en algunos festivales, parece que el público desconoce la trayectoria de Nicolas Winding y las fuentes que toma como suyas (el caso del cine coreano, donde nadie suele salir indemne, ni siquiera el espectador). El exceso de violencia no es el mayor problema del film.

La duración, la falta de profundización en algunos momentos, la frialdad en otros, la ausencia de intensidad, el contraste de algunos momentos (el karaoke chirría)… Esos son los problemas que lastran, en realidad, Only god forgives.

Sea como sea, Only god forgives y Nicholas Refn deberá ahora aprender una importante lección: solo el espectador perdona y será el que decida el devenir de este film. Que los dioses del séptimo arte, los espectadores, decidan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ozymandias_Iskander
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28 de octubre de 2013
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí, ésta es una mala película, pero lo peor es que se cree muy buena. Aparte de aparatosos destellos visuales en cada fotograma, la historia no ofrece nada. Bueno, sí, violencia, mucha violencia. Y, más que gratuita, la violencia es absurda, como casi todo lo que se cuenta.

Parece haber una obsesión enfermiza por deslumbrar al espectador en cada fotograma. El argumento es flojo y está contado de una manera deliberadamente confusa. Por ello la película, más que deslumbrar, aburre, y el comportamiento de los personajes hace que todo el conjunto termine cayendo en lo grotesco. “Drive” ya dejaba ver este estilo artificioso, pero al menos allí había más autolimitación, y los recursos visuales estaban al servicio de una trama muy potente. Aquí sólo hay efectismo barato. Para mí, esta película supone los peores trabajos de todos los actores que intervienen en ella, aunque no creo que sea un problema de interpretación sino de forma de dirigir y abordar los personajes. En el caso de Gosling, alguien debería explicarle a Refn la diferencia entre contención e impavidez. No es lo mismo. El problema ya se hacía evidente en “Drive”, pero aquí es aún más cargante.

El conjunto es un pastiche indigerible en donde el autobombo está por encima de todo. No se puede negar que “Only God forgives” tiene una buena fotografía, pero como película es, a mi entender, aburrida y grandilocuente. Y muy larga!!!
rober
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7 de agosto de 2013
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
André Breton, padre del surrealismo, dijo una vez, —Todo aquel que sea incapaz de visualizar un caballo a galope sobre un tomate es un idiota. Esta frase define perfectamente la lucha, la defensa incondicional y en última instancia, la desesperación de un hombre por aquello que tanto trabajo le había costado, un cambio radical en la poesía y la literatura, que llegó a expandirse hasta las artes plásticas y, por supuesto, al cine. Woody Allen, reflejó genialmente aquella generación en Midnight in Paris, 2011.
Desgraciadamente, la segunda guerra mundial llegó, y con ella, el final del primer periodo surrealista del que España fue gran representante. Actualmente, grandes directores del cine han continuado con la lucha que Breton inició años atrás, ya sea de manera esporádica o de forma constante, como es el caso de David Lynch quien si, en algún momento de su carrera, hubiese decidido hacer una película en colaboración con Park Chan-Wook, Sólo Dios Perdona hubiera sido el resultado. Las referencias al cine de Lynch son inacabables, tanto es así, que en la escena en la que Gosling le regala un vestido a su novia para que le acompañe a conocer a su madre, por un momento pensé que la chica aparecería vistiendo Terciopelo Azul.
Nicolas Winding Refn vuelve a apostar por una estética de contrastes, una fotografía a cargo de Larry Smith, que proyecta sombras sobre luces fluorescentes en un entorno lóbrego, depravado, y con un asfixiante ambiente pecaminoso por el que transitan los mayores degenerados y los personajes más peligrosos de Tailandia. Sin duda el apartado visual es uno de los mejores aspectos de toda la película, y es que Refn tiene un indudable talento para crear cine que, mejor o peor encaminado, siempre resulta llamativo. Su capacidad de mostrar la violencia desmedida, mediante un sinfín de recursos con la cámara, es digno de mención en cualquier escuela de cine.
Julian es el regente de un club de Muay Thai, del que se encarga desde hace diez años tras haber huido de la justicia americana por cometer un asesinato. El club, a su vez, es una tapadera para la venta de drogas. Todo parece ilícitamente estable, hasta que un día el hermano de Julian, Billy, asesina brutalmente a una chica de dieciséis años. Este suceso hará que Billy sea ajusticiado a petición de un policía corrupto que gobierna los bajos fondos de la ciudad. A partir de este escabroso incidente la vida de Julian se convertirá en una onírica espiral de violencia, sexo y miedo que se verá intensificado por la llegada de una madre enajenada que acaba de perder a su hijo preferido, y no se cansará de atacar al único que le queda, recordándole lo inferior que era respecto a su hermano, la envidia que siempre le había profesado y su culpabilidad en lo ocurrido. La impasibilidad de Julian ante este maltrato maternal, se debe a un complejo de Edipo oscuramente enfermizo, y que compensará mediante las esotéricas escenas sexuales con la guapa Mai, en las que, mediante el contacto genital femenino, más parece buscar el amor materno perdido, que el placer sexual de su pareja.
Muchas influencias de directores asiáticos es esta cinta de arte y ensayo en la que Refn construye un guion de escasos diálogos, para dejar que las imágenes hablen por sí solas. La violencia explícita no ha sorprendido conociendo la trayectoria del realizador, pero sí lo ha hecho la carga surrealista con la que el director parece volver a sus orígenes, creando una atmósfera más parecida a la de su filme Fear X, 2003, que a lo que nos había estado mostrando en sus últimos trabajos. Que no se ha logrado aquella fantástica armonía de dirección, actor, fotografía y música, que el danés alcanzó en su anterior película, Drive, 2011, es una obviedad, pero dudo mucho que ni siquiera se estuviese intentando acercar a ese tipo de resultado. Cliff Martínez vuelve a componer una banda sonora que, al igual que la fotografía, las actuaciones y la dirección, funciona genialmente por separado, pero al mezclar todos los factores, pugnan por lograr un mayor protagonismo, originando un tropiezo considerable en cuanto a la historia se refiere, algo que, por otra parte parece hecho deliberadamente, como queriendo decir, no voy a volver a hacer Drive una y otra vez sólo porque a la crítica le gustó. Una fuerte personalidad se descubre detrás de todos los neones de la película, que deja muchos detalles de la calidad de un realizador que se permite el lujo de experimentar y buscar nuevas formas de expresión, mostrando de forma antagónica, la más hermosa belleza que la violencia puede originar, y esto puede ser algo tan grande como un género cinematográfico en sí mismo. Algo que, bajo nuestro punto de vista, merece mayor consideración que la otorgada en las críticas generales. Un final completamente atípico, que rompe con todos los manuales del cine de venganza, consigue la decepción e incomprensión necesarias que pueden hacer de esta cinta transgresora una pieza de culto muy apreciada en un futuro, como ha pasado con otras obras de similares controversias, cuyos títulos no osaremos a citar por miedo a escandalizar a propios y extraños.
Fin de la película, y el primer título que aparece vuelve a inundar la sala de sorpresa a la vez que aclara muchas incógnitas. Alejandro Jodorowsky recibe la posición de honor de los créditos en un agradecimiento especial del director. Entonces recordamos la actuación de la genial Kristin Scott Thomas, en el papel de la madre de Gosling y que es todo un homenaje al controvertido y polifacético director.
Ejercicio impresionista de arte y ensayo. Arriesgada propuesta de un impertérrito director que no se deja abrumar por el profundo alcance que su trabajo está alcanzando.
Peaky Boy
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