Cuentos de Tokio

La vi por primera vez el 26 de junio de 2012 y escribí una crítica dándole 4 puntos. 9 de 18 usuarios les pareció útil estar crítica, que decía esto: "Eterna. El director se llama Ozu, y yo digo: Ozú, que larga... Se hace eternamente larga para la poca chicha que tiene, es que pasan los primeros 30 minutos y se puedo hacer un resumen de una sola línea. Pasa una hora de película, y creo que estoy en la misma línea... Bien se podría comparar con "La ciudad no es para mí" de Paco Martínez Soria, pero sin humor. No la suspendo mucho, porque la moraleja es muy buena, mucho, pero... se ha eternizado, y tampoco los actores me convencen."

Vista de nuevo, sí que es lenta. Y eso que el cine de Ozu es lento. También mantiene la cámara como siempre: fija y normalmente a una altura baja. Sinceramente, visto mucho cine, que lo veo desde sus inicios, y algunas películas japonesas, me cansa este estilismo típico japonés que no hay cambios, y no hay avances.

Como la película, que un llamamiento a la añoranza, a las costumbres japonesas que se van perdiendo por la occidentalización después de la Segunda Guerra Mundial, no quiere avanzar, y su estilo es el de siempre. Los diálogos, me han parecido aún más simples que en su día (en su día la vería en versión doblada, y hoy en versión original).

Sí que despierta un sentimiento, y en su día no se comercializó por ser demasiado japonesa. Aunque años más tarde lo hizo en Londres y triunfó y finalmente en 1972 en EEUU. Finalmente se considera la mejor película de todos los tiempos.

Le mantengo los 4 puntos.

No es la peor del director nipón pero en todo caso es una muestra más de que la perversión artística en general y cinematográfica en particular puede hacer pasar por obra maestra una banalidad tan pesada como vacía. La película no tiene más que la reflexión sobre la vejez y las relaciones padre-hijo, todo tan sutil y delicado que está a punto de pasar desapercibido. En concreto, no veo que los vástagos sean tan malos como los pintan como tampoco que el efecto de la Segunda Guerra Mundial sea devastador. Tal vez "Cuentos de Tokio" es prisionera del momento histórico y el lugar geográfico en el que se rodó, con un público que conocía las costumbres, ritos y valores que supuestamente se desmoronan. Por ejemplo, dicen que ahora las viudas pueden casarse pero ¿y antes? ¿Cuáles eran las normas entonces?

Yo lo que veo es que si Yasujiro Ozu es el abanderado del cine japonés, éste en los años 50 al menos, estaba muy pero que muy verde. ¿Cómo comparar, por ejemplo, los brillantes actores españoles con estos señores que se pasan medio metraje sonriendo? Pero no sólo es lenta, intrascendente, aburrida, con diálogos infantiles o rudimentaria sino que en la temática muerde el polvo por su simpleza. Es decir, contarnos que hay hijos desagradecidos a los que los padres molestan, no es suficiente cuando por ejemplo, Pedro Lazaga lo hace con mucha más maña, profundidad y alegría en "Abuelo made in Spain" (1969). Con lo que me quedo es que están en 1953 pero bien podría ser el 1929 de "Memorias de una geisha" (2005) o incluso 1903 pues apenas hay cambios significativos de una época a la otra.

Me he visto tentado a ponerle el aprobado, pero debo ser sincero conmigo mismo antes que con el público fanatizado. Viniendo de nuevas al cine de Ozu (esta creo que es mi primera peli del director japonés, o de las primeras), sinceramente la he encontrado soporífera, melíflua e incluso "infantil". Las estúpidas sonrisas, la nuera falsamente perfecta y la exasperante lentitud del asunto... cuando la emotividad alcanza cierto cauce en el último tramo sencillamente no consigue resucitar a la cinta. Está "demasiado muerta".

Admito y admiro el uso de la perspectiva y de la fotografía, así como la luz... aquí hay mano, saber hacer y técnica, pero en general el guión es bastante irritante y poco convincente. Sencillamente no me la creo, aunque siempre es posible que algunos japoneses de 1953 vivieran su post-apocalipsis en una especie de limbo mental, tan incrédulos de sí mismos y sin fuelle como los personajes de esta aburrida parodia.

Pero me temo que no es el Japón de 1953, sino la triste visión mental de Ozú que extrapola a su mundo: un cine demasiado al servicio de su propio ombligo y sin rendija alguna a la luz redentora donde me quedo sin material para recomendarlo ni paciencia para aprobarlo.

Famosa es la cinta de Ozu, y famoso su estilo tanto en la cámara como en el contenido. Pues ni tan extravagante resulta su grabación ni tan decente su ritmo (que es lento con tesón).

Cierto es que cuenta con los típicos personajes entrañables del cine japonés, pero un año después de la excelente "Ikiru" de Kurosawa hay que tenerlos cuadrados para firmar esta cinta de intenciones muy parecidas pero con unos actores con mucha menos sangre.

La clave está en el extra, resulta en el cine como en cualquier otra actividad. Se puede tener un proyecto correcto, o un proyecto correcto con un extra. Y otros directores nipones tienen el extra que no tiene Ozu.
El resultado es que el mensaje se transmite igual pero con el extra uno se acuerda durante toda su vida del film y sin él lo olvida en un par de días.

Extraña obra maestra para muchos, aburrido pero de noble drama familiar para otros (entre los que me incluyo).

Que puedo decir que no hayan dicho los demás, el truño de Roland Emerich "2012" es una obra de finísima artesanía china de la dinastía ming, al lado de esta p*** mierda de truño asqueroso y repelente, he cagado cosas mejores y más bonitas que el truño este que se pasan toda la película diciendo:

"Aaaaaaaaaa"

"Iiieeeeeeeee"

"aaaaaeee"

"Iiieeeeeeeee"

"je je je"

"Iiieeeeeeee"