Starship Troopers: Las brigadas del espacio

Paul Verhoeven consigue recrear una película de ciencia ficción, que, si bien no es seria del todo, se deja ver y ¡hasta te dan ganas de unirte a la Federación!
La película y su tono, que tristemente no consiguieron ver los críticos en su estreno y que por eso no logró el alcance que debió tener la película, se ve reflejado en la primera mitad de la película donde Verhoeven se ríe de la propaganda militar y luego nos hace ver que la guerra nos hace fascistas y critica directamente a todo este ámbito bélico.
Los efectos visuales y prácticos están super bien logrados y mucho mejores que muchas películas de hoy en día que es puro CGI y duele a la vista. El director de efectos visuales de la película, Phil Tippett, quien trabajó también en Jurassic Park; consigue un trabajo excelente y digno de ser estudiado para futuros proyectos. De todo su presupuesto, 10 millones o más se destinaron a este aspecto, una locura.

Las escenas de acción son bastante buenas y con coreografías bastante bien logradas, llegando a usar munición real en las armas que usan y con detalles únicos de la película. Además, no son excesivamente largas, si no que tienen el minuto medido para poder hacerte disfrutar de la película.

En definitiva, Verhoeven consiguió lograr un filme bélico bastante logrado y con tono satírico, que para mi es la sátira de culto del cine.

Es una pena que la gente que le ha puesto un 5 para abajo se tome en serio esta película. Yo le pongo la nota que le pongo para subirle la media, un poco, si puedo.
He visto esta película muchas veces, desde que tengo 5 años, y nunca falla.
Tiene todo los clichés metidos a posta para que te des cuenta que es una sátira a las películas que SÍ tienen los mismos clichés y se toman en serio. Supongo que es una línea muy fina y hay que tener cuidado en no pasarla.

Tiene todo lo que a mi me gustaba de niño en las películas espaciales: Tropas, planetas, nombres raros, alienígenas, naves, explosiones, ordenadores con números por todos lados...
La única diferencia es que cuando era ese niño viendo esta película, me la tomaba en serio porque no sabía lo que era una sátira, una burla cinematográfica, un cliché ni un guión malo. Ahora con mis 29 años, conozco todo eso y la disfruto mucho más.

No digo que la gente que le haya puesto poca nota esté equivocada, ni mucho menos. Cada quién con su criterio.
Pero si hay un próximo visionado, cambien el chip y véanla como es: una película espacial de tropas matando bichos.

La llegada de 'Starship Troopers' fue un viaje a un futuro aventurero con horizonte pesimista. ¿Por qué? porque, tal vez, por alguna razón los humanos necesitamos una retroalimentación negativa para sentirnos permanentemente justificados, un espejo de nosotros mismos sobre el que mirarnos. De ahí la (vieja) fantasía de las invasiones alienígenas que, salvo alguna excepción, -en cine se me vienen a la mente 'Encuentros en la tercera fase' (1977) o 'La llegada' (2016)- no suelen ser muy amistosas, o puede que no sea más que el afán de buscar acción y peligro por el puro placer de divertir, aunque ese tipo de cuestiones serían más propias para compartir sobre un diván o con una buena jarra de cerveza por medio.
Para la vanguardista cinta de 1997 del holandés Paul Verhoeven, este intento colonizador, exterminador o lo que fuere, aterriza en forma de insectos, rebautizados por algo mucho más coloquial y despectivo como bichos. Debajo de la carcasa, véase acción, subyacen componentes en las subtramas que hacen por ella algo más que un servicio funcional sobre escaramuzas y testosterona a la espera de soliviantar únicamente un puñado de hormonas. La historia y su contenido lleno de simbología identitaria favorecen el caos, por cierto, con una visión mucho más igualitaria entre sexos que la que algunas mentes 'privilegiadas' modernas, a las que enseguida se les llena la boca con ciertos términos y actitudes, soportarían, fomenta la idea anterior. El individuo, bajo unos rígidos patrones, no alcanza la madurez a la par también de la integración plena en la estructurada sociedad, hasta que no consigue el status de ciudadano, un status alcanzado tras un prolongado servicio militar al que se llega con inusitada ilusión y con él, el acceso a unos derechos que el futuro de la humanidad ha negado como inherentes. Esas pildoritas aleatorias en su 'desea saber algo más' y la información que la precede, abastecen la programación televisiva con jovialidad bajo la idea subliminalmente seductora de la pertenencia a un colectivo.
Pero no hay que dejar de lado la obviedad, surge una guerra total, una guerra contra una raza alienígena invasora y en número poderoso. Por tanto, la rivalidad sigue formando parte también del individuo y, una vez más, desaparecen con esta cuestión las diferencias entre sexos. Tanto ellos como ellas no ocultan sus ansias de poder para conseguir sus propósitos sin miramientos: escalar en esa sociedad ceñida y sin libre albedrío es lo que importa, la fijación de un juicio paralelo a un nivel superlativo de nuestra realidad.
Las pasiones y los celos no han perdido la referencia con el mundo real y siguen constando como una firme tendencia que altera el ritmo de las cosas. A este respecto surgen un cuarteto de personajes que ronda uno sobre otro y se siguen los pasos, entre ellos Johnny Rico (Casper Van Dien) y la guapísima Dizzy Flores (Dina Meyer), un punto, el de los romances entre batalla y batalla, con olor a pólvora, concebidos sin pudor y duchas unisex.

