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48 horas más

Acción. Comedia El agente Jack de la policía de San Francisco lleva cinco años investigando a un presunto jefe del crimen organizado llamado El Témpano, pero, después de un tiroteo en el que resulta muerto un inocente, es suspendido del servicio por Asuntos Internos. Entonces sólo tendrá 48 horas para encontrar a El Témpano. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
13 de enero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contra todo pronóstico, nos encontramos ante una secuela que ofrece lo que se espera de ella, sin decepcionar y siendo fiel a lo ofrecido en la primera entrega,
Tenemos a los mismos protagonistas con nuevas situaciones peligrosas que deben afrontar juntos, teniendo más tiempo para resolver lo que parece una trama más elaborada, con más tiempo, más acción, más violencia, más misterios, más diversión, más sangre, más discusiones y más cristales rotos, para el disfrute del personal.
Puede que no sea perfecta y que presente más irregularidades junto con excesos, pero yo se lo perdono todo, porque la he disfrutado como un enano. Recomiendo y sitúo esta secuela, como un placer culpable personal.
Jon
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15 de mayo de 2016
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En ’48 horas más’ podemos seguir disfrutando de las hazañas de uno de los polis más duros de la historia del cine, Jack Cates (un genial Nick Nolte) y de su inseparable compañero de farras, Reggie Hammond (un desternillante Eddie Murphy). Ambos dirigidos por un auténtico maestro del cine de acción, Walter Hill, un artesano del género que nos ha dejado incontables cintas de referencia dentro del actioner y el western (ya sea puro o moderno) desde hace varias décadas.

Si la original estaba plagada de acción excelentemente filmada, aquí Hill no iba a ser menos y nos regala una hora y media plena de acción gloriosa: persecuciones, descarrilamientos, explosivos tiroteos, peleas de bares y un desfile antológico de tipos duros. Todo visto desde la óptica privilegiada y descarnada Walter Hill que hace también una introducción sensacional y magistral de los villanos de la función sólo al alcance de directores que aman el género como lo hace Hill. Y es que en esta cinta no tenemos a unos malosos cualquiera, los villanos de la función son tres dementes motoristas montañeses que se creen los verdaderos americanos de pura raza, y que actúan sin piedad ni compasión por nadie. Unos tipos que no dudan en apretar el gatillo y que encima disfrutan con ello.

Sobre el dúo protagonista, poco se puede añadir. Ambos actores, tanto Nick Nolte como Eddie Murphy (aquí con más protagonismo que en la cinta original) bordan sus papeles, y se nota que disfrutan con ellos. Ademas, Hill da el gustazo al espectador de que recorran lugares comunes del film precedente (como los baretos de mala muerte) y sigan retándose dialécticamente para ver cual de los dos es más chulo.

Otro puntazo a favor de ’48 horas más’ es su banda sonora. Como (casi) siempre, en un largometraje de Hill, la música está muy presente. La banda sonora es obra de todo un experto como James Horner. Además de la score principal del film de 1982, encontramos nuevas canciones y ¡cómo no! el tema franquicia de este díptico, el pegadizo y festivo “The Boys Are Back in Town” de los Bus Boys.

En definitiva: Todo lo mejor del cine de género de los 80s condensado en 90 memorables minutos y un perfecto balance entre la acción y la comedia. Prepárense para pasar más de hora y media de pleno entretenimiento en esta más que notable secuela del éxito de 1982. ’48 horas más’ es una película decididamente indispensable para todo buen amante del cine de sudor, sangre y cerveza caliente.

-Lo mejor: Todo. Es una notable secuela que incluso por momentos supera al original, que era ( y es) una cinta de acción y comedia de referencia.

-Lo peor: Nada.

-Más en: www.cineycine.com
Cineycine
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23 de abril de 2020
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Walter Hill se mete en faena con esta pareja una vez más.
El prólogo es puro western, con motos en vez de caballos, pero pronto nos vamos a la ciudad con esta atípica pareja de colegas. Y en mi opinión supera a la anterior en todo.
Para empezar Eddie Murphy está tan gracioso como le conocemos de sus mayores éxitos, con su verborrea. Tiene más protagonismo que antes y hasta podemos verle cantar mientras escucha música, tal y como hacía también en “El chico de oro”.
El personaje de Nick Nolte es más amable y me cae mejor. Los malos son más malos y hay menos escenas de relleno.
Hay algo más de acción también, con un mayor presupuesto y mejor montaje en estas secuencias. Se ve un buen trabajo por parte de los especialistas. El argumento, sin ser de David Mamet, por lo menos no es tan previsible y tópico.
Seguramente Walter Hill tomó buena nota del pelotazo de “Arma letal” y se esforzó en superarse.
Los diálogos son muy divertidos, con estos dos discutiendo constantemente en sus piques. De hecho, la película nos deja una frase para la historia: “Si la mierda tuviera valor, todos los pobres nacerían sin culo”.
No me habría importado que hubieran llegado a hacer una tercera en su momento, pues ya ha pasado demasiado tiempo y no lo veo factible en su día dado que, Nolte tiene ya una edad avanzada, según pudimos comprobar en “Objetivo Washington”.
i42poloj
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20 de junio de 2020
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Aquí están, una de las parejas más memorables del cine de acción de los '80, y que al parecer aún tienen ganas de marcha.
Como bien cantaba Phil Lynott: "¡Boys are back in town!".

