Antes del atardecer

Recuerdo haber visto la primera película en mis años de universidad y aunque no recuerdo ni una sola escena en concreto sólo sé que quedó en mi memoria como una gran película.
Por tanto temía que esta secuela no estuviera a la altura. Por suerte me equivoqué.
No sólo es buena....sino que es buenísima. Cine en estado puro. Interpretaciones naturales como la vida misma (tanto que se te olvida que es una película lo que estás viendo), conversaciones llenas de verdades, miradas cargadas de significado y un poso de tristeza que deja por lo que la vida le ha robado a esta entrañable pareja durante diez largos años.

Bueno, creo que en esta película queda demostrado que no es imposible crear una historia de amor ambientada en París sin poner en escena a la Torre Eiffel...
Con respecto al film en sí, podría decir que es una de las historias de amor mejor hechas del cine contamporaneo; pero cave aclarar que no es una simple y convencional historia de amor, sino que lleva al espectador a sentirse en la carne de los personajes y hasta en algún que otro paraje de la película identificarlos con nosotros mismo y nuestras vidas.
Los actores encajan perfectamente, el guion es sublime, y no escapa nunca de la realidad.
Realmente es un bellisima película, la cual en lo personal disfruté más que a su precesora. Emocionante.


J. Vottero

Es difícil decir si Antes del atardecer es mejor o peor que su antecesora, Antes del amanecer.
Ambas son caras de una misma moneda, que con suerte se convertirá en triángulo cuando llegue Before Midnight.
Lo que sí se puede decir es que la sensación que producía la primera parte es aún más extraordinaria en esta secuela. Porque las conversaciones de Jesse y Celine, como dos personas que vivieron algo tan intenso y se reencuentran nueve años después, siguen siendo naturalidad pura. Todo comienza con una contención de sentimientos, con comentarios banales sobre trabajo y política, para pasar poco a poco a la intimidad más absoluta y los recuerdos de lo que significó para ellos aquella noche en Viena. Ahí es donde reside la magia del guión, en esa naturalidad y realismo arrolladores, unidos al hecho de que la película sucede prácticamente en tiempo real.
Pero si hay algo que debería ser innegable, incluso para los escépticos y detractores de esta maravilla, es el esfuerzo y el monumental trabajo de esa pareja maravillosa que han dejado para la historia del cine Julie Delpy y Ethan Hawke, que continúan mirándose, sonriédose, amándose y mintiéndose con una entrega y pasión dignas de todos los elogios del mundo.
Lo dicho: a esperar la tercera entrega de esta historia de amor única que hace soñar entre tantas mediocridades y tópicos hollywoodienses.

Lo mejor: Todo, pero una vez más hay que destacar los diálogos de Linklater, Hawke y Delpy, esta vez no sólo inolvidable pareja, sino también co-guionistas.
Lo peor: Nada.

Nueve años después, Jesse y Celine, los protagonistas de Antes del amanecer, se vuelven a encontrar. Los personajes de la primera entrega son adultos, son interpretados por (otra vez) Ethan Hawke y Julie Delpy, han evolucionado, han construido sus vidas con distintos materiales, pasan de los treinta años. Deberían ser desconocidos el uno para el otro, pero no. Pasarán ochenta minutos juntos. Él ha escrito un libro y lo presenta en París; ella trabaja para una Ong y va en su busca cuando se entera de que está en una librería hablando de su obra. Después de nueve años sabremos qué pasó. Nosotros (los espectadores) y ellos (los personajes). La película comienza siendo algo así como un puzzle en el que se colocan las piezas que faltan aunque el conjunto lo vemos con claridad. Faltan los detalles. Y termina con huecos que habrá que rellenar después.
Richard Linklater elige París para desarrollar la trama. Aunque no el más famoso y bullicioso o turístico. Jesse y Celine tomarán café en un rincón del Barrio Latino, pasearán por el Pomenade Plantée y navegarán unos minutos a bordo de un bateaux mouche. La ciudad desde sus ángulos más íntimos para que los personajes se muestren con calma, con tranquilidad, en su propia intimidad. La ciudad como un protagonista más, tal y como sucedió en Antes del amanecer.
La complicidad entre Hawke y Delpy sigue siendo la misma, la química abundante. Eso permite que los personajes que interpretan crezcan más y mejor. Él, más delgado y estropeado. Ella bellísima. Él más racional, sabiendo equilibrar realidad e imaginación. Ella más pendiente de no recibir golpes que de inventar el mundo como hacía siendo más jovencita. Él es, ahora, escritor. Ella no termina de encontrar su sitio. Él tampoco aunque lo ha maquillado. Se faltan el uno al otro. Lo saben, lo sabemos. Desde el primer minuto en el que se vieron.
Jesse y Celine recuerdan aquella primera y única noche con detalle. Les marcó la vida. Pero (esta es la grandeza de esta película) son capaces de imaginar un futuro estando juntos o estando separados llegando a las misma conclusiones, haciendo el mismo diagnóstico. Ellos, nosotros, sabemos que sólo pueden ser las cosas como se dibujan. Aquí nos cuentan cada trazo que hacen, sin obligaciones para el espectador, con sugerencias constantes y expresividad en cada fotograma. Y, otra vez, sin posibilidades de elipsis. Los ochenta minutos que pasan juntos coinciden, casi, con el metraje. De nuevo, nos encontramos con una cámara, dos personajes dialogando, una ciudad y una historia por vivir. Desde la madurez. Es verdad que la trama está condicionada por la anterior entrega aunque es mucho más importante lo que está por llegar, la necesidad de contarse el mundo de los personajes (un mundo sin apenas sentido cuando el otro no está), la necesidad de mantenerse en el lugar adecuado cada minuto de sus vidas.
Tanto Hawke como Delpy están estupendos. Disfrutan delante de la cámara; es como si ellos hubieran deseado reencontrarse con las mismas ganas de Jesse y Celine.
Con esta película quedan clara algunas cosas. Por ejemplo, no hacen falta no sé cuantos millones de euros para hacer buen cine (casi puede decirse que es al contrario); un buen guión es lo que vertebra cualquier trabajo y se hace fundamental, si no hay guión no hay película; la elección de los escenarios tiene mucho que ver con los personajes y una canción resume la eternidad (atención al vals de Celine al finalizar la película).
Segunda y espléndida entrega del realizador Richard Linklater con Jesse y Celine como protagonistas. Ya sólo queda rematar el trabajo. Una delicia.
inventodeldemonio.es/blog

Un reencuentro esperado por el cine, como aquel reencuentro que tenemos en nuestras vidas cuando nos quedó algo pendiente que decirle a una persona que vimos hace mucho y en donde habían quedado muchas vivencias por desnudar.
Más que una película, es una conversación de 77 minutos que te mantiene con la sonrisa activada.
Muestra un amor adulto, refrenado y expectante entre dos personas que ya no esperaban nada de la vida, salvo un último diálogo antes de olvidarse (o recuperarse) definitivamente.
Para algunos no es cine, es teatro. Para mí es un buen guión, un guión verosímil y fluido que vale la pena escuchar una y otra vez.
Definitivamente un clásico para quienes esperan de la vida segundas oportunidades.