Generalmente frívolos, sus diálogos no dejan de ser una simpleza marcial, amoldados al concepto de camaradería y la unión hace la fuerza, tal y como reproducen los eslóganes que son repetidos a tiempo completo desde el reclamo televisivo ofrecido en primera persona. Una propaganda que reafirma que lo militar mola y, además, es el único camino admitido. ¿Es usted, el que está ahí viéndome, el que desea saber algo más?
Por encima de su banalidad, es una película de ciencia ficción disconforme con los cánones: nada de seriedad y mucha hazaña. Contiene con disimulo el reflejo de una sociedad alienada que vive bajo reglas rígidas e inamovibles, conductoras de una competencia agresiva, escondidas detrás de una acción trepidante que, de paso, tapan unos efectos que cada día quedan más lejos de la digitalización más moderna. Pero me encanta, es pura diversión.

Bienvenidos a Starship Troopers, donde nada es lo que parece ser. Parece ser un film belicista, y no lo es. Como consecuencia, parece ser un buen film, y no lo es. ¿Respuestas?

La película parte de una interpretación hipócrita de la obra literaria de cienfia ficción, 'Las brigadas del espacio', un conocido trabajo de Heinlein, quien destacaba en su día por las inclinaciones derechistas de sus obras. Ante él, Verhoeven, que no es un derechista, lo que pretende es recrear de una forma extremada el universo de Heinlein, componiendo así lo que pretende ser un retrato que implosione por sí sólo pero que realmente opera como un inmenso homenaje a la lógica paramilitar.

¿Y a qué se debe el fracaso? Pues a que apenas se distinguen sus parámetros de los de otras muchas películas, digamos, de acción. Si no te avisan de antemano, no te enteras de que la película sea una parodia. ¿Y por qué? Porque la película carece de los signos necesarios para ello. Algo hubiera ayudado el que el director hubiera trabajado en la dirección de convertirlo en una crítica abierta al universo de Hienlein, pero la cosa ni se acerca a eso. Aquí no hay contrastes, no hay ambigüedades, no hay vacilaciones, todo funciona en una única dirección, la de los "paisajes" que recorre evocan perfectemente el cine militarista más agrio o el de la administración Reagan (los Rambo, los Amanecer Rojo...).

Y es que la obra quizás descansa sobre una tesis errónea: que en las cosas reside una verdad objetiva comunmente accesible, cuando lo cierto es que todo depende de la subjetividad de nuestras percepciones. Y si no existen elementos de guía adecuados, sin los códigos compartidos necesarios, no podemos reinterpretar mensajes que evocan más directamente a otros ámbitos de la cultura: la exaltación del poder, de lo militar, etc. No me sirve que el director me diga que su intención es una si su mensaje no aparece, aunque sea sutilmente, porque lo que logra es recrearse en aquello que dice criticar y eso es una perversidad.

Aprovechemos, pues, para pensar en varias películas de Santiago Segura, quien, bajo el discurso de la parodia, pretende que el público disfrute con lo zafio. En este caso por acción u omisión, llegamos a resultados parecidos, pero para el disfrute de la violencia desatada. Porque Torrente es una parodia de un detective que se utiliza para canalizar un humor zafio con el que ganarse al espectador, y los tipos de esta película la vía para realizar una película ligera y violenta para un espectador que disfruta con ello, carente de trascendencia antimilitarista alguna para aquel que busca otras cosas y, para colmo, envuelta en un discurso fascista que debió hacer las delicias de más de un espectador.

En definitiva, una aproximación equivocada, donde ni medianamente nos aproximamos a las complejidades ideológicas del Heinlein autor de 'Extranjero en tierra extraña', en favor de una lógica de la crítica social o de la parodia propia de un director muy inmaduro y banal.

Muchas de las críticas positivas a esta película que aquí encontramos hablan de que es muy incomprendida. No lo sé, pero si es así desde luego el director se lo merece por haber hecho él lo mismo, en un grado completamente insultante, con el autor de la novela en la que supuestamente se ha basado.

Porque los que admiramos la obra de Robert A. Heinlein pagamos con gusto la entrada al cine en su momento, esperando una adaptación de una estupenda novela que incluye la que es, sin ninguna duda, la mejor escena de combate de la ciencia ficción (tanto escrita como rodada). Si la especulación en filosofía política que contenía la novela no se lograba trasladar al cine, al menos esperábamos disfutar con la recreación de esa escena, posible ya con los efectos especiales de aquellos años.

Pero ni una cosa ni la otra. Salí del cine con mis expectativas totalmente defraudadas, y además con la certeza de que Verhoeven había traicionado completamente la memoria de Heinlein. Porque la novela ha sufrido malintencionadas críticas que la tachan de fascista desde que se escribió en los años 50, siendo que Heinlein siempre fue visceralmente antifascista.

Que Verhoeven utilizó esta novela para, según algunos, criticar el fascismo y el militarismo... puede ser, pero entonces lo hizo abundando en la maledicencia de esas críticas a la novela y contribuyendo así a los intentos de desacreditar a un gran defensor de la libertad. Y además desde una plataforma de tanto alcance como una superproducción de Hollywood.

Flaco favor a la causa, señor Verhoeven.