En 1.982 Walter Hill, que no nadaba en la abundancia económica y a quien el éxito se le iba mostrando cada vez más esquivo, se tropezó con él de forma inesperada tras una producción que le llevó a intensas disputas con Paramount Pictures pero terminó solucionando sus muchos problemas. Esa fue "Límite: 48 Horas", que llegó a ser su película más lucrativa y marcaría un antes y un después en el policíaco, iniciando así una variante del mismo que sería explotada hasta la saciedad: la "buddy movie".
Mucho había llovido desde entonces. El director tuvo algún momento de lucidez acompañado de ligeros traspiés, e incluso retornó al subgénero intentando lograr los mismos resultados con "Danko: Calor Rojo", lo cual sólo ocurrió a medias; por su parte, en contraposición a la humilde carrera de Nick Nolte, Eddie Murphy se convirtió en una gran estrella gracias a "Súperdetective en Hollywood", que arrasó en taquilla, o "El Chico de Oro". De hecho, la idea de reunir a los personajes de Jack Cates y Reggie Hammond fue suya aprovechando su tremenda popularidad, algo a lo que Hill se mostró reacio en un principio...

Pero sólo tendría que observar las pobres cifras de su anterior (y magnífica) propuesta, "Johnny, "el Guapo" ", para aceptar sin mucha demora la oferta de Murphy, quien hizo las veces de productor. Con un guión escrito a seis manos por John Fasano, Larry Gross ("Calles de Fuego") y Jeb Stuart ("La Jungla de Cristal"), "48 Horas Más" arranca de un modo similar a como lo hacía la primera, con el espíritu de Leone impregnando cada una de las secuencias en un entorno bañado por la brillante luz solar y el polvo del desierto, mientras en una tasca de mala muerte se sentirá el fuerte olor del sudor y la muerte.
Y es que Hill despliega la acción a su modo, con crudeza y áspera brutalidad, así enlazamos con Jack Cates, quien, mientras esquiva las acusaciones de los de asuntos internos, prosigue con un caso que le lleva consumiendo cuatro años: cazar a un traficante apodado "The Iceman", que además va tras la pista de Hammond para asesinarle por una antigua deuda; se establece el reencuentro entre estos dos tipos que ocho años antes se despidieron con afecto y bajo una palabra de honor...aunque de esa simpatía no queden ni las cenizas, lo cual su reunión resulta forzada, y más aún por la forma en que Cates "solicita" la ayuda de su antiguo compañero.

Reencuentro que por otra parte no es casual ni gratuito aunque nos lo parezca, pues la historia toma prestados elementos y cabos que quedaron sueltos de la primera entrega; de este modo: unos asesinos contratados por un enigmático ser que como buen maestro de ceremonios mueve los hilos sin ser visto, para liquidar a Hammond y entre ellos el hermano de Ganz, a quien Cates mató años antes. Dos tramas obligadas a converger, que se alimentarán la una de la otra, y que avanzarán al unínoso, sirviéndose Hill de la venganza y la traición, dos de los motivos más recurrentes de su cine, como resorte e incentivo de los acontecimientos venideros.
En ellos veremos a los protagonistas de nuevo enzarzados en una lucha de egos y personalidades, aunque la brutalidad física y el desprecio mostrados con los que al fin lograban construir lo más parecido a una amistad son ahora reemplazados por tomas y dacas humorísticos, como si ya hubiesen asumido el rol de pareja cómica, al tiempo que la inversión de roles entre ambos se lleva al extremo con esa supuesta encarcelación de Cates, de la que estamos atentos todo el rato, pudiéndose poner éste físicamente en el lugar que ocupaba Hammond. El entorno, sin embargo, no cambia; y es que, si algo caracteriza a Hill es su innata habilidad para saber captar al vuelo ese ambiente único que da vida y cuerpo al film.

Y es ese ambiente sucio, violento y sombrío directamente sacado de las novelas de Westlake, Leonard, Cain o Mosley: de bellas zorras, tipejos duros e intensas luces de neón colmado de fuertes olores, el del alcohol, el sexo, la pólvora y la sangre, que se confunden en una sinfonía cautivadora a ritmo de atronador "rock n roll", con sus trazos de elegante "noir" "melvilliano", de contundente policíaco al estilo de Siegel, Friedkin y Winner y de seco "western" donde son más que apreciables las influencias de Peckinpah, a quien su alumno Hill no duda en homenajear cada vez que puede (esos duelos y tiroteos tan cercanos a los de "La Huida"...).
Con todo ello es evidente que el nivel de "48 Horas Más" desciende con respecto a su predecesora; la intriga y el suspense van siendo asfixiados por la trepidante acción, que el californiano nos sirve en grandes y mareantes dosis, y el humor gana terreno deliberadamente, debido a la situación generada por el sr. Murphy, cuyos aires de estrella se traspasan a los de su personaje aplastando casi por completo a Nolte, quien no pierde ni un ápice de su carisma aunque sí de fuerza ante su fiero oponente, por lo que la química se debilita. Repite Brion James, esta vez de villano, papel al que ya se había acostumbrado con el tiempo, y Ed O'Ross colabora de nuevo con Hill.

La película fue un éxito de taquilla aún mayor que la primera parte, pero tras dar un gran quebradero de cabeza al director: la ocurrencia de los de Paramount de exigir unos cortes excesivos en el metraje, de más de dos horas en un principio, creando así varios agujeros argumentales y la considerable reducción de los papeles de los actores secundarios (sobre todo James).
Aun así, Murphy y Hill se llenaron los bolsillos, objetivo inicial del proyecto, y éste nos regaló una secuela, si no a la altura de la original, por lo menos muy entrenida y cuajada de acción y violencia, en la línea de los mejores policíacos de antaño. Es una alegría que los chicos hayan vuelto.
Chris Jiménez
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