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Muerte en Venecia

Drama A principios del siglo XX, un compositor alemán de delicada salud y cuya última obra acaba de fracasar, llega a Venecia a pasar el verano. En la ciudad de los canales se sentirá profundamente atraído por un hermoso y angelical adolescente, sentimiento que le irá consumiendo mientras la decadencia también alcanza a la ciudad en forma de epidemia... Adaptación de la obra homónima del escritor Thomas Mann. (FILMAFFINITY)
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Críticas 128
Críticas ordenadas por utilidad
2 de marzo de 2022
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muerte en Venecia conforma la segunda entrega de la llamada “trilogía alemana” que plantea Luchino Visconti a finales de los años sesenta, con la que pretenderá reflexionar acerca de la cultura centroeuropea. Con esta transposición, el cineasta milanés pretende adaptar a la gran pantalla la esencia de la aclamada novela homónima de Thomas Mann, inspirada en la vida del compositor Gustav Mahler.

Nuestro protagonista Gustav von Aschenbach —alter ego de Mahler—, es un hombre que se adentra en la vejez emprendiendo un viaje hacia Venecia, donde busca una paz que persigue y anhela, pero que le llevará hasta Tadzio, un joven perteneciente a una familia noble. Tadzio se presenta como el paradigma de la belleza física, lo cual se convierte en fruto de los deseos de von Aschenbach, viéndose así comprometido en una lucha interna con sus propios sentimientos.

Existe una notoria dificultad en el proceso de adaptación de la obra de Thomas Mann, y esta complejidad reside principalmente en los escasos diálogos que presenta la novela. De esta manera, Visconti realiza un film donde el silencio y la banda sonora perteneciente a la tercera y quinta sinfonía de Gustav Mahler se presentan como protagonistas que acompañan a la puesta en escena, la cual responde al director de fotografía Pasqualino De Santis, quien realiza un destacable trabajo recreando una atmósfera cargada de fuerza poética.

Aun así, esta ardua tarea se ve perjudicada debido a la pérdida de numerosas reflexiones que realiza el narrador durante la novela, las cuales contribuyen enormemente a la creación de la atmósfera de la obra y a la información que el lector obtiene del personaje. Visconti trata de suplir esta problemática con soluciones varias, como el uso de la voz en off conformando el monólogo interior del protagonista que tanto enriquece la novela o utilizando largos planos de carácter descriptivo, sustituyendo así durante varias escenas la imagen frente a la palabra.

Junto a la ayuda del guionista Nicola Badalucco, el director italiano resuelve estos problemas de transposición introduciendo también otros elementos externos a la novela, como el amigo de von Aschenbach a modo de interlocutor, o la introducción de flashbacks que permitan aportar un poco más de información al espectador. También es destacable el uso de los zooms de aproximación —que podrían considerarse un tanto abusivos—, los cuales que serán recurrentes a lo largo del film para recrear la atmósfera que presenta Thomas Mann incrementando las tensiones entre los encuentros de Tadzio y von Aschenbach.

Interpretando la adaptación realizada por Luchino Visconti, parece existir una cierta relación entre Thomas Mann y el propio cineasta italiano en cuanto a su condición de creadores. Este último se obsesionó con la novela, y especialmente con la forma de muerte intelectual de un hombre que es irremediablemente cautivado por un joven preadolescente que representa una belleza perfecta. De este modo, Visconti pretendía filmar la belleza más sublime, lo que le llevó a emprender varios viajes durante años mediante distintos países europeos en busca del chico más bello del mundo.

Visconti no dudó en cuanto vio en el joven sueco Björn Andresen a su Tadzio, a raíz del cual nacerían las polémicas que envolvieron a Muerte en Venecia desde su estreno en 1971. Respecto a este tema es inevitable no mencionar el reciente documental de Kristina Lindström y Kristian Petri: El chico más bello del mundo (The Most Beautiful Boy in the World, 2021) que avivó las controversias que había suscitado el film hace ya 50 años, sobre este joven al que Visconti bautizó como “el chico más bello del mundo” convirtiéndolo así en un icono mundial que terminarían explotando hasta arrebatarle su inocencia y la adolescencia que le hubiese tocado vivir.

La polémica surge a partir de los deseos ocultos de von Aschenbach y el cuestionamiento de si estamos ante un amor exento de algún carácter sexual o erótico, lo cual parece responder más a la mirada sucia del espectador que de lo que pueda plantear Visconti o lo que se pueda interpretar a partir del complejo y obstinado proceso de casting y posterior rodaje. El amor que plantea Visconti es un amor puro y platónico, fruto de una belleza extática que lleva a un hombre que afronta el final de su vida a obsesionarse con la figura de un joven de carácter andrógino.

Estamos ante un film ambiguo que consigue en algunas ocasiones capturar la esencia de la obra de Thomas Mann, valiéndose principalmente de la sosegada belleza sus imágenes, aunque en otras ocasiones la consecución de planos descriptivos pueda resultar excesiva. Las reflexiones del narrador en la novela de Mann se funden con el efecto del siroco y el desconcierto por una epidemia que acecha la ciudad, evocando un efecto embrujador en la mente del lector. Este efecto parece perderse en el film de Visconti, donde también se percibe una menor espiritualidad al presentar la sensibilidad del artista. Por otra parte, la película nos envuelve en un ambiente decadente y enfermizo, aunque mágicamente bañado en la nostalgia a medida que incrementa el deseo de nuestro protagonista hasta llegar al culmen final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Rafa Nasal
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20 de septiembre de 2023
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy flipando con la puntuación que tiene esta película.

Vale que sea una película de 1971 y que se toca una temática que en esa época imagino sería revolucionaria y que este sería el estilo narrativo que se utilizaba entonces.

Pero Dios mío que tostón por favor, sin lugar a dudas es la película más aburrida que he visto en mi vida, un poco de diálogo y venga musiquita que invita al sueño.. y así todo el rato, era imposible engancharme a ella y mi mente iba desconectando una vez tras otra, que bodrio por favor.
Kike
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6 de abril de 2007
15 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si se me permite, diré que la poesia de este film me ha producido un estado mental soporífero. Adoro los instantes cinematográficosdedicados al silencio y la belleza, me placen los directores que trazan líneas meticulosas en torno a conceptos abstractos pero Visconti me ha producido la negación del pensar.
Acuso el film de mala técnica, de mala dirección y de fotografia explotada. Se repiten contínuamente planos casi idénticos. Las escenas de playa te hacen entrar en una especie de pesadilla sonde parece que todo gira y no acaba. Me falta emoción y paisajes más subjetivos...todo tan espléndido y archibonito, tal vez los únicos planos a remarcar sean la venecia putrefacta con el rostro del protagonista bañado en sudor que corretea por el maquillage que no hace más que evidenciar su vejez.

No se si alguien se fijó en un plano de unos segundos -accidental, evidentmente- que se le dedica al paquete de Dirk Bogarde, sin comentarios, no creo que tuviera una coherencia sintáctica fílmica con la pasión. Es una película mal llevada, podría ser espléndida y es terrible.
Los planos del joven Adonis parecen casi un anuncio de perfume y la atmosfera esempalagosa a mas no poder.

Tal vez me equivoque pero Visconti, no la acertaste. Si Thomas Mann levantara cabeza...de seguro la volvía a enterrar.
Rojadeletras
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10 de enero de 2007
11 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luchino Visconti es uno de mis directores favoritos. Desde su primera etapa, más o menos neorrealista, aunque por los pelos, hasta la grandeza de sus películas de época.

Sin embargo, esta película me parece de lo más flojo de su espléndida carrera. La presunta belleza de "Muerte en Venecia" está fabricada a base de amaneramiento, superficialidad, y zooms mareantes e innecesarios. No creo que mostrar escenarios suntuosos y colores pastel baste para crear belleza. No hay nada sugerido, todo nos es mostrado de manera demasiado obvia, todo queda demasiado subrayado, hay una absoluta falta de sutileza.

Y es sorprendente que un director del talento visual de Visconti llegara tan bajo. Entornos opuestos como el de "Rocco e i suoi fratelli" (blanco y negro proletario) e "Il Gattopardo" (color aristocrático) dieron sendas obras maestras de una belleza insuperable. Sin embargo, en "La caduta degli dei" o la que nos ocupa, perdió completamente el norte estético y narrativo.
sublibrarian
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26 de septiembre de 2006
8 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alabadísima película en la que se puede correr el riesgo de sufrir un derrame cerebral por aburrimiento o que te parezca la octava maravilla del mundo y le construyas un templo en su nombre.
Y como a mi no me gustan los extremismos, pues me quedo con un término medio, ni frío ni calor.

Esta claro que viniendo de Visconti cosas buenas debe de tener, como por ejemplo el notabilísimo trabajo de decorados, vestuario, y como no, puesta en escena. Un mundo de sofisticación y -supuesta- elegancia que repugnara hasta al más repipi, pero acertado a fin de cuentas. Ésta es una historia sobre ricos a principios del siglo XX, y los ricos pues visten y se comportan como lo que son, ni más ni menos. Y si están en Venecia ya ni te cuento, de eso se encarga Visconti.

Cambiando de tercio, destacar como no al siempre infravalorado Dirk Bogarde, en una de sus mejores actuaciones, interpretando a un artista fracasado, atormentado, que se niega a dejarse dominar por los sentimientos, extremadamente ambiguo y cuya pedante fraseología resulta hasta entrañable, que no lastimosa.
En su contra pues sólo tengo que decir que no pude reprimir un par de bostezos durante su visionado. El film, como cuenta tan poco, una de dos: o te dejas llevar por sus planos eternos y ritmo pausado, casi hipnótico, o te morirás de aburrimiento esperando a ver si pasa algo.
De todas formas, no me arrepiento de haberla visto.
William Munny
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